He compartido
tu vida y tu dolor.
Por ese camino
que has elegido,
o has ingresado
presa de la ignorancia
o de las angustias,
causas quizás,
que te
ha llevado
a la adicción.
Deterioro
en mente
y cuerpo,
luego al encierro
con los demonios
acosándote,
hasta que te recuperas,
y al volver,
reinicias el mismo
viaje conocido.
Que debería hacer?
Dejar
que te estrellaras?
No, te amo demasiado.
Y en cada círculo,
en que retornas
una y otra vez,
acabo preguntándome.
¿Para qué?