Nada equivocado estuve
cuando me dije que pronto
más que tarde, te olvidaría.
Ofendida por no reconocer
tus equívocos y como dando
un portazo a mi corazón,
decidiste terminar algo
que podría haber sido fantástico.
No supiste tener un hombre
y menos soportar, que te dijera
su verdad de tus maneras,
en donde monosílabos confundidos
construían frases sin sentido ni razón.
Solo pretendiste un acompañante
que aceptara tus demandas,
sin animarse a contradecirte.
Deseabas no una pareja, alguien
que fuera una compañía sin voz,
para evitar proyectar esa ardua tarea
de crear una vida, mejor que las pasadas.
Sonrió ahora y sin dudarlo, doy gracias
a tu decisión, tan acertada.