7 poemas de Daniel Bencomo

Daniel Bencomo es un poeta, traductor y docente nacido en San Luis Potosí, México, en 1980. Su libro de poesía más reciente es La mutación de Lo en Lo (2018), al que preceden Espuma de Bulldog (2016), Alces, Rejkyavik (2014) y Lugar de Residencia (2010), Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino. Como traductor de poesía alemana ha publicado los libros El poema cruza un cuerpo y no saluda de Björn Kuhligk (2021), Últimas noticias de la zona aleatoria de Ron Winkler (2018), La calma entre el cero y el uno de Björn Kuhligk (2015) y Canon previo a la huida de Tom Schulz (2015), además de poemas de Christian Morgenstern, Hugo Ball, Hans Arp, Ingeborg Bachmann, Friederike Mayröcker y distintos poetas contemporáneos. 

***

EL TIEMPO ES UN KOALA EN UN ENSUEÑO DE EUCALIPTO

Viento, huesos de erizo que crujen,

el poema debía comenzar

con el parte meteorológico,

humedad y unos diamantes

minúsculos

de agua, que debían encajarse en el outfit

sonoro del bosque.

Pero eso no estaba y en cambio,

era el trópico de cáncer hace algunos años, un sitio

en el que te expandías como el liquen.

Un reptil en el fragor del aire rojo

te decía: todo es suficiente, aquí se cabe.

Pocas fotos y animales de ectoplasma

en ruta de migrar por tu memoria

son capturados por la lechuza blanca del sueño.

El poema debía comenzar con un informe.

Pasa el día y tú lo contemplas todo

como un cielo escalpado de estrellas.

Es puro plomo de nube, es carne viva de plomo.

¿Voy así buscando al poema?

El tiempo es un koala en un ensueño de eucalipto.

***

LLAMA FRÍA

El poema es un caballo lejano.

El poema pasta de sí mismo.

El poema se quita la botarga de caballo lejano.

Se muestra en su piel de llama fría. Fría,

es llama que cayó por el acantilado.

¿Cuándo perdió el camino?

Es una llama que muestra las costillas.

Su iridiscencia arranca en el tórax o,

lo que es lo mismo:

Se trata de un principio de origen. Es ántrax

o lo mismo:

Es seña de vida en el fulgor de la necrosis.

***

FLUJO DE METALES

Bajo el domo estrellado por fracturas de genes

que transporta su ruido, sus láminas neón

por el torrente sanguíneo.

El tren cruza el yugo de tiempo

creado por él mismo,

nosotros la red que nos tensa

y entrega como alimento

de algoritmos que degluten lo que pulsa

en cada cuerpo de manera distinta.

Nosotros con el presente en las manos

como una geoda labil y radioactiva.

Nosotros con el terror

de emular a un poeta centroeuropeo.

Es un domo estrellado en escala de grises

que sirve de cráneo y pantalla de lo incierto.

Nosotros con vallas fronterizas como órganos externos.

Con flujo de metales en los órganos internos,

recordando en las branquias un azul que se escapa

–un martín pescador también escapa–

reduciendo el ardor y el formato

de la huella común de carbono.

***

RESTOS DE CANGREJO

Venía, lo vi venir al wombat

por una playa con destellos de óxido

y plata. Caminamos hasta que el

vaho de su cuerpo y el mío

crearon un espejo volátil

en uno de los múltiples planos

del corazón del aire marino.

Y sin saber qué hacía él ahí

qué yo, qué yo, o, o, o. Emitimos un gesto

–un eco lejano de vaporwave–

pero el ruido de las olas impedía

cualquier código certero.

De quién era emisario, en nombre

de quién venía, no lo sabemos.

Qué dijo sobre la poesía, no lo sabemos.

Caminamos juntos hacia el faro

que sin querer ilumina

los restos de cangrejo en el fondo del agua

de este poema.

***

COMO UN JABALÍ

El día. El gesto calcinado del sueño

en la luz. Un animal de asfalto y noche

se esfuma en las gargantas

pero deja líneas cristalinas

que informan

de manantiales de fentanilo y espectros

en naufragio aquí.

Una clara yerba

crece alrededor del corazón.

Una fronda cordial que se atreve

a entreverar el futuro como un amago

de cualquier nosotros.

Un amago de nosotros como infección

emerge del neocórtex en gaseoso,

y cruza como un jabalí lo más intenso

de ese tejido que llamamos tiempo

que en ocasiones debe llamarse lugar

o luego sintetiza en el carmín de cada sexo:

pero tan extenso que a la vez nos contiene

y deja en la lengua un puño de chips

para millones de cráneos y cielos.

Pero es tan intenso

que irradia y se amotina en las costillas

en líneas de fabricación matutinas

en frentes de guerrilla no distantes

en ojos que se abren en la ojiva de otros ojos

y acarician con rayos láser

el horizonte postindustrial en que emerge

la voz un puño de estorninos

el umbral de la garganta el día.

***

AL LUGAR DE NACIMIENTO

La niebla extensa en toda la mañana

cubre huesos de alosaurio que quedaron

en las capas de mi cuerpo

en las capas de tu cuerpo

al alzarnos un poco del cuerpo

y poner careyes, pólipos, zargazo

en el cuarto marino de los ojos

para enhebrar con agujas de piedra el fervor

compartido

el fulgor de una palabra como wombat

que será devorada por el historial colectivo

y volverá a nuestros ojos

como una imagen predecible, pero no

para nosotros.

Cómo quedarme en ti, si veía

los albores de una selva en crecimiento

pero al tiempo veía

el resto de un ecosistema puesto en fuego

por un meteorito, vigilado

por una legión de langostas

o drones preemptivos

–no podía verlo–

pero al tiempo veía

a un elefante bebé transformarse en adulto

un elefante bebé

que sembraba un ombligo en su memoria,

su urgente memoria de sí,

para volver en el sueño al lugar de nacimiento,

para abrir en el piano preparado

por sus huesos,

un núcleo que vibra al replicarse lo vivo

para hallar el camino para morir en secreto.

***

DE MUY LEJOS

El filo del día cambia. El giro de la tierra

lo deforma a tal punto que imita

follaje de fuego de un horno que se activa

en los cráneos de las aves al caer el sol.

Es noviembre. Primero. Mis muertos están

por aquí cerca. Hoy sólo tienen por puente

algún nudo de vasos sanguíneos en mí.

Hoy tienen por puente mis palabras

que les forman un altar de hierro, un altar

de real jalea, que huele a sus regiones,

Hipólita de agua señora y refugio

Luz de agua quemada y harina,

Santiago coníferas, bandas de pueblo,

dulces de leche,

el pame Severiano y las bandas de aguardiente

por las que corren caballos que se extinguen

al estrellarse de frente con su latido.

De dónde vienen, de dónde llegan para

clavar la punta del dedo, como lanzas de cal

sobre una máquina de escribir

mucho más amplia que el mecanismo triturador

de cuerpos, historias, sonrisas

que se vino expandiendo en el nosotros

hasta volverlo un cascarón de grasa y óxido.

No importa.

Una brizna de mí se sostiene,

aguarda en la superficie del río

cual si estuviera en el filo

de un vaso de mezcal en Xantolo

destilado en alambiques

del cielo que no cede.

 

Imagen de portada: Daniel Bencomo

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Juan Domingo Aguilar. Editor: Arturo Pérez-Reverte. 8 de junio 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Versátiles.

 

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