Encuentran un tesoro arqueológico “extraordinario” en las ofrendas encontradas en el interior del Templo Mayor. México.

Máscaras, pectorales, aretes y cientos de piezas de cerámica fueron encontrados en ofrendas fastuosas al interior del Templo Mayor, en la Ciudad de México.

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Más de 2 mil 500 piezas de madera han sido restauradas después de siglos de permanecer sumergidas bajo el agua. Todas ellas, de acuerdo con los arqueólogos mexicanos a cargo del proyecto de recuperación, pertenecieron a las ofrendas fastuosas al interior del Templo Mayor, el huey-teocalli más importante de Tenochtitlan.

Según informó el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH), estas piezas podrían tener más de 500 años de antigüedad. De acuerdo con los arqueólogos involucrados en la investigación, es posible que las piezas encontradas formaran parte de los rituales que realizaban los sacerdotes para conseguir el favor de los dioses en el panteón mexica.

Antes de los 8 presagios funestos.

Se dice que, antes de la llegada de los conquistadores peninsulares, Moctezuma recibió 8 señales funestas. En su momento, se tomaron como malos presagios que anunciaban la caída del Imperio Mexica. Después de siglos de dominar la meseta central de México, Tenochtitlan sucumbiría ante las fuerzas de los tlaxcaltecas, aliadas a los invasores europeos.

Antes de aquel día funesto, el Templo Mayor fue el punto máximo de adoración para el imperio. Con 45 metros de alto, es una de las edificaciones cultuales icónicas de la cultura mexica, adonde fueron dirigidas cientos de miles de plegarias en la era precolombina. Así también, se consolidó como un punto neurálgico de poder político.

Por ello, durante décadas se han encontrado vestigios arqueológicos de aquella grandeza imperial. El ‘tesoro’ descubierto recientemente consiste de 2 mil 550 piezas de madera, utilizadas durante algún ritual funerario o sagrado durante el auge de México-Tenochtitlan. Según los investigadores, muchas de ellas llegaron a la actualidad por poca cantidad de oxígeno y de luz con los que interactuaron durante siglos.

Piezas vulnerables, pero resistentes.

Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)

A pesar de que las piezas encontradas en las ofrendas del Templo Mayor están hechas de un material orgánico —como lo es la madera—, susceptible al deterioro rápido, al equipo de conservación le sorprendió que han resistido las inclemencias del tiempo. Son contados los ejemplos que han sobrevivido durante tantos siglos.

Al respecto, el director del Proyecto Templo Mayor, Leonardo López Luján, explica lo verdaderamente difícil que es encontrar piezas hechas de madera con tantos años de antigüedad:

“[…] una vez nos trajeron una máscara de madera donde estaban los laboratorios del INAH; aquí en Moneda, en el Centro Histórico. Llegó la máscara, en los años 60, y a las pocas horas se hizo polvo. Se había deshecho. En aquella época no teníamos la capacidad ni el conocimiento para cuidar de estos objetos que son tan vulnerables. No podíamos conservarlos años, apenas unos días”, explica el especialista en una entrevista con El País.

En la actualidad, el panorama es completamente distinto. Desde 2002, se cuenta con técnicas de conservación y restauración poco invasivas con estos materiales. En ocasiones anteriores, han demostrado ser confiables y efectivas para preservar piezas tan antiguas. Las restauradoras María Barajas Rocha y Adriana Sanromán Peyrón, lideresas del proyecto, trabajarán con azúcares sintéticos, que no dañan la estructura orgánica de la madera.

Esta misma metodología se empleará en los dardos, lanzadardos, pectorales, pendientes, máscaras, ornamentos, orejeras, cetros, jarras, tocados y representaciones en hueso encontradas en las ofrendas del Templo Mayor. A pesar de que, en palabras de Luján, llegaron en un estado similar al «chicharrón en salsa verde», se espera que puedan recuperar algo de su fulgor ancestral.

Imagen de portada: Gentileza del  INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTORIA (INAH).

FUENTE RESPONSABLE. National Geographic en Español. Junio 2022

Arqueología/Descubrimientos arqueológicos/Historia antigua/Historia de México-Tenochtitlan Templo Mayor

Los fascinantes «secretos genéticos» hallados en dos cuerpos preservados de la erupción de Pompeya.

Investigadores que estudian restos humanos de Pompeya, Italia, lograron extraer material genético de los huesos de un hombre y de una mujer que quedaron atrapados en la erupción que dejó sepultada a esa ciudad romana.

