Eres como Afrodita bella
sabiendo actuar como aquella
Diosa del amor, que provocaba
disputas entre los hombres,
y como aquella mitológica
que se desposo con Hefestos,
pero se acostaba con Ares
deseando su belleza
sobre la fealdad de su esposo.
A ti no te descubrirá Zeus o el Dios Sol,
serán las señales en tu lascivo cuerpo,
que enseñaran a tu marido
el camino a tomar, no sera quizás
una red de oro sobre tu lecho,
sera tu propia vergüenza si la tienes,
la que te enseñe a alejarte de el,
para nunca mas creerte Afrodita.