Erase una vez un joven humilde,
que con gran sensibilidad y mejor rima,
se ganaba unas monedas a la gorra,
recitando su propia poesía en el centro de la plaza.
Poco a poco, se reunían las gentes a su alrededor.
Era tan pasional como sus letras,
y atraía a bellas jóvenes que lo miraban
como si fuera un juglar de otra época.
Al terminar agradecía con una reverencia,
a aquellos que se habían detenido a escucharle
sin siquiera mirar en el interior de su gorra.
La poesía estaba en sus venas y sus letras
simples, adorables en armonía y seductoras,
atravesaban aun, las almas más extraviadas.
Es realmente conmovedor, he visto por las calles algún que otro artista y me pregunto ¿com lo bueno que es eso que hace, por qué no habrá triunfado?
Hay veces que el éxito llega tarde.
Un abrazo querido amigo 🌹🙋🏼♀️
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