Pensar,
luego existir
dijo aquel
filósofo griego.
Pero desconocía
que al pensar,
uno puede dejar
de existir,
porque amar
es sentimiento,
no cerebro,
ya que este
actúa solo,
cuando
nuestras fibras
mas intimas
se estremecen,
entregándonos
sin medir
siquiera,
consecuencias.
Es como
un acto reflejo
inesperado,
y deliciosamente
deseado.
Su sentido
de ser
era apropiado,
para la
naturaleza
humana.
Pero no
para el amor,
sin el
uno no existe.