Te ves hermosa, como cada día
desde aquel en que te conocí.
¿Recuerdas cómo fue aquel momento
y en que situación, amor?
Estabas en la estación del metro,
a metros desde donde yo te miraba.
La frecuencia se hacía esperar
unos minutos más, raro siempre a horario.
En esos instantes, cruzamos nuestras miradas
casi imperceptibles, no obstante mucho nos decían.
Subimos por la misma puerta,
cuando el metro se detuvo en el andén.
Juntos tratamos de acomodarnos
en ese racimo humano que viajaba,
la mayoría como nosotros,
de vuelta con destino a sus hogares,
y sucedió lo inesperado e inmoral.
Un sujeto, donde el rostro lo delataba
se te puso detrás, y comenzó a fregarse.
Te diste vuelta, y pusiste tus brazos
en jarro, para tratar de protegerte.
No puede resistirme, fui a su encuentro
le murmure al oído que sería detenido
en la estación, en que viera a la seguridad.
Como rata miserable, comenzó a caminar
hacia el fondo del vagón, imbécil depravado.
Nos miramos a los ojos, sin bajar la vista
acompañando con nuestras sonrisas,
te dije despacito de tomar un café
me dijiste que sí, dándome las gracias
por lo que había sucedido,
te dije que lo hubiera hecho, fuera quien fuera,
mintiéndote ya que al verte en el andén
ya me habías generado esa emoción tan conocida.
Y aquí nos tienes, cinco años después
juntos con un amor gestado en el metro,
como tantos otros que resultan iniciáticos
en situaciones de las más impensadas…