60 años sin el verbo explícito de Sylvia Plath-

Dos mujeres irreconciliables habitaban en Sylvia Plath, la que quería escribir y la que quería vivir. La de carne y hueso se quitó la vida hace seis décadas dejando vía libre a la inmortal autora de ‘Ariel’.

Al principio de su carrera literaria, hubo quienes la ubicaban a la sombra de su marido, el poeta laureado Ted Hughes. Sin embargo, Sylvia Plath supo trascender con sus poemas poderosos, confesionales, en los que las palabras, muchas veces, jugaban con el doble y hasta el triple sentido. 

Libros como El coloso; Árboles en invierno, y, sobre todo, Ariel, retrataron angustias, obsesiones y reflexiones acerca de su vida personal, el amor y la depresión, la libertad y el sofocamiento, la pérdida y la muerte. 

La parca fue una de sus alegorías más recurrentes a lo largo de su obra; la cual, finalmente, buscó y encontró de manera literal, cuando puso fin a su vida apenas siendo una treintañera. Hoy, a 60 años de su brusca desaparición, Sylvia Plath continúa siendo una de las poetas norteamericana más celebradas de la lengua inglesa.

Nacida el 27 de octubre de 1932 en Boston (Massachusetts, Estados Unidos), logró publicar su primer poema a los 8 años en una revista literaria de la ciudad. 

Seguramente, fue un momento especial que marcó el comienzo de una producción imparable. Pero también fue el inicio de sus problemas emocionales, a raíz de la temprana muerte de su padre. 

Cursó sus estudios superiores en el prestigioso Smith College y, con una beca Fulbright, en la Universidad de Cambridge. 

Durante los años cincuenta, tuvo sus primeros intentos de suicidio y sesiones de terapia con electrochoques. Sin embargo, la escritura era su refugio para transformar y repensar todo aquello que sentía y padecía. Algunos de sus textos más tempranos aparecían poco a poco en el periódico universitario, Varsity

Sylvia Plath con el también poeta Ted Hughes.

Durante su estadía en los campus de Cambridge, en 1954 conoció al poeta Ted Hughes. Según algunos de sus conocidos y compañeros en común, el magnetismo fue inmediato y la pareja contrajo matrimonio dos años después. 

Tuvieron dos hijos y no dejaban de escribir. Sin embargo, la felicidad conyugal no duraría demasiado. 

Hughes comenzó un amorío con la también poeta Assia Wevill, con quien tuvo una hija extramatrimonial, Shura. 

Sylvia, quien había logrado cierta estabilidad emocional, volvió a caer en la depresión, y sus poemas y textos se internaron en una oscuridad cruda, aunque de una lírica bella y luminosa.  

Ted Hughes con Assia Wevill y su hija, Shura.

Finalmente, a sus 30 años, se quitó la vida el 11 de febrero de 1963, luego de una profunda depresión que ya no pudo superar tras separarse de Hughes. 

Y la tragedia no terminó allí: seis años más tarde, Assia Wevill asesinó a su propia hija y se suicidó, poniendo fin a aquel triángulo amoroso que solo consiguió desesperación, locura, muerte y un puñado de poemas de sus protagonistas.

A partir de entonces, Hughes no solo tuvo que lidiar con su propia historia, sentimientos y fantasmas, sino también con una condena social, sobre todo, de parte de grupos feministas y admiradores de Plath.

Sylvia Plath dejó una obra notable, celebrada por críticos y público de distintas lenguas. 

En 1982 se convirtió en la primera poeta en ganar, de forma póstuma, un Premio Pulitzer por la edición completa de sus poemas. Y no solo escribió poesía, también fue autora de relatos, ensayos, textos para niños y de una única novela autobiográfica, La campana de cristal, la cual había publicado originalmente con el seudónimo de Victoria Lucas. 

Además, muy conocidas son las ediciones de sus diarios personales, en las que Plath relató con maestría todo cuanto fue parte de su vida; incluso lo que no llegó a ser

Las primeras ediciones habían estado a cargo del propio Hughes; pero luego llegó otra versión, más íntima y personal, y tal como Plath las había ordenado. Las páginas que referían a los últimos meses de su vida no llegaron a ver la luz, ya que Hughes admitió haberlas quemado. 

