Las hojas crujen
bajo mis pies
al caminar
bajo la alameda.
El amarillo ocre
se detiene
al borde
del arroyo,
como si aquel
les dijera
a las hojas
cuando el viento
las lleva
sobre su lecho
que deben
acompañar,
sin deshacer
la armonía
del lugar.
Me detengo
y observo
el manto amarillo,
pienso en ti
recuerdo eterno,
cuando juntos
entrelazando
nuestras manos
caminábamos
por este
mismo lugar,
no puedo
evitar toda vez
que lo hago,
creer verte,
y así es
que una lágrima
como si
pareciera
un beso
dado al aire,
pretende
volver
a encontrarte.
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