Traicionera brisa que levanto
las hojas secas del piso
de los senderos del parque,
al igual que imprevistamente
tu falda, recordándome
a aquella famosa toma de Marilyn.
Presurosa quisiste cubrir tus piernas
largas, esbeltas, perfectas
pero resulto un tiempo sin fin,
hasta que buscaste un banco
y te sentaste, sujetándola.
Me senté a tu lado
junto a tu rubor sincero,
te dije que el viento a veces
nos hace pasar,
tantos malos
como buenos momentos
en la vida,
y que ese día,
me había dado una excusa
para encontrar una belleza como tu,
en esta fría tarde de otoño.
Te dije lo de la Monroe, te reíste
y continuaste riendo,
cuando te propuse
tomarte una foto
como fue aquella
que ya es un clásico,
te negaste, obviamente
pero tu rubor muto en confianza.
Seguimos conversando
en el mismo banco,
hace ya hora y media.
Te miro y me pregunto
¿Sera el inicio de una historia
con la ayuda de aquella picara brisa?
Muy bonito, lleno de frescura y alegria. Gracias y un saludo, y mis mejores deseos para los protagonistas de tu poema 😉
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Muchas gracias, amigo. Un cordial abrazo.
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