Eras rosa suave y perfumada un día,
corona de Cristo al otro día.
Eras torbellino de palabras,
y a veces silencio que no supe percibir,
decía mucho más de lo que callabas.
¿Agua y aceite, quizás?¿O distintas formas de sentir la vida?
Quizás a ambas preguntas,
responda en forma afirmativa.
Supere los márgenes de ser gracioso,
lo que llevo a innumerables equívocos.
Pero no puedo cambiar, mis raíces
son ya profundas y se han afirmado
en unas convicciones que se
que solo son mías y de nadie más,
ya que no existe razón alguna
para pedirle a alguien hacerlas propias.
Seguiremos el camino de la vida
por senderos distintos buscando a quien
cubra la necesidad leal y fiel
de ese agujero llamada soledad.