Nuestro primer encuentro
y sentí en el abrazo primero,
la inmensa ternura que tenías dentro
fue un regalo del Universo, conocerte.
Me sentí tan feliz a tu lado,
que la emoción me hizo cometer
aquellos deslices de adolescente.
Te convertiste en el aire fresco
que necesitaba para avivar la esperanza
y otear ese horizonte aún lejano.
Me disculpo, si fui absurdo o prosaico
de a ratos, y en otros mostrarme,
tal como soy.
Nos contamos nuestras vidas,
solo parte de ellas
con sus penas y alegrías.
Bien te dije, que podía escribir
el primer capítulo titulado “el encuentro”.
Adorable, regalando tu ternura infinita,
sonrisa maravillosa, vergüenza escondida.
Placidez en tu rostro que vive su hoy
con ilusiones y proyectos, al igual que yo.
Bien sabremos, cuando caminemos
un poco más, si esto maravilloso (para mi)
que nos ha pasado, puede convertirse
en algo creado por la alquimia y la magia,
hermanas para hacer el mejor producto
que solo la vida nos puede dar: AMOR.