Este primer «genoma humano pompeyano» es un conjunto casi completo de «instrucciones genéticas» de las víctimas, codificadas en ADN extraído de sus huesos.

El ADN antiguo se conservó en cuerpos que estaban cubiertos en cenizas endurecidas por el tiempo. Los hallazgos fueron publicados en la revista Scientific Reports.

Las dos personas fueron descubiertas por primera vez en 1933, en lo que los arqueólogos de Pompeya han llamado Casa del Fabbro, o La Casa del Artesano.

Quedaron atrapadas en la esquina del comedor, casi como si estuvieran almorzando cuando ocurrió la erupción, el 24 de agosto de 79 d.C.

Un estudio reciente sugirió que la enorme nube de ceniza de la erupción del Monte Vesubio podría haberse vuelto letal para los habitantes de la ciudad en menos de 20 minutos.

¿Qué encontraron?

Las dos víctimas que estudiaron los investigadores, según la antropóloga Serena Viva, de la Universidad de Salento, no estaban en una posición de escape.

«Por la posición [de sus cuerpos] parece que no estaban huyendo», dijo Viva a la BBC. «La respuesta a por qué no huían podría estar en sus condiciones de salud».

Serena Viva

FUENTE DE LA IMAGEN – SERENA VIVA

La doctora Serena Viva ha estudiado los restos hallados en Pompeya.

Ahora se han revelado pistas en este nuevo estudio de sus huesos.

«Todo se trata de la preservación de los esqueletos», explicó el profesor Gabriele Scorrano, del centro Lundbeck GeoGenetics en Copenhague, quien dirigió el estudio.

«Es lo primero que vimos, y parecía prometedor, así que decidimos darle una oportunidad [a la extracción de ADN]».

Tanto la notable conservación como la última tecnología de laboratorio permitieron a los científicos extraer una gran cantidad de información de una «cantidad realmente pequeña de polvo de hueso», como explicó el profesor Scorrano.

«Las nuevas máquinas de secuenciación pueden leer varios genomas completos al mismo tiempo», continuó.

El estudio genético reveló que el esqueleto del hombre contenía ADN de la bacteria que causa la tuberculosis, lo que sugiere que podría haber tenido la enfermedad antes de su muerte.

Y un fragmento de hueso en la base de su cráneo contenía suficiente ADN intacto para descifrar todo su código genético.

Esto demostró que compartía «marcadores genéticos», o puntos de referencia reconocibles en su código genético, con otras personas que vivieron en Italia durante la era imperial romana.

Pero también tenía un grupo de genes que se encuentran comúnmente en los de la isla de Cerdeña, lo que sugiere que podría haber altos niveles de diversidad genética en la península italiana en ese momento.

Una foto de 1934 de restos de dos personas encontrados en la Casa del Artesano, en Pompeya

FUENTE DE LA IMAGEN – PA MEDIA

Una foto de 1934 de restos de dos personas encontrados en la Casa del Artesano, en Pompeya.

El profesor Scorrano dijo que hay mucho más que aprender en los estudios biológicos de Pompeya, incluido el ADN ambiental antiguo, que podría revelar más sobre la biodiversidad en ese momento.

«Pompeya es como una isla romana», agregó. «Tenemos una imagen de un día en 79 d.C.».

Viva agregó que cada cuerpo humano en Pompeya es «un tesoro».

«Estas personas son testigos silenciosos de uno de los hechos históricos más conocidos del mundo», dijo.

«Trabajar con ellos es muy emotivo y un gran privilegio para mí».

Imagen de portada: Gentileza de Serena Viva. “Secretos genéticos”.

FUENTE RESPONSABLE: BBC News Mundo. Por Victoria Gill; corresponsal de Ciencia de la BBC. Mayo 2022

Historia/Antropología/Italia/Ciencia

Un perro descubre un tesoro de la edad media en la ciudad polaca de Walbrzych.

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El hallazgo canino constituye la mayor colección de monedas descubierta en Polonia desde principios del siglo XX, y se compone de más de cien piezas de plata de origen medieval estampadas con cruces, torres y los retratos de los nobles que las acuñaron.

Monedas antiguas Arqueología Edad Media

Paseando una tarde con su amo, Kajtuś husmeó algo extraño al lado del camino, y tras escarbar un poco descubrió, para sorpresa de ambos, un centenar de monedas de plata dentro de una vasija hecha pedazos.

Inmediatamente se pusieron en contacto con los especialistas de la Oficina para la Protección del Patrimonio de la Baja Silesia. Tras organizar un equipo de investigadores, este fue enviado al lugar para desenterrar el recipiente cerámico y su precioso contenido.

