Romeo y Julieta es una tragedia del dramaturgo inglés William Shakespeare. Cuenta la historia de dos jóvenes enamorados de 13 y 17 años que, a pesar de la oposición de sus familias, rivales entre sí.
Pero en este siglo XXI, si bien un multimillonario no vería con buenos ojos, que su hija recién alejada de la pubertad, hoy convertida en una bella y fogosa jovencita se enamorara de alguien, que no estuviera a su nivel socio económico.
Porque generalmente lo contrario; solo pasa en las edulcoradas películas de fantasía, que consumen con fricción las niñas enamoradizas de hoy en día, que se alientan hasta desde la mas precoz edad sin distinción de clases sociales.
Pero como el amor no tiene barreras; para esa edad están convencidos que los adultos no saben nada de la vida y solo son viejos amargados, preocupados por el día a día, ,que lejos de conocer lo bueno de la vida, solo se la pasan haciendo recomendaciones sin sentido, como si fueran a ser ellos los/las jóvenes- carne de secuestradores y traficantes de trata.
Ya no es; como en épocas pasadas en que las madres o los padres varones, mantenían esas intimas conversaciones en secreto que en tono casi inaudible, les decían a sus hijos o hijas, sobre que el origen de su nacimiento -no había sido causa ni de la cigüeña ni de un repollo-, habían sido el fruto del amor único y adorable de papá y mamá.
Hoy en día, hasta niños o niñas que tendrían que jugar con muñecas o autitos -sin generalizar-, en algunos casos nos enseñan a nosotros como les dieron la vida y en otros hasta el extremo, de conocer de que se trata el «Kamasutra el arte de amar» -que ya es tan viejo, como «Olga, historias de una princesa rusa».
Así fue con Andrés Morales y Elizabeth de las Mercedes Cárdenas. El un niño abandonado por sus padres, criado por una tía que le dio cobijo y con esfuerzo le costeo los estudios en el exclusivo Belgrano Day School.
Allí desde su ciclo inicial, se sentó siempre con la niña Elizabeth y se convirtieron en inseparables. Si bien los padres de Elizabeth eran reconocidos en la sociedad echada a menos de la aristocracia argentina, el era socio y director de varias empresas, como asimismo socio del exclusivo Jockey Club de Buenos Aires, al enterarse de quien era su amiguito de escuela, trataron de persuadirla de alejarse de él, pero nada pudieron hacer con la niña, que les planto con sus ocurrentes desafíos y caprichos, tal como la habían educado.
Paso el tiempo, Elizabeth iba seguido a la casa de Andrés, en donde se ayudaban entre si con la tarea y merendaban con la armonía que les podía brindar la tía Jacinta, mujer de piel cobriza, de raíces indígenas pero muy culta, ya que también había servido en la casa de una familia adinerada y de raigambre porteña, pero que a diferencias de sus pares, trataban a su personal de servicio con mucho respeto, además de costearles cursos de ceremonial y otros, para que tuvieran un futuro mejor. Eran misericordiosos y humildes, lo que provocaba urticaria entre sus matrimonios amigos o conocidos, Esa era la razón de la calidez de la tía Jacinta y su nada despreciable nivel cultural.
Fue el año de finalizar el ciclo inicial, que los amigos comenzaron a mirarse de otra manera. Ambos; cuando rozaban sus manos en búsqueda de material para desarrollar sus trabajos prácticos, se sentían conmovidos. Se miraban fijamente y era Andrés quien bajaba la cabeza cohibido, Hasta el día que Elizabeth, llevo sus manos a la cara de Andrés y le dio un beso «inocente» -por ser el primero de su vida, no sabia besar ni que sabor tendría. Andrés, sintió que su corazón latía mas fuerte y ya no pudo detenerse, la abrazo suavemente tomándola por la cintura, y con sus labios entreabiertos sintió la humedad de la boca de Elizabeth. Un amor que venia creciendo desde niños; y que al llegar a la púber-adolescencia había florecido como una rosa en un vergel.
