Infierno en las calles
ese vaho húmedo que detiene
nuestros pasos por las calles
de la misteriosa Buenos Aires.
Los rayos del sol
parecen incendiar la piel
y enceguecer la mirada,
dejamos hace tiempo
de ser lo que éramos,
para convertirnos
en una ciudad
de clima subtropical.
Confundidos y dislocados
los solsticios y equinoccios,
ya no son aquella referencia
de dos pares que definían
cada estación del año.
Es como si el clima
sufriera una arritmia,
que trastorna el ritmo
de cada día, de cada instante.
Y dentro de ello, nosotros
porteños de ciudad y callejeros
que con el infierno en la sombra,
sin detenernos seguimos admirando
y observando las innumerables
cúpulas del Congreso y de San Telmo
que se levantan al cielo,
como rogando la bendición
de una brisa, que ya no vendrá.
Un comentario sobre “Historias de equinoccios y solsticios”