OCULTO DURANTE SIGLOS

El tesoro fue enterrado en algún momento de la primera mitad del siglo XIII para ocultarlo mientras su propietario huía, quizás durante la invasión mongola de Polonia del año 1240 o en uno de los numerosos conflictos entre señores feudales que caracterizaron la historia polaca a principios de siglo.

Un hombre sujeta una cruz y una flor de lis en el anverso de una de las monedas.Foto: Lower Silesia Heritage Protection Office

Las monedas se encontraron dentro de esta olla hecha añicos. Foto: Lower Silesia Heritage Protection Office

Las monedas halladas son bracteatus, finas láminas de plata estampadas a golpe de martillo con una sola imagen en relieve cóncavo por una cara y convexo por la otra. Su programa iconográfico se compone de un conjunto de cruces, grifos, ángeles, sirenas y castillos.

MONEDAS EN TIEMPOS DE CRISIS

Este tipo de divisa abundaba durante la época, pues la falta de plata en el centro de Europa obligó a disminuir su peso para poder disponer de dinero suficiente con el que pagar los impuestos y comerciar. Por su delgadez estas monedas tendían a doblarse o romperse, por lo que no permanecían mucho tiempo en circulación y eran fundidas de nuevo cada cierto tiempo.

Dos cruces y la representación de una hoguera enmarcan un rostro masculino, quizás el del noble responsable de producir estas piezas.Foto: Lower Silesia Heritage Protection Office

El valor de cada moneda se determinaba por su peso, lo que explica los diferentes tamaños encontrados en la vasija. Foto: Lower Silesia Heritage Protection Office

Las imágenes religiosas abundan entre las piezas del tesoro. Foto: Lower Silesia Heritage Protection Office

Afortunadamente, este tesoro ha permanecido intacto dentro de la tierra y constituye un hallazgo excepcional de un tipo de moneda muy poco habitual en la arqueología medieval. De hecho, es la colección de bracteatus más numerosa descubierta en el país en casi cien años.

Imagen de portada: El tesoro se compone de más de cien bracteatus, unas delgadas monedas hechas con lámina de plata estampadas con la misma imagen por ambos lados. Foto: Lower Silesia Heritage Protection Office

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC. Historia. Por Francesc Cervera.Abril 2022

Monedas antiguas/Arqueología/Edad Media/Actualidad

 

 

Cómo los antiguos egipcios inventaron las etiquetas para el vino.

A muchos puede parecerles extraño que Egipto sea hoy en día uno de los mayores productores de vino del mundo, con una cantidad anual similar a la británica. Pero el caso es que la producción de vino está ligada a Egipto desde hace muchos siglos.

Evidentemente no fueron los antiguos egipcios quienes lo inventaron. Los arqueólogos han situado los comienzos de su elaboración en una extensa zona al sur del Cáucaso, entre los actuales Georgia, Turquía, Armenia e Irán, entre el 8000 y el 5000 a.C.

Si deseas profundizar sobre esta entrada, cliquea por favor donde se encuentre escrito en “negrita”. Ten en cuenta que en algunos link se encuentra en idioma inglés. Muchas gracias.

Durante la Edad del Bronce tanto el cultivo de la uva como la elaboración del vino se fue extendiendo por Asia y Europa, alcanzando China y la Península Ibérica, donde los fenicios encontraron ya a su llegada viñedos. Y por supuesto la nueva bebida se incorporó al comercio y a las rutas mercantiles en todo el mundo antiguo.

En Egipto surgió toda una industria vinícola desde el siglo XXVII a.C., probablemente importada de Canaán, durante la tercera dinastía.

Los egipcios controlaron las rutas del vino entre 1550 y 1070 a.C. Para poder transportar y conservar el vino con seguridad introdujeron por primera vez ánforas estandarizadas selladas con juntas de cañas y barro y recubiertas de brea en su interior, que evitaban que se estropease en los trayectos largos. Algunas de estas ánforas, todavía con vino, se encontraron en las tumbas de Semerjet y Tutankamon.

