Estas enferma, quizás en tu lecho
en tu departamento, no puedo llamarte
ni acompañarte como desearía
por el solo hecho de hacerte compañía.
Pero soy el “amigo invisible”, clandestino
para tus hijos y quizás para otros.
Me siento como si fuera un ladrón
convertido en la sombra de lo que no soy.
Pero tu pusiste las reglas, o más bien
dejaste que solas se acomodaran, tras el secreto.
Y los secretos sabemos, son difíciles
de mantener en el tiempo. Siempre se descubren.
Tengo que mandarte un mensaje,
para saber si puedo llamarte…
me siento que no soy parte de tu vida,
solo el amor clandestino que necesitabas,
algo de aquello que se llama “touch and go”…