Gris el cielo, como hiriendo
su pertinaz llovizna a quien
pretenda recorrer la ciudad,
como acusándolo de violar
este aislamiento que fagocita
la razón y la certidumbre de mi mente.
No hay manera de evitar
pesadillas nocturnas,
ni la ansiedad que me invade.
Cansado y dolido ya
de saber números sin nombre,
que cada día parten solos
al igual como nacieron.
Lágrimas que no mojaran
sus rostros,
besos que no acariciaran
sus frentes.
Solos ellos, confinados
impersonales, entubados,
sin una mano que tomen
las suyas, acompañándolos.
Despedida abrupta, inexistente
para los que se quedan,
a quienes les queda pendiente
el adiós de la materia,
pues las almas deambulan
buscando su próximo destino.
Triste realidad, de almas que se han transformado en un parte diario, víctimas de un sistema que los utiliza para hacer “filminas” y tablas que los hace, a ellos, más exitosos o no, en el manejo de sus intereses (degradación de la vida misma).
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Extremadamente cierto. amigo. Solo seguiremos siendo pendulares a la voracidad de la riqueza que se une a la política, para hacernos ver que una sociedad justa e igualitaria es y sera una utopía. Un abrazo!
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Triste, realista y esplendidamente expresado…saludos
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