No sabes ni siquiera donde vivir
ni adónde vas, en una ciudad
que te resulta desconocida.
El terror te paraliza, no dejas
de mirar hacia atrás, por si te siguen.
No comprendes aun que ha pasado
cuando tu inocencia alguien robo,
solo te dijo que era un juego
supiste que mentía cuando
el dolor del primer desgarro,
destrozo tu piel y alma de niña.
La ignorancia a tu alrededor
fue mudo testigo de tu profundo llanto.
A veces la pobreza con su ignorancia,
se hace ciega y fácilmente sobornada.
Ahora corres, corres sin detenerte
buscando no sabes qué, pero si
que nadie ponga sus manos sobre ti.