Era el sur profundo
de la ciudad,
barrio de Pompeya, frontera
con Barracas.
En su época
barrio de taitas,
que como bien
decía Borges,
defendían
a su mujer,
a cuchillo
y sin asco alguno.
Hoy es solo
nostalgia
y abandono.
Con gente
ya de
todas clases,
la baja que siempre
lo fue,
alguna media
que muto a baja,
adultos y criaturas
ayudando,
a separar de
la basura,
en la búsqueda
febril de algo
para vender,
para usar
como abrigo
o para comer.
El modo electoral
es ciego
e insensible
a todo esto,
y como duele.
Esa gente,
solo interesa
para una foto,
o ponerlos
en sus discursos,
con promesas
jamás cumplidas.
Esta la sociedad,
confusa más aun,
enfrentada entre sí,
sin respetar
sus propios
valores
y necesidades.
Y uno se
pregunta tristemente,
la razón de
una historia
repetida, absurda,
y se repregunta
cuando
llegará la República
como la soñaron
los hombre probos,
de hace dos siglos.