No te has ido aun,
ya extrañándote estoy.
Nuestros buenos días
de cada día,
con nuestros “te quiero,
te extraño y toda aquello
que nos conmueve,
cualquiera sea la hora
desde el alba al anochecer”.
Desde aquel día en que entramos
tiernamente en el alma del otro,
sin siquiera pedir permiso
porque sabíamos que el cielo
se había abierto en un instante
solo para nosotros,
permitiendo que un querubín
nos señalara el fin de la búsqueda
y el jolgorio de un nuevo camino
blindado en el amor y el respeto.
Somos quienes y como somos,
no necesitamos decir demasiado
cuando nuestras miradas se cruzan,
porque los sentimientos
se entrecruzan juntos,
hacia cualquier y univoco destino.
La melancolía me acecha,
pero no permitiré
que me nuble y confunda
a punto tal de que
no pueda pensar en ti
juntos en cuerpo y alma.
Ya estoy aguardándote…