Mientras rumiaba bajo la amarillenta luz mi soledad autoimpuesta me preguntaba cual era el motivo por el que me mortificaba, si eran esas horas vacías que no quería o no podía llenar cada día o realmente poseer una clara intención de no pensar siquiera en todas esas situaciones que en los dos últimos años calaron en mi cuerpo como una daga que va penetrando en cada órgano hiriendo cada recuerdo luminoso en algo tan alejado de lo que fue, por ello jamás tendré en los años que vendrán con ángeles y demonios seguramente compartiendo conmigo mis noches oníricas y de insomnio.
Así fue que una leve sonrisa por no decir mueca se dibujó en mi rostro llevando a mi mente a recordar aquella bella lectura sobre un caballero tan errante que buscaba infructuosamente una y otra vez aquella familia que supo construir y solo cabalgaba en círculos vacíos plenos de ausencia, por lo que en el aquí y ahora parece decirme que eso no ha existido jamás.
Tu mirada desafiante inhibe a algunos a otros los invita a seducirte para confirmar que se encuentra debajo de esa mirada, si una distancia autoimpuesta por viejas heridas o invitar a quien consideres un verdadero hombre que se atreva a demostrar poder merecerte.
Eres ángel y demonio a la vez, cual amazona que alienta palabras de amor casi secretas e inaudibles en las voces de los hombres que te ven pasar por el angosto callejón, donde ellos exhalan suspiros de sorpresa sentados en las mesas de los bodegones, para admirarte no solo al verte llegar con tu andar en que parecieras no pisar el pequeño empedrado de ese viejo piso en ese rincón de San Telmo, reducto de hombres que disfrutan tu silueta como diosa inalcanzable.
Han sido unos veinte metros, nadie lo ha intentado por primera vez bajas tu mirada altiva y me miras, hago lo mismo señalando la silla frente a mi, te sientas cruzas tus piernas y el rumor me llega.
Sonríes y solo me preguntas -¿Has esperado mucho tiempo, amor?-
Será como tantos otros dicen a menudo que la soledad es un mundo íntimo y distinto, apropiándose de cada uno de los sentidos en que todo se observa desde otra perspectiva, perdiendo el temor a todo aún a la muerte.
Qué razones puede haber para este hastío en que nada parece ser apreciado ni deseado, cuando poco tiempo atrás la búsqueda de ese interior indescifrable nos permitía por lo menos con pocas cosas vivir en armonía.
Qué trabajoso resulta escribir estas letras teñidas de pensamientos y murmullos oscuros, enfrentando una y otra vez al ser con el alma.
Puede alguien perder la razón a paso lento o son los recuerdos del pasado que lo abrazan, que alejan a seres que aún amados son volátiles quizás por la vorágine de estos tiempos en que el yo prevalece sobre el nosotros mostrando en cada espejo, lo tan errados que estamos bebiendo inútiles enojos, discusiones sin sentido que dejan cicatrices en la memoria perdurando como un mal recuerdo aun pasado el tiempo.
Como dijo el poeta, es tan corta la vida y tan largo el olvido que no hacemos otra cosa que lastimarnos para luego reprocharnos, hurgando las razones de negarnos la sabiduría de escuchar al otro perdiéndonos en un mundo atrapado hace tiempo en su propio caos.
Cuanto terminará este tránsito entre esta locura disparatada que invade amenazando la conciencia, donde la verdad es desconocida y reemplazada por discursos llenos de odio y de intereses cruzados, hasta convertirnos en rebaño cautivo de grupos mediáticos que nos confunden día tras día tal como fue desde el inicio de los tiempos regalándonos contradicciones que solo como el agua para sus molinos representan a sus propios intereses cuyas intenciones se encuentran alejadas de nosotros simple mortales con escaso buen entender, dándole razón a lo que la ciencia su cómplice diciendo que es solo un paradigma que como tantos caerá en el olvido ante la aparición de otro el que seguramente traerá al mundo mayor iniquidad social además de cero altruismo.
Por ahora, sabemos que tenemos noventa mil pensamientos diarios que nos acechan, desde aquellos racionales hasta los “otros”, esos en lo que la mente nos los muestra como fantasías o demonios descabellados de la razón.
