Baja suavemente
el agua cristalina,
desoyendo a
las pequeñas rocas,
que solo
se limitan,
a hacerse surco.
El manantial
llega desde
la cima,
plena de pinares
y algarrobos.
El mismo lugar,
igual murmullo
en que nos
prometimos amor
para toda la vida.
Estoy sólo,
la armonía
del lugar
es la misma.
Pero mi corazón,
es un páramo.