
El viento
patagónico
nos recibió
subiendo
al tren
expreso,
más conocido
como
La Trochita.
Nos vamos
preparando,
levantando
las
ventanillas,
frio? que más da…
Las cámaras,
los telefonitos,
vuelven
a dispararse
una y otra vez,
nuevas fotos
o las mismas,
se borrarán
y se buscarán
las mejores,
que serán
recuerdos
de un viaje
inolvidable.
Llegamos
a Nahuel Pan,
pero antes
de bajar,
apareció
con su guitarra
Carlos quien
luego
de presentarse,
nos regaló
la música
y el canto
ancestral,
en su lengua
mapuche
tehuelche,
trayendonos
bellas canciones
de su pueblo.
Mis compañeros
de viaje
como yo,
al bajar
en Nahuel Pan,
ávidos fuimos
en búsqueda
de una
artesanía,
una torta frita,
algo de beber
o el infaltable
chorizo en pan.
Disponíamos
solo de
una hora allí,
ya los fuertes
y fríos vientos
de finales
del verano,
consecuencia
de la mayor altura,
se hacían sentir.
Al primer silbato
subimos más
que rápido,
y un cálido
ambiente
nos recibió,
la antiquísima
salamandra
a leña
encendida
del coche 762
nos arrullo,
haciendo del
regreso a Esquel
una fiesta amigable,
con avistajes
de fauna y flora,
y sobrevolando
en el cielo
algunos cóndores
en continuos
círculos.
Histórico tren
a vapor
de origen
alemán,
el de la
Trochita,
que cumple
cien años
muy cerca
de los
ciento dieciséis,
aniversario
de esta
bella ciudad.
Mañana
será el
momento
del alerce
milenario
con sus
2.600 años
de historia,
tiempo en que
los griegos,
aún no habían
fundado Atenas,
pero esa será
otra historia.. .
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