Esos que no nos dejan en paz y nos persiguen con tesón haciéndonos sentir cuán tan imperfectos somos pero anteponiendo siempre nuestra inútil rebeldía tan contradictoriamente humana para reconocerlo.
Hay un tiempo en que nos creemos el centro del Universo pero es el ego de ese mismo tiempo, que nos da un baño de realidad según pasan los años dándonos tarde ya la oportunidad de conocernos y de lo infinitamente estúpidos que hemos sido en la vida, tal como somos haciéndonos que la conciencia traiga consigo miserias humanas que arrastramos, sin máscaras de ocasión ni eufemismos apropiados, dejándonos desnudos y mostrando las imperfecciones que pretendemos justificar por nuestro propio interés.
¿Cuál será el camino de la redención? ¿Tanto para el que eligió creer en Dios como para el ateo? Si sabemos que un día partiremos dejemos de buscar las fantasías de las experiencias cercanas a la muerte, nos iremos tan solos como cuando nacimos será tiempo así de poder sincerarnos hacia nuestro interior protegido por siete llaves reconociendo nuestras propias miserias, pensando en dejar una sola iniciativa carente de todo egoísmo para que aunque, sea quien sea, alguien nos recuerde como aquella persona que quiso alejarse del control de los poderosos y pretendió iniciar un nuevo Génesis.
No hay culpas porque mi esperanza se hiciera trizas ya que sabiendo cuanto te amo esto no te interesaba, hiciste bien en ser sincera y desear una relación virtual, que mantuviera a resguardo tu inviolable espacio para que no seas invadida ya que prevalece en ti solo tu familia y viejos recuerdos del pasado con los que convives.
Imposible la deseada sensación de un presente distinto, supiste ser noble sabiendo quien eres y decirlo sin rodeos, lamentar tu rechazo pero solo aceptarlo no es ser iluso, es la realidad que derrota aquel sueño que latió siempre, una tonta ilusión que la ceguera me impidió ver que tu corazón se había cerrado para siempre, eso sí permíteme el derecho de decirte que te seguiré amando, guardando en mi memoria esa sensación que llevaré conmigo ya que imposible o no, hubo un pequeño y magnífico tiempo en que fui feliz.
En realidad; teniendo en cuenta que el 2020 es para el olvido…y solo existirá en la memoria colectiva, como el año en que el tiempo se detuvo ante el dolor de una pérdida, cualquiera sea ella (seres queridos, empleo, sueños o emprendimientos)…
Es que desearte o desearles algo puede solo constituir una ilusión, y es por ello que te invito/los invito a construir desde el adentro, la firme convicción de vivir cada minuto del nuevo año de manera intensa con armonía y pensando no solo en si mism@s, tambien en aquellos que solo necesitan ser escuchados.
Si pueden ser misericordiosos con los que menos tienen, sin distinción de etnia o condición, bienvenidos sean.
Dios, El Universo, La Naturaleza, o en quien creas/n agradecerán tan noble gesto.
Ríe o rían mucho y a disfrutar de la vida. Un abrazo grandote!
Me encuentro escribiendo; luego de un par de días en mi teléfono, porque pareciera ser que mi armonía y paz interior debe haber disgustado a mi notebook, que enloqueció en forma repentina, así el cursor navega por todo el ancho y alto del monitor, como en forma repetitiva aparecen en la pantalla uno tras otro de fondos de pantalla o archivos. Es como si un enano, hubiera abordado el disco rígido haciendo de las suyas, pero solo me deja tranquilo que la “muda” esta en garantía y mañana la llevaré al servicio técnico…
Todo aquello que creo haber logrado en esta vida mía tengo el deber de compartirlo, con aquellos mayores que me enseñaron sin demasiado rigor pero con mucho amor, consintiéndome algo mas quizás por ser el menor de cuatro y que llegó después de varios años, en una época difícil en donde una boca más dentro de un hogar humilde donde nada sobraba, debe haber sido una decisión contradictoria que confirmé luego con varios testimonios, que supieron haber estado en tiempo y espacio en aquel tiempo lejano en que mi vida alumbró.
Tan feliz he sido en esa infancia aun con carencias reemplazadas con una febril imaginación austera, con un papel o lápiz para dibujar o una tapita de gaseosa a falta de pelota o cazar mariposas en aquellas mañanas de verano en que un niño corría por el asfalto sin peligro, en donde ver un automóvil por la calle era una sorpresa ya que solo “los ricos” podían tener uno en esa sociedad con códigos en que se respetaba con solo la palabra, cuando hoy ni la mejor garantía siquiera puede ser fiable.
Todo aquello me enseñó a luchar por cada sueño haciéndome fuerte en la adversidad y humilde en el éxito, viviendo hacia adentro no para el afuera de las apariencias, que en nada enriquecen a la persona y por el contrario resultan un canto a la soberbia trepando a ese miserable ego suicida.
Fui, soy y seguiré siendo feliz hasta el último minuto de vida llevándome con la última exhalación recuerdos en mi mochila, que quedaran dentro de ella ya que ocupare un cuerpo sin memoria, y serán esos recuerdos guardados en el infinito el flaco tributo a mis amados padres que cada día acompañan mi agradecimiento.
La fascinante historia de las montañas Kong, la inexistente cordillera que apareció durante un siglo en los mapas.
Durante décadas pensaron que eran reales y que se extendían por cientos de kilómetros en África Occidental. Algunos llegaron a describirlas como una barrera infranqueable. Pero no existen. ¿Cómo llegaron estos montes legendarios a los mapas?
Las cumbres de los montes Kong rozaban el cielo y, según algunos testimonios, permanecían cubiertas de nieve durante buena parte del año pese a encontrarse en pleno trópico.
Desde finales del siglo XVIII y durante buena parte del XIX, esta cordillera imponente ocupó un lugar destacado en gran parte de los mapas de África, que la mostraban como una barrera infranqueable en el oeste del continente capaz de desviar el curso de los ríos.
Pero esas montañas que durante décadas se tuvieron por reales y alimentaron la imaginación de geógrafos y viajeros europeos no existen.
No existían, claro está, cuando hicieron su aparición en los mapas.
Un “fantasma de la historia”
Los montes Kong son uno de los “grandes fantasmas de la historia de la cartografía”, como apunta el periodista Simon Garfield en su libro On the map, que dedica un capítulo a la legendaria cordillera y a cómo esta mentira geográfica sobrevivió casi 100 años.
El primero en describir los inexistentes montes Kong fue el explorador escocés Mungo Park, quien viajó al interior de los actuales Senegal y Mali entre 1795 y 1797 en busca de las fuentes del río Níger, uno de los grandes misterios de la geografía africana para los europeos de aquel tiempo.
El primero en describir los inexistentes montes Kong fue el explorador escocés Mungo Park Crédito: BBC
El relato de su periplo se publicó en Londres en 1799 con un apéndice ilustrado por el cartógrafo inglés James Rennell, en cuyos mapas los montes Kong cobran forma por primera vez como un gran macizo montañoso que se extendía a lo largo del paralelo 10 por buena parte de África Occidental.
Su nombre lo tomaban de la ciudad de Kong, capital del imperio homónimo que se extendió durante el siglo XVIII y XIX en la actual Costa de Marfil.
¿Un espejismo o una invención?
Es difícil saber si Mungo Park realmente creyó ver la cordillera o simplemente se la inventó.
“Probablemente vio un espejismo, o quizá unas nubes que parecían montes. Entonces preguntó a viajeros y mercaderes si había una cordillera en esa dirección y le dijeron que sí”, le dice a BBC Mundo Thomas Bassett, profesor emérito de geografía en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign y coautor del artículo Las montañas Kong en la cartografía de África Occidental.
Para Bassett, la historia de las montañas de Kong es inseparable del debate sobre el curso del río Níger Crédito: BBC
“No obstante, yo diría que su origen se debe realmente a James Rennell. Como argumento en mi artículo junto a mi colega Philip Porter, la emergencia de los montes Kong hay que entenderla en el contexto amplio del debate teórico sobre el curso del río Níger”, apunta el experto.
“Había muchas teorías en conflicto y la representación de Rennell de los montes Kong está relacionada con su propia hipótesis”, explica Bassett.
El misterio de las fuentes del Níger
Rennell, uno de los geógrafos más reputados de su tiempo, defendía que el Níger discurría hacia el este y se adentraba en el continente africano, alejándose del Océano Atlántico, para luego evaporarse en una especie de delta interior.
La existencia de los montes Kong corroboraba su idea: aquella barrera insalvable impedía que el río fluyera hacia el sur hasta el golfo de Benín, como hace en realidad.
