Aún no hemos tenido la primera cita,
hasta ahora solo han sido palabras
a través de estos multifuncionales aparatitos,
que pretendes que no te agobien a cada paso
y te quiten tiempo, para hacer lo que es de tu gusto.
Por eso, ayer me sorprendió
cuando sin necesidad, comenzó
a dejar de llamarme por mi nombre,
utilizando de manera reiterada diminutivos,
que si no fuera que estoy entrenado
para no vaciarme de ira ante cualquier motivo,
hubiera simplemente cortarle y au revoir.
Y conste, que solo fueron sugerencias
que le di, por esa maldita costumbre
de ayudar al otro, sin nada a cambio.
No se percató, que un diminutivo
desmerece a quien tiene frente a sí.
Cuando ese alguien, yo
solo trataba de serle útil
ante situaciones cotidianas de la vida,
que solo nosotros las complicamos
buscando excusas, para no escuchar.
Pero, bueno cada cual a su juego.
Si se da el encuentro del sábado, bien.
Si no, también…ya que a esta altura
he dejado de sorprenderme hasta de la nada.
Es como siempre decimos
La mente humana es un perfecto
mecanismo de relojería,
pero hay quienes no disfrutan
de la vida, por el solo hecho
de su propia guerra fratricida
de neuronas…
¡Genial escrito! Me sentí muy identificada con eso de la guerra entre neuronas. Supongo que tienes razón, así es la mente humana… Saludos 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona