Vienes?
Me preguntaste
sabiendo
la respuesta.
Cruzamos
nuestras manos
alrededor
de las caderas.
Llegamos al muelle
al atardecer,
porque nos
emocionábamos
al ver caer el sol
sobre
el interminable
océano.
Nos besábamos
en ese lugar aislado,
nuestro lugar
en el mundo,
prohibido
a miradas
indiscretas,
de esas
que tu familia,
cada tanto
enviaba a seguirnos.