Es tu boca
la que provoca,
la que reclama,
la que insiste,
la que se muestra,
la que entreabre
sus labios,
la que desafía,
y es por ello,
que el instinto
salvaje de
todos los tiempos
del universo,
la hacen mía
una y otra vez,
un roce de labios
al comienzo,
mi lengua
saboreando
y hundiéndose
en lo más profundo.
Y tú,
que respondes.
Que jugueteas
y muerdes mi cuello,
soplas suavemente
sobre mis orejas,
sigues
con mi pecho,
no tienes limites,
continuas
deslizándote
hacia abajo,
y todo se inflama,
deja de ser
una sensación erótica,
para transformarse
en el éxtasis
del placer infinito,
como lo es
desde el inicio
del Génesis.