El pueblo egipcio consumía preferentemente cerveza, quedando el vino reservado para el faraón, los sacerdotes y las clases altas, excepto en fechas señaladas, como los festivales de la diosa de la vendimia, Renenutet, o el de Hathor. Según Plutarco los egipcios pensaban que el vino era:

la sangre de los que alguna vez habían luchado contra los dioses, y de los cuales, cuando cayeron y se mezclaron con la Tierra, creyeron que las vides habían brotado. Esta es la razón por la que la embriaguez hace que los hombres pierdan los sentidos y los enloquezcan, ya que entonces se llenan de la sangre de sus antepasados (Plutarco, De Isis y Osiris 6)

Ánforas en la tumba de Tutankamon / foto Lucas en Wikimedia Commons

Con el comercio del vino surgió también el marcado, que en principio solo identificaba el contenido de las ánforas. Así, el más antiguo es un sello cilíndrico babilónico de hace unos 6.000 años, que se usaba para estampar las ánforas indicando que contenían vino (y que representa a un grupo de personas en actitud alegre, como no podía ser de otra manera).

Pero los egipcios añadieron toda una serie de informaciones a estas marcas, creando las que se consideran como las etiquetas vinícolas más antiguas conocidas. El etiquetado de las ánforas se realizaba directamente sobre el barro húmedo, o se utilizaban ostraca (piedra caliza, loza o cerámica escritas a mano).

Etiqueta en un fragmento conservado en el MET / foto dominio público en el Metropolitan Museum

En ellas se incluían uno o más de los siguientes datos:

  1. El año en que el vino había sido presentado al faraón, que solía coincidir con el año de producción.
  2. Su calidad, que iba de genuino a bueno y muy bueno.
  3. La ocasión en que había sido presentado, por ejemplo, los festivales del año nuevo.
  4. La región geográfica donde había sido producido.
  5. El nombre del propietario de los viñedos (la mayoría llevan el nombre del faraón correspondiente, pues lo viñedos eran en su mayoría de propiedad real).
  6. El nombre o título de la persona que ofrecía el vino al faraón.
  7. El nombre del viticultor jefe.
  8. Y en ocasiones la capacidad del recipiente.

Curiosamente, de las ánforas con vino encontradas en la tumba de Tutankamon los investigadores pudieron constatar que los egipcios llevaban un registro de los años con mejores cosechas, pues con el faraón solo se enterró vino de determinados años concretos.

Etiqueta en fragmento conservado en el MET / foto Expedición iMalqata

También apreciaban los vinos añejos, ya que el contenido de algunas ánforas tenía 200 años de antigüedad en el momento en que fueron depositadas como ofrendas funerarias en las tumbas. Las más antiguas de todas se hallaron en las tumbas de Horus Escorpión II y Narmer en Abidos, de finales del IV milenio a.C.

Imagen de portada: Gentileza de PinterestJarra de vino predinástico – Predinástica, Naqada III–Dinastía 1 – ca. 3300–2960 aC Egipto, Delta Oriental – Cerámica

Fuentes: Wine of Egypt’s Golden Age: An Archaeochemical Perspective (P.E. McGovern) / Wine Making in Ancient Egypt / Wine & Wine Offering In The Religion Of Ancient Egypt (Mu-Chou Poo) / Vinography / Vinepair / Winedesign / Wikipedia. Autor de la entrada: Guillermo Carvajal. Diciembre 2018.

Sociedad y Cultura/Antiguo Egipto/Arqueología/Etiquetas/Curiosidades.

Cómo los antiguos egipcios inventaron las etiquetas para el vino.

A muchos puede parecerles extraño que Egipto sea hoy en día uno de los mayores productores de vino del mundo, con una cantidad anual similar a la británica. Pero el caso es que la producción de vino está ligada a Egipto desde hace muchos siglos.

Evidentemente no fueron los antiguos egipcios quienes lo inventaron. Los arqueólogos han situado los comienzos de su elaboración en una extensa zona al sur del Cáucaso, entre los actuales Georgia, Turquía, Armenia e Irán, entre el 8000 y el 5000 a.C.

Si deseas profundizar sobre esta entrada, cliquea por favor donde se encuentre escrito en “negrita”. Ten en cuenta que en algunos link se encuentra en idioma inglés. Muchas gracias.

Durante la Edad del Bronce tanto el cultivo de la uva como la elaboración del vino se fue extendiendo por Asia y Europa, alcanzando China y la Península Ibérica, donde los fenicios encontraron ya a su llegada viñedos. Y por supuesto la nueva bebida se incorporó al comercio y a las rutas mercantiles en todo el mundo antiguo.

En Egipto surgió toda una industria vinícola desde el siglo XXVII a.C., probablemente importada de Canaán, durante la tercera dinastía.

Los egipcios controlaron las rutas del vino entre 1550 y 1070 a.C. Para poder transportar y conservar el vino con seguridad introdujeron por primera vez ánforas estandarizadas selladas con juntas de cañas y barro y recubiertas de brea en su interior, que evitaban que se estropease en los trayectos largos. Algunas de estas ánforas, todavía con vino, se encontraron en las tumbas de Semerjet y Tutankamon.

