Por más que pensaba,
ese amor tan esperado
para él no presentaba fisuras,
su relación no era nada rutinaria.
Sabía que no podría
vivir sin ella,
la desesperación de perderla
y no verla más,
comenzó a afectar su razón
lo que nunca había sucedido,
pasaba del amor al odio
como quien por ciclotimia
cambia sus estados de ánimo
en su más profundo e íntimo mundo.
Tuvo la lucidez
de darse cuenta,
evitando llegar a una estupidez.
Se abrazó a su paciencia
y la invito a la cafetería,
a la que solían ir cada domingo.
pensó antes, que le diría que no,
se sorprendió cuando recibió un sí.
Su corazón volvió a palpitar
ya en el lugar, como fuera de eje
sintió temor al realizar la pregunta
que tanto había girado en su cabeza.
Miro sus ojos celestes como el cielo
o como el mar, donde se conocieron.