Parecía ser un gran galpón o deposito; el que aparentaba en su exterior estar muy deteriorado por el paso del tiempo, tal es así que algunos lugares de sus muros estaban cubiertos por un denso moho que tenia un olor insoportable.
Le resulto raro ello: considerando que el edificio no estaba enclavado en una zona de lluvias, más por el contrario los niveles anuales eran minimos desde hace muchos años. Lo que lo rodeaba era un inmenso parque pleno de verde con distintos tipos de árboles. Le pareció ver a personas realizando distintos ejercicios, lo que no pudo comprender.
Realmente sus muros grisáceos y con leyendas algunas indescifrables, le proveían al lugar una imagen obscura que de macabra, parecía una invitación para ingresar al Averno.
Se detuvo un momento; pensando en la razón por la que estaba caminando hacia la puerta del edificio.
Tuvo que hacer memoria; cuando recordo que su llegada allí se producía dos veces al año.
Le extraño no recordar de la última vez de todo lo sucedido; solo fragmentos que le provocaban un cambio en su ritmo cardiaco, que se aceleraba y al mismo tiempo una sensación de satisfacción por encontrarse allí.
El botón de lo que fuera un timbre caía por la pared cercana al portón de ingreso. Golpeo una, dos, tres veces. Recién ahí escucho que alguien desde el interior le gritaba “¡Un momento!”.
Un hombre mayor de cabello entrecano abrió la puerta. Para su sorpresa en lugar de encontrarse con un intercambio de saludos; solo escucho “Era hora; lo estábamos esperando”. Y continuo ¿ Usted se había olvidado de que debía venir hoy?
Realmente lo sorprendió ese recibimiento y vagamente comenzó a recordar los sucesos de esa reunión, pero al hacerlo abrió grandes sus pupilas al comenzar a percibir una sensación de asco y oprobio contra si mismo. No podía ser cierto lo que recordaba, pretendía ser racional y decirse que aquello no había sucedido, pero le resultaba imposible.
Creía ser miembro de una secta, en la que se había iniciado un par de años atrás. Pero dudada; ni siquiera podía llamarla secta, como tampoco una logia masónica.
Toda esta confusión mental que padecía, creyó que debería ser la consecuencia de cuando lo llevaron al Hospital Municipal directamente al quirófano donde un cirujano le realizo una cirugía cerebral.
Reacciono subitamente y reconocio que era un grupo que se dedicaba a torturar y asesinar en forma selectiva no como parte de un ritual satánico, sino por placer y respondiendo a ordenes políticas. Le decían “El Campito” los vecinos de Campo de Mayo.
No bien entro; el hedor nauseabundo a sangre le repugno. Sin necesidad de buscarlas podía observar ratas de gran tamaño recorriendo todo el predio. Acompaño a quien lo había recibido hasta el fondo del galpón.
Allí se encontraban un par de salas, un sótano con algunas celdas y lo que quizás había sido en algún momento, un horno de tratamientos térmicos de piezas metalúrgicas.
En las celdas; se encontraban recluidos en estado miserable entre 6 y 10 presos. La mayoría estaban en el piso y en un rincón, alejados de la reja. Algunos tenían laceraciones tanto en la cara como en el cuerpo, las que por falta de atención sanitaria supuraban por las infecciones a repetición.
“El viejo” así pensó que se llamaba le dijo que esperara unos cinco minutos, ya que llamaría a las tres personas asignadas para realizar la “limpieza”. Le ofreció algo de beber; lo que rechazo ante semejante escenario.
-Siéntese mientras tanto; espere aquí- le dijo antes de irse.
Un haz de luz surco su cerebro. Recordo que ese cirujano -no recordaba quien o quienes-, le había realizado una cirugía en la corteza prefrontal de la parte frontal de su cerebro. Un torbellino de imágenes giraron y giraron por su cabeza.
Entre tanta locura; recordó que el era un estudiante universitario afiliado a un partido político y por error lo habían “chupado”, de su casa en horas de la madrugada.
Luego del Hospital; se quedo sin su vida ya que se encontraba en un neuropsiquiátrico militar desde ese momento en “libertad vigilada”. De su familia nada sabia; como tampoco sabia quien era él.
Un grito interior ensordecedor lo despertó, al darse cuenta que era como un muñeco parlante y servil, que era utilizado para aniquilar a otros. Su cuerpo se puso rígido. Se acerco a una de las salas sin ser visto y observo unas armas que parecían automáticas. Tomo una y rápidamente volvio a su lugar, a sentarse.
Tal como le había dicho; al instante llego el hombre con sus tres acompañantes, todos de riguroso uniforme. Uno de ellos; lo miro y con una sonrisa cínica y sarcástica le dijo- ¡Seis meses de no verte; una eternidad!-
No entendía porque le decía eso; si no lo conocía.
Cuando lo invitaron a acompañarlos, se levanto dirigiendose con ellos hacia las celdas. ¡Era su súbito momento de lucidez! Tomo el arma y no dejo de disparar hasta vaciar el cargador. Cuatro cadáveres quedaron en el piso bajo un manto de sangre.
Sin perder el control, tomó las llaves de las celdas y libero a los prisioneros. Solo les pidio a cambio de que lo ayudaran a mover los cuerpos inertes hacia el horno de tratamiento térmico. Uno a uno ingresaron como si lo hicieran en una cremación.
Sintió risas de emoción alrededor suyo, palmadas en su espalda de agradecimiento.
Pero no tenia emociones, solo una abrumadora calma. No supo que decirles; solo dejó el candado abierto del portón de entrada y se fue.
Sabia de memoria el camino hasta el neuropsiquiátrico. Llego; le abrieron y como un autómata busco su lugar en el pabellón.
Se acostó, se sentía muy cansado. Al rato; ya dormía junto a sus espasmos de cada noche.
Ya bien temprano; los gritos en la sala eran ensordecedores. Rodearon su cama. Fue el día en que los otros internos lo vieron por última vez.
Relato Corto/Dictadura argentina/1985 “Nunca más”.
Imagen de portada: Gentileza de Red Internacional.
*El Campito fue el principal campo de concentración utilizado por el ejército. También era conocido como «Los Tordos«. Funcionó en Campo de Mayo (San Miguel, Provincia de Buenos Aires), la más importantes guarnición militar de Argentina entre 1975 y 1982. Por allí pasaron unos 5000 detenidos. Solo 43 sobrevivieron.