Te tengo
en mis brazos,
abrazada
a mí pecho,
con pecado
concebida,
como cada
una de tus
fugas de sábado,
en que
te alejas
al que llamas
“bueno para nada”.
A veces,
siento que
ingreso
mansamente
en tu infierno.
Quieres todo
al mismo tiempo,
como si
un instinto
animal
te exigiera,
llegar hasta
a lo más prohibido.
Me libero
del pecado
de la lujuria,
y pienso si el
con su fortuna,
no se inmuta,
a pesar de saber
que te ha perdido
hace tiempo.
Pero el no
te dejara,
eres algo mas
para mostrar,
y menos
lo harás tu,
gustosa
de lujos
y apariencias.
Para ambos,
es solo un guión
a interpretar
con debido celo
día tras día.
Y yo?
Cómplice
de algo,
no endemoniado
como hace
años.