Nada dijeron. Un secreto solo de ellos dos. Realizaron la preparatoria, la que superaron con éxito, continuando estudiando en el mismo colegio, sentados en el mismo banco. Su historia de amor; era en privado y solo para ellos, en el «refugio» como ambos llamaban al cuarto de Andrés en su casa. Ni siquiera la tía Jacinta ni los padres de Elizabeth lo percibieron; asimismo en el colegio solo corrían rumores nunca verificados, de alguna actitud sospechosa de ambos, que pudiera advertirle a algún compañero o compañera, que había algo entre ellos. Ello solo podía surgir de alguna mente fantasiosa; pero imposible de afirmar.
Tanto Elizabeth como Andrés, se contentaban en estar juntos, estudiando y abrazándose adorablemente. Ambos aprendieron lo que era un beso de pasión de amor, como ellos se profesaban. Pero habían establecido el pacto de no tener relaciones, hasta tanto no les dijeran a sus mayores que solo deseaban irse a vivir juntos, una vez que finalizaran los estudios y pudieran emplearse. Se mudarían ambos; a un campus universitario donde continuarían la misma carrera de Ingeniería Informática, apoyándose en las capacidades que venían demostrando en la secundaria. Llego el fin de curso y así el baile de egresados, en el que Colegio mantenía la misma tradición centenaria, cada muchacho invitaba a una compañera, para acompañarlo a esa despedida que a casi todos les provocaba alegría, por el futuro y tristeza al mismo tiempo, por dejar de recorrer cada uno de los pasillos, aulas y el parque del Belgrano School.
Llegado ese momento, Andrés se presento en la casa de Elizabeth, a sabiendas que los padres de ella, siempre lo habían mirado con cierto recelo. Pero a Elizabeth ya no le interesaba lo que podían pensar sus progenitores, conocía mas a Andrés que cualquier otra persona, para saber que era un hombre gentil, inteligente y adorable hacia ella..
Esa noche, cerca de las ocho de la noche, Andrés tocó el timbre de la mansión de los Cárdenas. Le abrió el personal de servicio y el joven, pidió hablar con el Sr. Roberto Benjamín Cárdenas, padre de Elizabeth. Extrañado el mayordomo, le pregunto si tenía acordada una cita previa; a lo que Andrés ya nervioso, le respondió que no. Ante la negativa del mayordomo de avisarle a su empleador, le dijo al muchacho que se retirará. Andrés; todo lo contrario comenzó a discutir reiterando que tenía la necesidad de hablar con el padre de Elizabeth.
Los gritos llegaron a la planta superior de la mansión, y el citado Roberto Cárdenas se mostró sorprendido, procediendo a bajar rápidamente por las escaleras, encontrándose con el viejo mayordomo Matías y el muchacho, compañero de su hija, en plena discusión. Sereno; pero con firmeza se puso de pie en el medio de ambos y preguntó que era lo que estaba sucediendo.
Al contestarle el viejo Matías de las intenciones de Andrés; Cárdenas resoplando, dijo -bueno; no es para tanto, un amigo de mi hija, es un amigo de esta casa-. Pasa muchacho; e invito a Andrés a pasar al salón de recepción.
Siéntate le dijo, con voz firme y mas parecido a una orden…A que se debe tu imprevista visita sin aviso alguno, pidiendo hablar conmigo; cuando si te he visto unas tres veces en estos años, siempre fue de casualidad ya que nada conozco de ti. Bueno; tengo poco tiempo -a que venias?
Andrés; a pesar de sentirse al principio intimidado por la soberbia y malos modos del hombretón que tenia enfrente, alejo rápidamente todo ello de su cabeza y le espeto
sin vueltas – He venido a pedirle permiso a Ud. para invitar a Elizabeth al baile de fin de curso; y luego si ella está disponible quisiéramos conversar tanto con Ud. como con su señora esposa, de algo muy importante que hemos decidido ambos; es decir Elizabeth y yo.
Cárdenas se movió ya incomodo en su sillón de terciopelo italiano, y comenzó a carraspear…luego sin preámbulo alguno ni buenos modos, levantándole la voz le respondió – tú…justo tu; mestizo ignorante y huérfano, sin futuro alguno, te presentas en mi propia casa,
Descaradamente tu vienes para decirme esto! Largo de aquí ya, mestizo de mierda!
