Hoy desperté contigo a mi lado.
Qué puede pedir un hombre,
al oler la fragancia
que la piel que su amada le regala.
Tus dedos finos acariciaron mi cuerpo.
Entendí que aún era temprano,
para bajar a desayunar. Además
llovía de forma torrencial sobre la ciudad.
El tiempo es hoy, te dije. Y solo nuestro.
Nos abrazamos y comenzamos de nuevo.