Va y viene
como en
una sala
de espera
de maternidad.
Sabe que regresa,
está nervioso,
han pasado ya
cinco años,
decenas de correos
en esos años,
pero el se
hace la misma
pregunta.
¿Seguirá
amándome?
La ve salir
de la zona
de llegada,
bella como
el Ángel
que partió,
buscando
el éxito,
que aquí
no hallaba.
Se miran.
El temblor
se apodera
de él.
Se paraliza.
Es ella,
la que deja
caer, sus maletas,
y corre
hacia el
fundiéndose
en un abrazo
eterno.