Sonreí al salir,
y la gente,
se preguntaría
si estaba
en mi sano juicio.
No podían
saber
que estuve
en terapia,
y que la
sugerencia
poco feliz
que recibí
fue simplemente,
¡tienes
que irte ya!
Como si años
de amor y
desencuentros,
solo con ello,
podrían pasar
a un rápido olvido.
Que poco
sabemos
de los otros
y sugerimos
certezas,
como
si fuera
nuestra
propia vida.