Este 2020, llegó a las librerías uno de los relatos de Plath que había permanecido inédito: Mary Ventura y el noveno reino. Se trata de un texto muy simbólico en el que la protagonista experimenta las posibilidades de continuar o no con un viaje en tren, en el que no sabe muy bien hacia dónde se dirige. 

Durante aquella incertidumbre, conocerá a una misteriosa mujer que la ayudará a tomar una decisión, aun llena de dudas, matices y significados. Para los lectores y seguidores de su obra, no hay dudas: aunque el viaje de su vida haya durado muy poco, se convirtió en uno de los más intensos y apasionantes de la literatura estadounidense.  

A continuación, compartimos cinco de sus poemas para seguir celebrando su obra y legado:

  • Espejo
    Soy plateado y exacto. No tengo prejuicios.
    Todo lo que que veo lo trago de inmediato
    tal como es, sin que me empañen ni el amor ni el disgusto.
    No soy cruel, soy sincero,
    el ojo de un pequeño dios de cuatro ángulos.
    La mayor parte del tiempo la paso meditando sobre la pared de enfrente.
    Es rosada, con manchas. Tanto la miré que
    me parece que ya forma parte de mi corazón. Aunque con intermitencias.
    Las caras y la oscuridad nos separan una y otra vez.
    Ahora soy un lago. Una mujer se inclina sobre mi,
    buscando en mi extensión su verdadero ser.
    Después se vuelve hacia esas mentirosas, las velas o la luna.
    Veo su espalda y la reflejo fielmente.
    Ella me recompensa con lágrimas y agitando las manos.
    Soy importante para ella. Ella viene y va.
    Es su cara, cada mañana, la que reemplaza la oscuridad.
    En mi, ella ahogó a una muchacha, y en mí, una vieja
    se alza hacia ella día tras día, como un pez terrible.
  • ***
  • Gigoló

Reloj de bolsillo, bien tictaqueo.

