Es noche obscura,
demasiado cerrada,
debo esforzarme
para ver la senda,
la tierra húmeda
por la reciente lluvia,
ha puesto resbaladizo
el piso y la linterna
me ayuda poco
para distinguir
donde pisar firme.
No veo la luz
del caserío que busco,
el único dato confiable
que me han dado,
en este par de meses
desde la pérdida
de mi hija adolescente,
sin motivo aparente.
Vuelvo a retrotraerme y recordar
mientras sigo el confuso camino,
como eran nuestras vidas hace días
en que primaba la comprensión,
y un enorme amor reciproco,
ya que Ana no daba un paso
sin antes consultarme como padre
o bien como una persona que le era ajena
sobre dudas que podían deberse
quizás a sus estudios, o a decisiones
en temas del amor, latente siempre
en toda muchacha adolescente.
Su madre, mi esposa había fallecido
hacía dos años en forma repentina,
el dolor nos paralizó pero me esforcé
para contener a mi hija, aun una niña.
Continuará…
bonita poesía y triste también saludos… esté tipo de poesías sinceramente llegan al corazón
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Es una bella pero muy triste forma de describir un evento que espero que solamente sea una creación de tu creatividad, me tocó el corazón.
Un cálido saludo
Elvira
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