Tus ojos buscan repetidamente
astutos, misóginos a tu alrededor
la próxima presa a conquistar
para satisfacer solo tu ego,
sabes que aun odiándolas
las necesitas desesperadamente,
como la sangre que bombea tu corazón.
No puedes ni deseas cambiar,
disfrutas cada conquista como la última.
Tu cerebro atormentado no distingue
el bien del mal y tu ciega conciencia
no cesa de atormentar a quien cae
bajo esas redes urdidas meticulosamente
por alguien que como tú, solo disfrutas
hacer el mal deliberadamente a la extraña.
No aceptas que se te resistan,
Tienes una paciencia tan infinita,
como el tiempo que ya no crees real.
Sabes que algún día, alguna cuenta
rendir tendrás.
No te importa, te sientes bien
en el infierno que tú mismo has creado.