  • Las calles, reptíleas rendijas,
  • a plomo, con huecos donde esconderse.
  • La mejor cita, un callejón sin salida,
  • un palacio de terciopelo
  • con ventanas de espejos.
  • Allí se está segura,
  • sin fotos familiares,
  • sin anillos nasales, sin gritos.
  • Relucientes anzuelos, sonrisas de mujeres
  • hambrean mi volumen
  • y yo, elegantona con mis calzas negras,
  • desmenuzo pechos como medusas.
  • Para nutrir
  • violonchélicos gemidos como huevos:
  • huevos y pescado, lo básico,
  • el calamar afrodisíaco.
  • Mi boca ríndese,
  • la boca de Cristo
  • cuando mi motor llegue a su fin.
  • El charloteo de mis articulaciones
  • doradas, mi forma de convertir
  • perras en pizzicatos argentinos
  • desenrolla una alfombra, un silencio.
  • Y no hay fin, no tiene fin.
  • Nunca envejeceré. Ostras nuevas
  • estriden en el mar y yo
  • reluzco como Fontainebleau
  • contenta,
  • toda la cascada un ojo
  • sobre cuya agua tiernamente
  • inclínome y véome.
  • ***
    Carta de amor
    No es fácil expresar lo que has cambiado.
    Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
    aunque, como una piedra, sin saberlo,
    quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
    No me moviste un ápice, tampoco
    me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
    en paz, sin esperanza, por supuesto,
    de asir los astros o el azul con ellos.
    No fue eso. Dormí: una serpiente
    como una roca entre las rocas hiende
    el intervalo del invierno blanco,
    cual mis vecinos, nunca disfrutando
    del millón de mejillas cinceladas
    que a cada instante para fundir se alzan
    las mías de basalto. Como ángeles
    que lloran por la gente tonta hacen
    lágrimas que se congelan. Los muertos
    tenían yelmos helados. No les creo.
    Me dormí como un dedo curvo yace.
    Lo primero que vi fue puro aire
    y gotas que se alzaban de un rocío
    límpidas como espíritus. y miro
    densas y mudas piedras en tomo a mí,
    sin comprender. Reluzco y me deshojo
    como mica que a sí misma se escancie,
    igual que un líquido entre patas de ave,
    entre tallos de planta. Mas no pienses
    que me engañaste, eras transparente.
    Árbol y piedra nítidos, sin sombras.
    Mi dedo, cual cristal de luz sonora.
    Yo florecía como rama en marzo:
    una pierna y un brazo y otro brazo.
    De piedra a nube iba yo ascendiendo.
    A una especie de dios ya me asemejo,
    hiende el aire la veste de mi alma
    cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.
  • ***
  • Lady Lazarus
    Lo logré otra vez,
    Me las arreglo —
    Una vez cada diez años.
    Especie de fantasmal milagro, mi piel
    Brillante como una pantalla nazi,
    Mi diestro pie
    Es un pisapapel,
    Mi rostro un fino lienzo
    Judío y sin rasgos.
    Descascara la envoltura
    Oh, mi enemigo,
    ¿Aterro acaso? —
    ¿La nariz, las cuencas vacías, los dientes?
    El apestoso aliento
    Se desvanecerá en un día.
    Pronto, muy pronto, la carne
    Que la tumba devoró
    Se sentirá bien en mí
    Y yo una mujer que sonríe.
    Tengo sólo treinta años.
    Y como gato he de morir nueve veces.
    Esta es la Número Tres.
    Qué desperdicio
    Eso de aniquilarse cada década.
    Qué millón de filamentos.
    La multitud mascando maní se agolpa
    Para verlos.
    Cómo me desenvuelven la mano, el pie —
    El gran desnudamiento.
    Damas y caballeros.
    Estas son mis manos
    Mis rodillas.
    Soy tal vez huesos y pellejo.
    Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.
    La primera vez que sucedió tenía diez.
    Fue un accidente.
    La segunda vez pretendí
    Superarme y no regresar jamás.
    Oscilé callada.
    Como una concha marina.
    Tenían que llamar y llamar
    Recoger mis gusanos como perlas pegajosas/
    Morir
    Es un arte, como cualquier otra cosa.
    Yo lo hago excepcionalmente bien.
    Lo hago para sentirme hasta las heces.
    Lo ejecuto para sentirlo real.
    Podemos decir que poseo el don.
    Es bastante fácil hacerlo en una celda.
    Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
    Es el mismo
    Retorno teatral a pleno día
    Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
    Y divertido:
    “Milagro!”
    Que me liquida.
    Luego una carga a fondo
    Para ojear mis cicatrices, y otra
    Para escucharme el corazón –
    De verdad sigue latiendo.
    Y hay otra y otra arremetida grande
    Por una palabra, por tocar
    O por un poquito de sangre
    O por unos cabellos o por mi ropa.
    Bien, bien, está bien Herr Doktor.
    Bien. Herr Enemigo.
    Yo soy vuestra obra maestra,
    Su pieza de valor,
    La bebé de oro puro
    Que se disuelve con un chillido.
    Me doy vuelta y ardo.
    No creas que no valoro tu gran cuidado.
    Ceniza, ceniza —
    Ustedes atizan, remueven.
    Carne, hueso, nada queda 00
    Una barra de jabón,
    Una alianza de bodas.
    Un empaste de oro.
    Herr Dios, Herr Lucifer
    Cuidado.
    Cuidado.
    Desde las cenizas me levanto
    Con mi cabello rojo
    Y devoro hombres como el aire.
  • ***
  • Papi
    Ya no, ya no,
    Ya no me sirves, zapato negro,
    En el cual he vivido como un pie
    Durante treinta años, pobre y blanca,
    Sin atreverme apenas a respirar o hacer achís.
    Papi: he tenido que matarte.
    Te moriste antes de que me diera tiempo…
    Pesado como el mármol, bolsa llena de Dios,
    Lívida estatua con un dedo del pie gris,
    Del tamaño de una foca de San Francisco.
    Y la cabeza en el Atlántico extravagante
    En que se vierte el verde legumbre sobre el azul
    En aguas del hermoso Nauset.
    Solía rezar para recuperarte.
    Ach, du.
    En la lengua alemana, en la localidad polaca
    Apisonada por el rodillo
    De guerras y más guerras.
    Pero el nombre del pueblo es corriente.
    Mi amigo polaco
    Dice que hay una o dos docenas.
    De modo que nunca supe distinguir dónde
    Pusiste tu pie, tus raíces:
    Nunca me pude dirigir a ti.
    La lengua se me pegaba a la mandíbula.
    Se me pegaba a un cepo de alambre de púas.
    Ich, ich, ich, ich,
    Apenas lograba hablar:
    Creía verte en todos los alemanes.
    Y el lenguaje obsceno
    Una locomotora, una locomotora
    Que me apartaba con desdén, como a un judío.
    Un judío que va hacia Dachau, Auschwitz, Belsen.
    Empecé a hablar como los judíos.
    Incluso creo que podría ser judía.
    Las nieves del Tirol, la clara cerveza de Viena,
    No son ni muy puras ni muy auténticas.
    Con mi abuela gitana y mi suerte rara
    Y mis naipes de Tarot, y mis naipes de Tarot,
    Podría ser algo judía.
    Siempre te tuve miedo,
    Con tu Luftwaffe, tu jerga pomposa
    Y tu recortado bigote
    Y tus ojos arios, azul brillante.
    Hombre-panzer, hombre-panzer: Oh Tú…
    No Dios, sino un esvástica
    Tan negra, que por ella no hay cielo que se abra paso.
    Cada mujer adora a un fascista,
    Con la bota en la cara; el bruto,
    El bruto corazón de un bruto como tú.
    Estás de pie junto a la pizarra, papi,
    En el retrato tuyo que tengo,
    Un hoyo en la barbilla en lugar de en el pie,
    Pero no por ello menos diablo, no menos
    El hombre negro que
    Me partió de un mordisco el bonito corazón en dos.
    Tenía yo diez años cuando te enterraron.
    A los veinte traté de morir
    Para volver, volver, volver a ti.
    Supuse que con los huesos bastaría.
    Pero me sacaron de la tumba,
    Y me recompusieron con pegamento.
    Y entonces supe lo que había que hacer.
    Saqué de ti un modelo,
    Un hombre de negro con aire de Meinkampf,
    Y un amor por el potro y al garrote.
    Y dije sí quiero, sí quiero.
    De modo, papi, que por fin he terminado.
    El teléfono negro está desconectado de raíz,
    las voces no logran que críe lombrices.
    Si ya he matado a un hombre, que sean dos:
    El vampiro que dijo ser tú
    Y me estuvo bebiendo la sangre durante un año,
    Siete años, si quieres saberlo.
    Ya puedes descansar, papi.
    Hay una estaca en tu negro y grasiento corazón,
    Y a la gente del pueblo nunca le gustaste.
    Bailan y patalean encima de ti.
    Siempre supieron que eras tú.
    Papi, papi, hijo de puta, estoy acabada.

Imagen de portada: Sylvia Plath

FUENTE RESPONSABLE: Letras. Ministerio de Cultura de la República Argentina. 7 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Literatura/Aniversario/En Memoria/Sylvia Plath

A 65 años del primer encuentro entre John y Paul: el big-bang de la música pop.

La veraniega tarde del 6 de julio de 1957, John Lennon y Paul McCartney tuvieron su primer contacto, a partir del cual comenzaron a forjar una sólida alianza creativa que dio vida a Los Beatles y dejó como legado el más importante y revolucionario catálogo de la música popular contemporánea.

Ese día se realizaba una especie de gran kermesse familiar en la iglesia Saint Peter, ubicada en el barrio Woolton, de Liverpool, en donde vivían ambas futuras estrellas; y entre desfiles de carrozas y distintas actividades iba a haber algunos números musicales en vivo, entre ellos, el de The Quarry Men Skiffle Group, la amateur banda que había formado Lennon.

Se trataba de un numeroso combo integrado por sus mejores amigos del colegio Quarry Bank, con los que interpretaba los éxitos radiales de skiffle, un derivado del country que era la sensación musical del momento. Su gran popularidad entre los jóvenes radicaba en que solo era necesario una tabla de lavar y dedales de metal para los dedos, y una guitarra para interpretarla.

El grupo de Lennon estaba programado para actuar a las 16.15 y a las 17.45, en los jardines de la iglesia, a unos metros de donde se erigen varias tumbas, entre ellas la que tiene inscripto el nombre Eleanor Rigby. En tanto, a las 20 estaba previsto que volviera a hacer su número, pero en el baile que se realizaría en el salón cubierto del lugar.

McCartney había acudido especialmente para escuchar al grupo, por recomendación de un amigo en común, Ivan Vaughan. Algún día, su nombre debería salir del anonimato y recibir los honores correspondientes por parte del mundillo del rock solo por el hecho de haber facilitado este encuentro.

Lennon interpretó aquella tarde por primera vez el tema «Be Bop A Lula», de Gene Vincent; un dato no menor, debido a que puede leerse como un indicio de sus firmes intenciones de abocarse al rock and roll y abandonar de a poco el amateurismo del skiffle.

Sin embargo, a Paul, de acuerdo a lo que contó en varias oportunidades, le llamó la atención la versión de la canción «Come Go With Me», de Dell Vikings, porque Lennon había alterado la letra en el momento, debido a que desconocía la original. Esto era en parte porque el único medio que tenía para escuchar música era la radio y nunca llegaba a copiar las letras, y también por su pésima memoria para las líricas, algo que lo caracterizó a lo largo de toda su carrera.

«Ven conmigo a la penitenciaría», cantó John y esa ocurrencia fue una especie de epifanía para Paul, que ansiaba tanto ser músico como ser un compositor profesional, y percibió allí una creatividad a la cual podría asociarse. Al fin alguien no se limitaba a copiar y, lejos de desistir por falta de información, se animaba a crear sus propias letras.

Curiosamente, existen algunas fotografías de la actuación de John de aquella jornada, debido a que la hermana menor de uno de sus compañeros de grupo iba a desfilar en una de las carrozas, motivo por el cual el padre llevó una cámara fotográfica. Ellas pueden apreciarse actualmente colgadas en la pared del salón principal de la iglesia, exhibidas para los turistas que se acercan al lugar.

Precisamente, alrededor de las 19 de ese día, el grupo estaba en ese salón preparando sus instrumentos para el set en el baile nocturno. Acompañado por Ivan Vaughan, Paul ingresó al lugar y fue presentado a John. Hubo un saludo distante y un intercambio de palabras de compromiso. Ambos se estaban midiendo, de acuerdo al recuerdo que tendrían de esa jornada en entrevistas futuras.

Pero el hielo se rompió definitivamente cuando Paul tomó la guitarra de John y, con el mango invertido por ser zurdo, afinó algunas cuerdas que no estaban en su justo tono e interpretó a la perfección «Twenty Flight Rock», el éxito de Eddie Cochran.

John quedó fascinado por su habilidad para tocar la guitarra y su conocimiento de acordes que él mismo aún no había descubierto, pero también porque sabía afinar el instrumento y conocía las letras de las canciones de moda a la perfección.

Interesado por la manera en que Paul ubicaba los dedos en el diapasón de la guitarra, John se calzó los lentes -era miope pero en esos años evitaba usar anteojos en público-, y se apoyó en su hombro para estudiar su estilo. «Cuando puso su mano en mi hombro me di cuenta que estaba borracho», comentó Paul, años después.

Lennon invitó a su colega a que se quedara a ver el show que iban a dar a las 20, pero McCartney debía regresar temprano a su casa para cenar porque era el cumpleaños de su padre Jim y habría un pequeño festejo familiar. Sin embargo, ambos quedaron flechados y ya no pudieron dejar de pensar en ese encuentro en los días siguientes.

Finalmente, John invitó a Paul a sumarse al grupo, a sabiendas que ponía en juego su liderazgo absoluto, pero seguro que había llegado la hora de sumar talento a una banda en la que nadie más tenía capacidades reales para la música.

La historia detallada de lo que ocurrió ese día puede reconstruirse por los distintos testimonios brindados a lo largo de los años por John y Paul, pero también fue transmitido de boca en boca por algunos testigos que conocían a ambos del barrio. Uno de ellos se encargó de contarla a cuanto turista se acercara a la iglesia Saint Peter y, tras su muerte, continúa hasta hoy el legado una de sus colaboradoras que escuchó el relato infinidad de veces.

Lo que ocurrió a partir de ese momento es una historia mucho más conocida.

Imagen de portada: Lennon y McCartney en sus primeros tiempos.

FUENTE RESPONSABLE: Télam Noticias. Por Hernani Natale. 6 de julio 2022.

Sociedad y Cultura/Historia/Aniversario/

John Lennon/Paul McCartney

Treinta años sin Piazzolla, el artista que supo escribir la música de mañana.

Cuando todavía resuenan los ecos de la celebración planetaria por el centenario de su nacimiento, hoy se cumplen 30 años de la muerte de Astor Piazzolla, una de las figuras más importantes de la música argentina a la que dio una notable proyección internacional.

Desde el tango, género al que rebautizó como música de Buenos Aires, e integrando además al jazz y a la clásica -los tres territorios de los que se nutrió- el compositor y bandoneonista creó una síntesis inspirada y audaz que borró las fronteras entre esos estilos y contra el aluvión de críticas que levantó la apuesta, expandió como nadie los alcances de los sonidos de esta parte del mundo.

La muerte de Piazzolla se produjo tras casi dos años de larga agonía a partir de una trombosis cerebral que se le produjo el 5 de agosto de 1990 en un hotel de París, ciudad en la que residía.

Nueve días después, en estado de coma y con lesiones cerebrales irreversibles, fue trasladado a Argentina y si bien salió del coma 15 días más tarde, su estado obligó a internarlo varias veces más hasta su fallecimiento.

En la prolífica e intensa vida del artista el haber estado unos 23 meses sin poder crear fue una excepción dolorosa ya que el nacido el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, generó una obra con alrededor de un millar de composiciones originales.

En esa producción que incluye músicas para unas 40 películas, no pueden pasarse por alto los arreglos ideados, por ejemplo, para la orquesta de Aníbal Troilo -que integró entre 1939 y 1944- y otros de autores diversos que desplegó en sus diversos conjuntos.

A lo largo de su vida, Piazzolla tuvo su primera orquesta con la que acompañó al popular cantor Francisco Fiorentino y aunque la experiencia no fue muy extensa, dejó excelsas visitas a “Nos encontramos al pasar”, “Viejo ciego” y “Volvió una noche” y sus dos primeros instrumentales: “La chiflada” y “Color de rosa”.

Si deseas escuchar el virtuosismo de Astor Piazzola y su dirección del grupo orquestal; pincha el siguiente link. Muchas gracias.

Con otras voces (entre ellas las de Aldo Campoamor) y un pulso cada vez más propio, registró versiones de “Taconeando”, “Inspiración”, “Tierra querida”, “La rayuela” y “El recodo” y más obra propia, entre ellas, “Para lucirse”, “Prepárense”, “Contratiempo”, “Triunfal”, “Contratiempo” y “Lo que vendrá”.

Becado por el Conservatorio de París trabó relación con la musicóloga Nadia Boulanger quien lo reconcilió con el tango y en la capital francesa y con las cuerdas de la Orquesta de la Opera de París, registró más creaciones de su cuño: “Nonino”, “Marrón y azul”, “Chau París”, “Bandó” y “Picasso”, entre más.

De regreso al país, encabezó una orquesta de bandoneón y cuerdas con la que siguió floreciendo su estilo a partir de “Tres minutos con la realidad”, “Tango del ángel” y “Melancólico Buenos Aires”, pero, además, dio nacimiento al innovador Octeto Buenos Aires (dos bandoneones, dos violines, contrabajo, cello, piano y guitarra eléctrica) que se dedicó sobre todo a la reinterpretación “El Marne”, “Los mareados”, “Mi refugio” y “Arrabal”, por citar apenas algunos tangos tradicionales.

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Tres Minutos Con la Realidad

Tras otra radicación en el exterior, en este caso un par de años en Nueva York, en 1960 alumbró el Quinteto Nuevo Tango (bandoneón, piano, violín, guitarra eléctrica y contrabajo), una formación decisiva en su expresión y con la que estrenó obra propia de gran impacto como “Adiós Nonino”, “Decarisimo”, “Calambre”, “Los poseídos”, “Introducción al ángel”, “Muerte del ángel”, “Revirado”, “Buenos Aires Hora cero” y “Fracanapa”.

Entre un fugaz Nuevo Octeto y la fructífera formación de quinteto, registró composiciones propias sobre poemas y textos de Jorge Luis Borges con el cantor Edmundo Rivero y el actor Luis Medina Castro y por entonces lanzó “Verano porteño”, primero de la celebrada saga de las Cuatro estaciones.

Hacia finales de esa década se asomó más decididamente al tango canción asociado al poeta Horacio Ferrer para dar nacimiento a la operita “María de Buenos Aires” y populares piezas como “Balada para un loco” y “Chiquilín de Bachín”, entonces registradas por su pareja de ese tiempo, Amelita Baltar, y Roberto Goyeneche.

Hacia 1972 y al frente de Conjunto 9 da forma a su primera pieza sinfónica, el “Concierto de Nácar, para nueve tanguistas y orquesta filarmónica” y publica discos de explícito nuevo tango cuyas expresiones salientes son Tristezas de un Doble A, Vardarito y Onda nueve.

Aquejado de un infarto se instala en Italia donde forjó el Conjunto Electrónico (un octeto integrado por bandoneón, piano eléctrico o acústico, órgano, guitarra, bajo eléctrico, batería, sintetizador y violín, el cual posteriormente fue reemplazado por una flauta traversa o saxo) y desde allí lanza “Balada para mi muerte”, con la cantante Milva, “Libertango” y la magnífica “Suite troileana”, creada a partir de conocer el fallecimiento de Aníbal Troilo (19 de mayo de 1975).

Con diversos regresos a la formación de quinteto (aunque en sus últimas versiones un violoncello ocupaba el lugar del violín), Astor además encaró proyectos con George Moustaki, Gerry Mulligan y Gary Burton, entre otras celebridades mundiales.

Influencias, audacias y legados

“ El gran mensaje que queremos dar es que Piazzolla es argentino pero su obra le pertenece al mundo entero, es un patrimonio de la humanidad”, supo decir Daniel Villaflor Piazzolla, nieto del músico y vicepresidente de la Fundación Astor Piazzolla ante el cuemplimiento de los cien años del nacimiento del autor. 

“Mi abuelo nos influenció a todos, nos mostró un camino y una música completamente nueva. También nos enseñó que hay que trabajar duro, que se puede pelear por lo que uno cree y vistió a Argentina de una música muy bella que nos representa en el mundo. Hay una antes y un después de Piazzolla”, apuntó a su tiempo Daniel “Pipi” Piazzolla, nieto del músico, compositor y baterista.

“Piazzolla era simple, popular y musical y por eso es parte de la música del pueblo. A mí sigue provocándome desafíos interpretativos y cada vez que comienzan sus introducciones, estimulan motores sensitivos, que ninguna otra música incita”, opinó el cantante y compositor Guillermo Fernández mientras que el también bandoneonista Pablo Mainetti aseguró: “Muchas personas en diferentes lugares le dan un lugar a la música de Piazzolla porque es de una enorme potencia, genera una necesidad y en ella habita una receta mágica que contiene lo contemporáneo y la novedad y por eso se sigue escuchando y tocando. 

En esas músicas hay una idea y alguien que la llevó a cabo y yo trato de asimilar esa enseñanza: «luche por sus ideas, defiéndase, estudie y vaya a fondo»”.

“Siento una total admiración por la música de Piazzolla y como además soy un gran andador del mundo, he visto hacer Piazzolla en tantos teatros del planeta y por eso siempre estoy dispuesto a colaborar en difundir su legado. Además, Piazzolla era un tipo bravo tanto en la pelea física como argumental y eso le permitía forcejear con el mundo que no le gustaba”, confesó el periodista Víctor Hugo Morales. 

Y el cantante y actor Raúl Lavié contó: “Adopté esta música desde el vamos cuando empecé a conocerla y a conocerlo a Astor y me enamoró profundamente y me hizo cambiar un poco también la visión de lo que era yo cantando el tango. Para mí fue como despertar a una nueva forma de expresión de la música popular de la Argentina”.

Por último y para citar solo algunos de los semblantes que dieron distintos artistas sobre Piazzolla, la bandoneonista francesa Louise Jallu dijo: “Piazzolla fundó un estilo que es profundo y dolorosamente auténtico que ostenta una inmediatez, casi una universalidad y lo que me conmueve de él es la manera fuerte, elegante y rabiosa con la que superpone métricas diferentes, cómo crea puentes entre los compases y también esa obsesión por la repetición, como un ‘condenado picando piedras’, el mismo gesto, la misma determinación, la misma furia, como si intentase extirpar toda la violencia de su cuerpo”.

Imagen de portada:

FUENTE RESPONSABLE: elciudadanoweb.com Por Sergio Arboleya. Télam. 3 de julio 2022.

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Paul McCartney volvió a cantar con John Lennon y emocionó a una multitud en Glastonbury.

Cerró la segunda jornada del legendario festival inglés

El exBeatle dio un show de casi dos horas ante más de 100 mil espectadores. Tuvo invitados de lujo como Bruce Springsteen y Dave Grohl.

Si deseas profundizar sobre esta entrada; cliquea por favor adonde se encuentre escrito en azul. Muchas gracias.

A sus 80 años, los cumplió hace apenas unos días, Paul McCartney demostró una vez más que es inoxidable. Cerró la segunda jornada del legendario festival inglés de Glastonbury, con una presentación épica: hizo un dueto virtual con John Lennon y tuvo invitados de lujo como Bruce Springsteen y Dave Grohl. Casi nada. 

LOS 80 DE PAUL MC CARTNEY: desde Liverpool, la vida de uno de los músicos más importantes del mundo

Este fin de semana se celebró la edición 2022 del festival de Glastonbury y Paul protagonizó el show más convocante. En las casi dos horas que duró su presentación, el exBeatle cantó 36 temas y más de la mitad del repertorio fueron canciones del cuarteto de Liverpool. 

Los invitados de Paul en el escenario fueron otras dos grandes figuras: Dave Grohl, el líder de Foo Fighters, y Bruce Springsteen. Con Grohl cantó «I Saw Her Standing There» y «Band on the Run», mientras que con Springsteen interpretó «Glory Days» y «I Wanna Be Your Man».

Sin dudas «El» momento emotivo de la jornada fue cuando McCartney cantó con John Lennon. Gracias a la magia de la tecnología, Paul y John volvieron a interpretar juntos «Something» y «I’ve got a Feeling». Imposible no lagrimear. 

«Happy 80th Birthday Paul» Paul McCartney & Jon Bon Jovi@East Rutherford, NJ 6/16/22

El cierre del espectáculo no se quedó atrás. Paul volvió a recibir en el escenario a Grohl y Springsteen, con quienes tocó «The End». El show fue multitudinario: los organizadores calculan que asistieron unas 100.000 personas, una de las más convocantes de la historia del festival. 

Imagen de portada: Más de 100 mil personas vibraron con Paul en el festival de Glastonbury, Imagen: Bernardino Avila.

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Argentina. 27 de junio 2022

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