La existencia de los montes Kong corroboraba la idea de James Rennell, uno de los geógrafos más reputados de su tiempo Crédito: BBC
A partir del momento en que las ilustraciones de Rennell vieron la luz, la gran mayoría de los mapas comerciales de África hasta finales del siglo XIX reprodujeron su visión de África e incluyeron los montes Kong.
La cordillera, quizá como consecuencia de su carácter irreal, iba adquiriendo formas y extensiones variables según el gusto y la imaginación de quien la dibujara.
Eldorado de África Occidental
En algunos mapas, los montes Kong llegan a atravesar todo el continente africano de oeste a este, como un muro que sellara el desierto del Sahara por el sur.
No faltaron descripciones detalladas en las que se les atribuía un tono azulado, una “altura formidable” o que aseguraban que sus tierras eran estériles, pero ricas en oro.
Las montañas de Kong a menudo eran representadas como una barrera casi infranqueable Crédito: BBC
Se popularizó la idea de que eran una especie de “Eldorado de África Occidental”, la fuente misteriosa de las riquezas del Imperio Ashanti, localizado en la actual Ghana.
La leyenda no dejó de crecer hasta que, en 1889, el militar francés Louis-Gustave Binger contó su viaje a lo largo del río Níger ante la Sociedad Geográfica de París. Su conclusión: sobre el terreno los montes Kong no existían.
Desde entonces, tal como había aparecido, la cordillera se desvaneció.
Las lecciones de los montes Kong
Su rastro, en cambio, más allá de la anécdota histórica, plantea una serie de cuestiones sobre la precisión de los mapas y los intereses de quienes los crean.
“La lección de las montañas Kong es básicamente que debemos ser lectores críticos de mapas. Tenemos que plantearnos preguntas sobre el contexto en el que se hicieron y por qué motivos fueron diseñadas. Sin tener eso en cuenta no se puede entender un mapa”, sugiere el profesor Bassett.
El viaje de Louis-Gustave Binger a lo largo del río Níger acabó con el mito de las montañas de Kong Crédito: BBC
El geógrafo destaca el hecho de que las montañas Kong ilustradas por Rennell aparecieron en un momento en que a los mapas ya se les suponía un rigor científico y eran interpretados como representaciones fieles de la realidad.
“Antes del siglo XVIII hubo mapas con todo tipo de accidentes geográficos fantásticos e imaginarios. Por ejemplo, en el siglo XVI, el cartógrafo Ortelius retrató las fuentes del Nilo en dos grandes lagos en el Sur de África. Las montañas Kong son excepcionales en el sentido de que aparecieron en mapas posteriores al siglo XVIII, cuando se suponía que ya eran científicos”, señala Bassett.
Esa presunción de verdad de la cartografía, junto al prestigio de un geógrafo como James Rennell y de la industria editorial europea, explica que la cordillera inventada perdurara tanto tiempo sin que se cuestionara su existencia.
Los intereses detrás de los mapas
La desmentida oficial de Binger, casi un siglo después, llegó condicionado también por los intereses europeos. La constatación de que los montes Kong no existían alentó la política expansionista de Francia en África Occidental.
En los despachos de los gobiernos europeos de finales del siglo XIX, los mapas -más que en un motivo de discusión geográfica- se convirtieron en herramientas imprescindibles para materializar las aspiraciones colonialistas.
En los actuales mapas no hay señal de las montañas de Kong Crédito: BBC
“A lo largo del siglo XIX, gradualmente, vemos cómo los reinos y feudos africanos se van convirtiendo en colonias europeas. Los mapas políticos del siglo XIX se superponen sobre la geografía física. Eso explica las diferencias entre los mapas británicos, franceses o portugueses. No solo están describiendo territorios, están reclamando”, apunta Bassett.
“Esos mapas son, como algunos historiadores han apuntado, retóricos, plantean argumentos sobre el mundo. El caso de las montañas Kong es un ejemplo de todas estas cuestiones”, agrega el profesor.
Una historia que resuena más de un siglo después, en un tiempo en que es posible asomarse a las calles de cualquier ciudad del mundo a través de una pantalla y los planos más detallados caben en el bolsillo gracias a los teléfonos móviles
Fuente: LA NACIÓN – ABC NEWS – Autor: Pablo Esparza – 05/12/2020