Los espacios del adiós y otros poemas, de José Pulido (Selección).

Aquí entre nos

Tenía un beso guardado desde 1975

te lo quise entregar en la cocina

y se deshizo en el aire como algo egipcio

al saber lo ocurrido me dijiste

déjalo que se pierda

El día que amanecí recordándolo todo

me alegré con un sueño del año antepasado

que había olvidado en un instante griego

—morir flechado sin conocer a Helena—

quise contarlo porque estuviste en sus entrañas

pero un hollín nubló mi cielo pensador

y un tanto maternal me aconsejaste

déjalo que se pierda

las islas del pensar visito en nuestro cuarto

el cuarto es un océano

donde algo de Jonás se está moviendo

ahora no me atrevo a revelar

la enormidad de amor

que he estado descubriendo

 

La vagancia de estar soñando

Muéstrame dónde vivías,

le ruego, le suplico, le solicito en sueños

y él ni siquiera parece descubrirme

igual que si una tarde oyeras a alguien aporreando un metal

sin interesarte lo que está por suceder

¿latonería y pintura? ¿espadas? ¿campanadas?

a veces mi voz es como una sombra en la garganta

he estado tan pendiente de elucubrar

las palabras tejidas como suéter para no morirme de frío

de la tejedora amada en mis delirios y en mis momentos de

alcurnia dolida

ella, Wislawa Szymborska, con sus agujas de vuelo de picargo,

de Haliaeetus albicilla, de mujer sometida a esta soledad de lanas

que se

cruzan

un suéter partido en dos por el pecho, pero escondiendo el alma

Me ha tenido tan absorto indico:

que he olvidado otro sueño, uno emocionante en cuyas tramas

sumidas en volutas

conocí a una reina y entonces nos vimos y entonces le dije

muéstrame a una princesa

también he imaginado que la reina se enredó con Plotino

y el muy zamarro le susurró soy uno porque te quiero

Nunca se sabe qué puedes conseguir en la relación con un poema

no sería extraño saborear un corazón en medio de las palabras

a una amiga le advertí por esta vía “No te retrates más.

He visto en tus ojos a unos ángeles que se asomaban”

y eso me surgió porque había estado soñando con divinidades

y luego presencié otras muy concertadas ellas en la vida real

divinidades como la ilusión de mis viejas amistades

ahora con la precipitación de los nietos

y luego una especie de canario extranjero que vino y se posó en

mi hombro

y arrancó su canto en lengua totalmente local

como si yo fuera exactamente un árbol arrasado

Muéstrame dónde vivías antes de someterte a estos trances

repito para no olvidar que había estado soñando sin estribos

y juro que ni se dignó dirigir sus ojos hacia este lado:

el padre Adán se quedó como si no fuera con él

Con las manos heridas por las espinas de los naranjos

está llora que llora frente a la Plaza Pilsudski

que ni en sueños he visitado

y pregunto quién es esa belleza que llora sin parar

y viene la reina y me dice

Te presento a Wislawa Szymborska

 

Esos amigos de uno

No podemos escuchar todo lo que suena

hay un céfiro tan suave que no soporta nichos

como el aliento de una monja soñando

Habremos percibido las angustias ajenas

creyendo que era música

Molesto en conciliábulos he dejado mi zona del nacer

venían criminales, venían estafadores, venían los ladrones

venían las crueldades

se iban la luz, el agua, la certeza

la decencia, la sinceridad

Lamento que mi compadre también se haya ido

Éramos compadres porque bautizábamos libros

Teníamos esa amistad de reírnos del mal

de hablar como dictando salmos deleitosos

leíamos por placer a los mismos autores

supimos escarmenar a Whitman en John Donne

usando la ironía tropical que fluía en la Caracas de Manuel

Caballero

Llegamos a alcanzar tanta humildad en lo sensible

que acompañando emocionados a Manuel dijimos sí acepto

a la desesperante belleza de la poesía de Hanni Ossott

sobre cualquier crepúsculo e inclusive:

una belleza más bella que un soneto perdido llorado por el Dante

Nuestra hermandad venía de épocas de hambre luminosa

y siempre nos decíamos como llenos de vida interminable

si ves un ángel sacando con ímpetu su espada

inclina tu cabeza y no le implores

Creía que yo vivía a unas pocas manzanas de su hogar

y que había olvidado su amistad hasta el punto

de no visitarlo en el hospital donde encalló

(en el lodo blanco de las sábanas hundido

la popa del colchón destrozada contra los peñones de la orina)

he debido decirle que estoy más allá de un océano

y aunque viviera a un paso, a medio metro,

no habría tenido ganas de ser un bulto más en su ceguera

ni orar en reclinatorio prematuro por unas piernas

que ya se habían marchado

nunca hubiera podido cruzar su hinchada soledad

y aún me descompone aquella nota irreal de despedida

Me voy como los peces que se vuelven pescado. Te dejo mis libros y mis

discos.