Los gritos alertaron a Elizabeth y su madre, que bajaron rápidamente, mientras el viejo mayordomo estaba a los empujones con Andrés, tratándolo de expulsarlo de la mansión. Pero sus idas al gimnasio, habían hecho de Andrés un joven atlético, fibroso además de poseer inteligencia por encima de la media, que en quien creyera, lo había privilegiado. Cárdenas; viendo que el viejo Matías no podía con el muchacho cogió de la chimenea, al atizador de fuego y se acerco por detrás a Matías, éste cuando se dio cuenta ya era tarde, fuera de si Cárdenas lo átraveso con el atizador en el abdomen. Matías, se desplomo como fulminado y debajo un gran charco de sangre era el retrato cruento de la tragedia. el grito de Elizabeth, debe haberse escuchado a 10 kilómetros a la redonda.
Cárdenas cayo de rodillas, tomándose la cabeza con ambas manos, seguramente preguntándose que había terminado de hacer y las graves consecuencias que tendría. Mientras tanto, Elizabeth sostenía la mano de Andrés, ya sin vida, presa de una crisis de nervios y un llanto convulsivo. Su madre, no tuvo oportunidad de contenerla, ya que la empujo violentamente.
Como dije al principio esta remake de «Romeo y Julieta» terminó en tragedia, pero su final fue distinto con matices. Andrés asesinado por el padre, que sufriría prisión perpetuas por el resto de su vida. Elizabeth….desapareció; dicen los vecinos que la ven pasearse por los balcones de la planta alta, hablando sola como si hubiera perdido la razón. No necesito la pócima del veneno…para Andrés, el veneno de este fue un atizador y ella solo pudo beber el veneno de la locura, que iría creciendo hasta el fin de sus días. Eso si, en todos los balcones no había siquiera una mísera flor. Recordé aquel poema de Baldomero Fernandez Moreno, que rezaba así «Sesenta balcones y ninguna flor»…
Necesitamos tan poco para amar. Dinero no es nada en la vida. Abrazos, querido!
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Oi, Nicole. Embora seja ficção, quantas vezes as diferenças sociais destroem o amor. Um abraço. Tenha um maravilhoso domingo.
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Essa é Nicole. Mas você sabe que os níveis alto e médio-alto continuam cegos, a discriminar por causa da sua cara – a quem não se deve confiar – ou porque são pobres ou destituídos. No futuro não vejo que existam políticas públicas que integrem as camadas sociais mais baixas à educação, a fim de reverter essa situação, e que haja muito mais interesse em permanecer no status quo, por parte das empresas ou dos políticos. Um abraço.
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Nada parecido al Romeo y Julieta que conocemos de sobra pero si una lección de como aún persiste la creencia de que la felicidad viene de la mano con el dinero y la posición social. Un final inesperado y lamentablemente.
Un abrazo y feliz semana
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Muchas gracias, Manuel por tu amabilidad en pasar y leerme, Un abrazo.
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Igual para ti.
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Excelente historia, el amor debería de anteponerse a los prejuicios.
Gracias por compartir.
Elvira
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Agradecido; amiga mía. Por tus palabras; que resumen que los prejuicios nacieron con el Génesis. Un cálido saludo.
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Amigo mío, agradezco tu gentileza al responder , estoy de acuerdo contigo, pero está en uno crear el cambio…¿no crees?
Un cálido saludo.
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Amiga; así es. El cambio se da desde el adentro; reflexionando y siendo mejor persona cada día, ver a los otros como iguales, manteniendo esa necesaria misericordia y contención, para todo aquel que la necesita no solo en el económico. También a través del don de la palabra. Un cálido saludo.
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Amigo, acabo de ver tu mensaje, si no me equivoco, allá son 3 horas más que acá, ya estarás dormido. Estamos de acuerdo, el cambio es un trabajo diario para ser mejor persona, practicando la autoreflexión, tratando con misericordia y contención emocional a quienes nos rodean.
Un cálido saludo.
Elvira
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