HOY: Muñeco PALABRAS: 372
La memoria guarda recuerdos tan entrañables; que si bien sabemos que los hombres tenemos una cantidad entre sesenta y ochenta mil pensamientos por día, las mujeres en cambio como en tantos otros aspectos,nos superan largamente ya que pueden alcanzar la sorprendente cifra de ciento veinte mil.
Pero lo que siempre mi mente me trae al presente, es el recuerdo del abuelo materno de mis primos, Don Arturo Giardullo. Cada vez; que visitaba a mi primo homónimo -Daniel, como mi nombre- luego de saludar a mi tía Olga que con seis hombres en casa, parecía una malabarista de circo haciendo varias cosas a la vez, me daba una vuelta por el taller que Don Arturo, se había hecho en una de las habitaciones de la casa.
Era increíble la habilidad que poseía en sus manos; para con solo cartón, papel e hilo fabricar un muñeco que poseía cabeza, brazos y piernas articuladas por los hilos que se encontraban al dorso de la figura y que uno podía manejar de manera simple, haciéndole hacer malabares o bailar. Los hacía de todos los tamaños y cuando le pregunté la primera vez si los fabricaba para vender, me miró por encima de sus lentes y me contestó- No, de ninguna manera, es para regalarselos a los niños y niñas de la Iglesia Nuestra Señora de la Misericordia-.
Su generosidad y su sentido del humor, lo hacían al conocerlo una persona querible y en algunas tardes, que lo visite conversabamos que una de las razones por las cuales hacía cada día un muñeco o más, fue encontrar luego de jubilarse, una actividad que le satisficiera no solo a él, sino que fuera de utilidad para los demás.
Cada vez que lo veía me hacía recordar al Gepetto de Pinocho. Continuó haciendo manualidades durante algunos años y además del muñeco articulado, comenzó a fabricar ruedas de la fortuna de colores brillantes, en donde la aguja estaba sujetada a un eje, que pasaba justo por el centro de la rueda, haciendo tope en una tapita de bebida que Don Giardullo lo pegaba detrás, al dorso de la rueda. Cada número tenía un premio distinto, obviamente pequeños juguetes o golosinas, para cuando se festejaba un cumpleaños o acontecimiento familiar.
Entrañables esos juguetes, añorados todos los Gepetto que dieron color a nuestra infancia, tal tu Don Arturo. Que lindo es escribir, y leer, como en esta ocasión que has abierto un túnel mágico que me lleva a mi infancia. Gracias amigo. Abrazo.
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Esos recuerdos de la infancia tienen esa fragancia de armonía y sano humor, que cada tanto vienen para darnos una bocanada de aire puro. Gracias Sebastián, amigo. Otro de vuelta.
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Los recuerdos de infancia siempre ahí. asomando su cabecita para que no los olvidemos. A veces son nuestro mejor refugio. Un saludo.
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Muchas gracias; por detenerte y leerme. Es así tal cual dices; ese mundo de ilusiones que cada tanto nos envuelve como un mimo al alma. Un cálido saludo,
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¡Qué maravilla! Yo también pude disfrutar de juguetes así y esos recuerdos se marcan con tinta indeleble en nuestra mente. ¡Gracias por participar en el reto «Una palabra por 30 días»! Un saludo cordial.
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