Solo soy que como El Quijote
aquel Hidalgo del gran Cervantes,
sin Rocinante ni escudero,
quien te rescatara porque aunque
no te llames Dulcinea, el Universo
o quien haya sido, me ha regalado
el don de la palabra y la experiencia,
que puede arrancarte del lodo
del cual hoy no tienes conciencia,
pero a los treinta te preguntaras
que ha pasado con tu vida.
Hasta a los más endemoniados molinos
reemplazados por los miserables humanos,
serán azotados por el viento si pretenden
cruzarme en tu rescate, inertes quedaran.
Salvo que tú cedas y en la nada, prefieras
solo sobrevivir como dices “estoy bien, mejor”.
Porque lo que sufres, es como el -Síndrome de Estocolmo-
Ya te has acostumbrado a creer, que te protegen.
Seré centenario como siempre digo,
con los aires de libertad, aprenderemos a amarnos,
jugando al juego que más prefieras.
Somos y seremos diferentes, dejaremos
de lado tu mundo hostil, que te lleva al hastio.
Resurgirás de las cenizas como el Ave Fénix,
si tu corazón continúa puro y deseas reconstruirte,
solo así, quizás tengamos la gracia de una buena vida
lo que deberá ser, tu próximo estado de gracia.