Sabía que partías,
pero no quise detenerte
te ibas sin decirme adiós
y lo tenía merecido.
Te hartaste de mí
porque al darme todo,
te quité todo de igual modo,
te vacié de amor,
siempre brindado.
Te agotaste al amarme,
al saberme infiel,
no sólo una, mil veces
en que desaparecía
de tu vida, simplemente
para volver a regresar
sabiendo que siempre
te encontraría
y perdonarías, nuevamente.
Pero supe al llegar
la última vez,
cómo tu mirada
huía de la mía,
sin demostrar nada,
ni rencor ni enojo,
pero me pareció ver
una evidente indiferencia.
No fue necesario
decirnos nada,
vi a tu lado, las maletas
y observé al irte
tus pasos rápidos
dejando detrás
solo un mal recuerdo.
Hiciste bien, lo sabes,
jamás he podido amar
a una sola mujer,
aunque tú fueras
la última de todas,
conocida.