7 poemas de Jorge Ortega

Jorge Ortega es un poeta nacido en Mexicali, México, en 1972. Doctor en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha publicado más de una veintena de libros de poesía y ensayo en México, Argentina, España, Estados Unidos, Canadá e Italia. Su trabajo poético ha sido traducido al inglés, chino, alemán, portugués, francés e italiano, y forma parte de múltiples compilaciones de poesía mexicana contemporánea. Igualmente ha colaborado con poemas, reseñas y textos de crítica sobre poesía en diversos medios culturales de Hispanoamérica, tales como Buenos Aires Poetry, Letras Libres, Nexos, Periódico de Poesía, Quimera y Revista de Occidente. Asimismo, ha participado en festivales de poesía y congresos de literatura en variadas ciudades de América, Europa y Asia, y se ha desempeñado como profesor visitante en universidades de California. Entre otros reconocimientos, ha obtenido el Premio Estatal de Literatura de Baja California en 2000 y 2004 en los géneros de poesía y ensayo, respectivamente; el Premio Nacional de Poesía Tijuana en 2001; el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines en 2010; y, recientemente, mereció el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2022 en la categoría de poesía con la obra Hotel del Universo. Su publicación más actual es la antología poética bilingüe español-italiano “Luz bajo las piedras”, que apareció el verano de 2020 en Roma, Italia. En octubre de 2022 se cumplieron 30 años de la publicación de su primer libro, titulado Crepitaciones de junio, cuya evocación conmemora ahora tres décadas de labor escritural ininterrumpida. Ingresó en 2007 al Sistema Nacional de Creadores de Arte de México.

***

Justificante de ausencia

He olvidado cómo empezar a escribir.

He olvidado cómo empezar un poema.

Un paso al frente, dos. Una frase,

dos líneas.

Vuelvo aquí luego de mucho tiempo,

semanas, meses,

limbos

de la desmemoria

relegados aun más

por la farsa del mundo.

Lo que sucede afuera representa la roca

en la boca de la cueva.

Todo pronunciamento es irrisorio

junto a la realidad que nos excede.

Pero brota de un grano de mostaza

el árbol cuya rumorosa sombra

mitiga la sequía.

***

La vía del éter

El mundo cabe intacto en el silencio.

Lo prueba una mañana de domingo

en que por vez primera, después de no sé cuánto,

todo es lo que es

sin hacer ruido.

Las llamadas a misa, los camiones,

las maniobras de albañilería

—seguetas, mazos, cumbias—

y los repartidores de Uber Eats

cohabitan a la sombra de un incierto receso.

Plenitud de la inmovilidad.

Baja la marea del pandemónium,

sube la marea de la ataraxia

ahogando los clamores.

La intensidad conjura en los tejidos, una revolución

prospera al interior de una bellota,

el bagazo se pudre en la basura

en cámara lenta

para ofrecer a nadie

la esencia de su abono.

La cuarentena blinda los cristales, acoraza los patios

cerrándose al efluvio de la vida.

Pero en el tegumento de la cosas

bullen ya los átomos

de una nueva era.

***

Cuenta regresiva

El tiempo es una forma de medir la vejez.

Nos vamos consumiendo ya desde que nacemos.

El corazón resguarda su clepsidra de sangre.

La piel es una brújula del cuerpo que declina.

El geranio del parto orienta las edades.

Dormita en la semilla el mosto del ocaso.

El camino de ida es el mismo de vuelta.

El camino de vuelta comienza en el principio.

La plenitud precede a la putrefacción.

La tumba es la placenta de los sueños futuros.

En lo que pestañeas surge y claudica un reino.

Una arruga, una cana, toma una eternidad.

Adentro de la fruta madura la inmundicia.

El vientre es la raíz del árbol de la muerte.

***

Barranca de la carnicería

Sólo los muertos saben

lo que ha pasado allí.

Sólo a ellos

les ha sido otorgado

conocer la verdad, interpretarla

desde el primer hachazo

o el tiro de gracia

con ojos sorprendidos.

Nadie se percató de lo ocurrido.

Un taxista a deshoras, un trailero,

un peón desbalagado.

La soledad fue el único testigo.

Si hablaran los arbustos

del cerro de la nada

serían también borrados por el fuego.

***

Ancho de banda

Bajo el pulso del viento las ramas enjoyadas de hojas color verde lima se mueven y crujen.

El río del tráfico suena a lo lejos como una cascada efervescente.

Una pareja camina por el parque compartiendo el ascua de oro de un cigarrillo.

El ojo pasmado de la luna se asoma a nosotros desde fuera del cosmos.

La calle vacía cobra vida con un gato veloz que cambia de acera.

Un grupo de ciclistas pasa levitando como un tropel de gacelas.

La impávida lechuza sorprende al oficinista en su regreso a casa.

Una corredora trota en ropa fosforescente y deja tras de sí un rastro de luz.

El aire intenta hablar pero se adelantan los grillos.

La marea de la oxigenación trabaja confiada a la continuidad.

El frío recubre con su diadema de escarcha las luminarias del alumbrado público.

Los faros de los autos son los cálidos fanales de un hogar rodante.

El clamor de las canchas culmina en torno al sol de un balón detenido.

Esta porción de mundo es un jardín encantado que encubre la entrada a otro mundo.

Flota en el ambiente un enjambre de señuelos cuyo origen y destino ignoramos.

El diorama de las apariencias reserva un irresistible llamado.

El barrio se apaga dientes para afuera: fachadas vemos, ritos no sabemos.

La noche ha terminado de impregnar con su tinta el papiro del cielo.

Cae el telón. La oscuridad acoge el universo de todas las combinaciones.

***

Jardín central

El follaje es más vasto

que el árbol del que brota.

Abajo, desde el suelo,

la sombra los acoge por igual

como el tibio regazo

de una madre amorosa.

Los frutos que han caído hasta podrirse

marcan los días sin eco,

invaden el olvido,

pautan la soledad

de las preguntas huérfanas.

Un mozo en bicicleta se detiene

al rondar por ahí. Prendido de una rama,

atolondrado ya por el mazo del so

hurga en el cenote de una pausa

un metro de frescura.

La sombra contiene al mundo

y en su pozo de agua oscurecida

reverdece el futuro.

***

Abraxas

Palabras de este mundo

para hechos de otro mundo.

Arrojas el anzuelo

al estanque del cosmos

y pescas la escafandra

de un náufrago de cielo.

Hundes el papalote

en la manga del viento

y regresa enjoyado

de líquenes y conchas.

Lo que no ha sido o lo que ya fue

emerge del abismo del deseo

y cuaja en el lenguaje.

Los túneles del tiempo,

el sumidero de los hoyos negros

custodian la raíz

del sueño que germina en lo que nombras.

Imagen de portada: Jorge Ortega (Foto: Alejandro Meter)

FUENTE RESPONSABLE: Zenda. Apuntes, Libros y Cía. Por Juan Domingo Aguilar. Editor: Arturo Pérez-Reverte.15 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Poesía/Versátiles

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