Subí
de dos,
en dos
los escalones,
escuche
sus lamentos
desde mi cuarto.
Al golpear
su puerta,
el llanto
era ya incontenible.
Entre
y ahí lo vi.,
al animal
que frente
a sus hijos,
la maltrataba.
Siempre
todos estos,
son carroña
y viles cobardes.
Del susto
y la sorpresa.
huyo y no le vi,
ni las piernas
cuando se marchó.
Cobarde como
solo puede ser,
un constructor
de violencia.
Me acerqué,
tiritaba de terror
en un rincón.
Porque lo permites?
le pregunte,
y solo silencio
obtuve,
seguido de
un llorar
incontrolable.