No sé dónde los irán a poner

 

Segunda tanda noticiosa

Caminaba para no recordar

a la muchacha que se lanzó en ropa interior

desde un octavo piso

y la sensualidad moría en todos los planetas

Una anciana abandonada y encallada

en un país cuyo idioma desconocía

no podía trabajar porque vivía en la calle

donde nadie estaba disponible para conversar en arameo

No, claro que no resistirá las nieves invernales

tiene ochenta abriles, ochenta mayos,

ochenta junios, el mismo mes ochenta veces

Mientras caminaba

vi una casa blanca verdosa musgosa

que nunca había estado en ese lugar

un rosal abrazaba la pared

abrumado por una desilusión de rosas rosadas

deseosas de marchitarse a la par de las piedras

Las rosas rosadas no querían retornar al gozo de otra primavera

dejaban caer sus pétalos sin que hubiera brisa

como si vomitaran la forma

como si no tuvieran sangre en las venas

era una tormenta propia de los pétalos

la calma, como cualquier aparición, traerá su perfume.

Imagen de cubierta de portada de “Los espacios del adiós y otros poemas”

FUENTE RESPONSABLE: Letralia. Tierra de Letras. 9 de noviembre 2022.

Sociedad y Cultura/Literatura/Antología/Poesía.

Poeta, narrador y periodista venezolano (Villa de Cura, Aragua, 1945). Reside en Génova, Italia. Dirigió las revistas BCVCultural, del Banco Central de Venezuela (BCV), hasta 2012, y Circunvalación del Sur, del Círculo Metropolitano de Poesía, en 2008, así como las páginas de arte de los diarios venezolanos El Nacional (1981-1988), El Diario de Caracas (1991-1995) y El Universal (1996-98). También fue jefe de redacción de la revista Imagen (1994-1996). Ha publicado los poemarios Esto (1971), Paralelo lelo (1971), Los poseídos (1999, Premio Municipal de Literatura 2000, mención Poesía), Peregrino de vidrieras (2001), Duermevela (2004) y Heridas espaciales y mermelada casera (2019), y las novelas Muro de confesiones (1985), Pelo blanco (1987), Una mazurkita en La Mayor (1989), Los mágicos (1999), La canción del ciempiés (2004), El bululú de las ninfas (2007, II Premio Miguel Otero Silva de Novela), El requetemuerto (2012) y Ponzoña de paisaje (2015). Además es autor de los libros de cuentos Vuelve al lugar que se te ha señalado (1998) y Los héroes son villanos tímidos (2013), de los libros de entrevistas Muro de confesiones (1985) y La sal de la tierra (2004), y de las biografías Dudamel, la sinfonía del barrio (2011), y Luis Domínguez Salazar: el pintor de los misterios (2013). Textos suyos forman parte de antologías como Por ocho centurias, XXI Encuentro de Poetas Iberoamericanos (Salamanca, España, 2018), Poeti Uniti per il Venezuela, Parole di Libertà (Borella Edizioni, 2018) y El puente es la palabra, antología de poetas venezolanos en la diáspora (Kira Kariakin y Eleonora Requena, compiladoras; Caritas Venezuela, 2019), entre otras. Ha sido invitado a festivales en Irak, Colombia, Brasil, Chile, España y Génova. En 2012 participó como invitado de los Encuentros de Poetas Iberoamericanos que se celebran en Salamanca. En 2018 y en 2019 fue invitado al Festival Internacional de Poesía de Génova. En 2018 el Papel Literario de El Nacional creó la serie “José Pulido pregunta” y publica las entrevistas que ha realizado a creadores literarios y demás artistas.

Fotografía del autor: Gabriela Pulido Simne

 

 

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