Juegas conmigo como decia la letra
de aquel tango de Gardel, Razzano y Lepera.
Recordas aquello de “Mano a Mano”
donde ni vos ni yo habíamos nacido,
en que una de sus frases debilitan
la figura del afamado guapo, despechado
por el amor perdido que se fue con un bacán,
que solo se atreve a declamar en su despecho
algo absolutamente sublime y desesperado,
“como juega el gato maula con el mísero ratón”.
Esa es nuestra relación, me acechas
me arrinconas aprovechándote de un amor
que como el mío, no tendrás jamás.
Solo basta que me encuentres
para que sin dudarlo me atormentes,
llevándome donde lo haces siempre.
Tu dormitorio es el palacio de la lujuria,
el antro en que el demonio se apodera de ti
y te transformas saboreando los fluidos
de mi cuerpo y haciendo que yo te imite.
Las bocas se juntan, las lenguas penetran
por todo lugar conocido, pero es solo el preámbulo
de lo que vendrá, lo hacemos suavemente
pero recorriendo cada centímetro de nuestra piel.
Han pasado ya tres horas, y aun sigues insaciable
y yo exhausto me transformo en el mísero ratón,
mientras tu “gata ardiente” no caminas por el tejado
sino por todo y cada lugar de mi cuerpo.
Sigue y no detengas nunca…