Vagaba
cada noche
por las calles
desconocidas
de distintos barrios
en esa ciudad serena
y casi desierta.
***
Ni el sabia
que buscaba
en verdad,
quizás
en su intimidad
sorprenderse
con una
vieja y arrumbada
fachada
de una casa,
imaginando
las vivencias
de sus ocupantes,
con otros tiempos
y costumbres.
***
Quizás
un monumento
realizado
para conmemorar
algo o a alguien,
de lo que
nadie ya
recordaba,
misterios
de una
Buenos Aires
que fluyo
y mudo
su piel
tal camaleón
aceleradamente.
***
Pero su
destino final
era siempre
el mismo,
el lugar
en donde
creyó una vez
ser feliz.
***
Pensaba
que como
la misteriosa
ciudad,
él había
mudado
también
su piel,
porque
en años
jóvenes
creyó
equivocadamente
que con más
sería feliz.
***
Frunció
su entrecejo,
una triste
sonrisa
surco sus labios,
fue el momento
de su vida
en que fue
un padre
ausente,
se olvido
de acompañar,
de jugar,
de reír.
***
Y el tiempo
se acelero
de repente,
crecieron,
se fueron
y le vino
a la boca,
ese sabor
agridulce
de lo que
pudo ser,
ya que tarde
advirtió
que con poco,
habría podido
ser realmente
feliz.
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