Acabo de conversar
contigo
y si supieras
que has sido
más que un
bálsamo sanador.
Bastó el verte,
el escucharte
hablando
de tus penas,
también
de todo aquello
que te rodea
y te hace feliz.
De esos
pequeños
gestos de sorpresa,
de esos ojos
de asombro
que pones
ante lo desconocido,
de tu locuacidad
cuando veo que
te sientes plena.
Tu felicidad
se hace mía,
porque es solo
lo que me
interesa,
verte fluir
en la vida
a sabiendas
que la felicidad
se construye
día a día,
sin esfuerzo
pero siempre
con mucho amor.