El pueblo egipcio consumía preferentemente cerveza, quedando el vino reservado para el faraón, los sacerdotes y las clases altas, excepto en fechas señaladas, como los festivales de la diosa de la vendimia, Renenutet, o el de Hathor. Según Plutarco los egipcios pensaban que el vino era:

la sangre de los que alguna vez habían luchado contra los dioses, y de los cuales, cuando cayeron y se mezclaron con la Tierra, creyeron que las vides habían brotado. Esta es la razón por la que la embriaguez hace que los hombres pierdan los sentidos y los enloquezcan, ya que entonces se llenan de la sangre de sus antepasados (Plutarco, De Isis y Osiris 6)

Ánforas en la tumba de Tutankamon / foto Lucas en Wikimedia Commons

Con el comercio del vino surgió también el marcado, que en principio solo identificaba el contenido de las ánforas. Así, el más antiguo es un sello cilíndrico babilónico de hace unos 6.000 años, que se usaba para estampar las ánforas indicando que contenían vino (y que representa a un grupo de personas en actitud alegre, como no podía ser de otra manera).

Pero los egipcios añadieron toda una serie de informaciones a estas marcas, creando las que se consideran como las etiquetas vinícolas más antiguas conocidas. El etiquetado de las ánforas se realizaba directamente sobre el barro húmedo, o se utilizaban ostraca (piedra caliza, loza o cerámica escritas a mano).

Etiqueta en un fragmento conservado en el MET / foto dominio público en el Metropolitan Museum

En ellas se incluían uno o más de los siguientes datos:

  1. El año en que el vino había sido presentado al faraón, que solía coincidir con el año de producción.
  2. Su calidad, que iba de genuino a bueno y muy bueno.
  3. La ocasión en que había sido presentado, por ejemplo, los festivales del año nuevo.
  4. La región geográfica donde había sido producido.
  5. El nombre del propietario de los viñedos (la mayoría llevan el nombre del faraón correspondiente, pues lo viñedos eran en su mayoría de propiedad real).
  6. El nombre o título de la persona que ofrecía el vino al faraón.
  7. El nombre del viticultor jefe.
  8. Y en ocasiones la capacidad del recipiente.

Curiosamente, de las ánforas con vino encontradas en la tumba de Tutankamon los investigadores pudieron constatar que los egipcios llevaban un registro de los años con mejores cosechas, pues con el faraón solo se enterró vino de determinados años concretos.

Etiqueta en fragmento conservado en el MET / foto Expedición iMalqata

También apreciaban los vinos añejos, ya que el contenido de algunas ánforas tenía 200 años de antigüedad en el momento en que fueron depositadas como ofrendas funerarias en las tumbas. Las más antiguas de todas se hallaron en las tumbas de Horus Escorpión II y Narmer en Abidos, de finales del IV milenio a.C.

Imagen de portada: Gentileza de PinterestJarra de vino predinástico – Predinástica, Naqada III–Dinastía 1 – ca. 3300–2960 aC Egipto, Delta Oriental – Cerámica

Fuentes: Wine of Egypt’s Golden Age: An Archaeochemical Perspective (P.E. McGovern) / Wine Making in Ancient Egypt / Wine & Wine Offering In The Religion Of Ancient Egypt (Mu-Chou Poo) / Vinography / Vinepair / Winedesign / Wikipedia. Autor de la entrada: Guillermo Carvajal. Diciembre 2018.

Sociedad y Cultura/Antiguo Egipto/Arqueología/Etiquetas/Curiosidades.

Cómo los antiguos egipcios inventaron las etiquetas para el vino.

A muchos puede parecerles extraño que Egipto sea hoy en día uno de los mayores productores de vino del mundo, con una cantidad anual similar a la británica. Pero el caso es que la producción de vino está ligada a Egipto desde hace muchos siglos.

Evidentemente no fueron los antiguos egipcios quienes lo inventaron. Los arqueólogos han situado los comienzos de su elaboración en una extensa zona al sur del Cáucaso, entre los actuales Georgia, Turquía, Armenia e Irán, entre el 8000 y el 5000 a.C.

Si deseas profundizar sobre esta entrada, cliquea por favor donde se encuentre escrito en “negrita”. Ten en cuenta que en algunos link se encuentra en idioma inglés. Muchas gracias.

Durante la Edad del Bronce tanto el cultivo de la uva como la elaboración del vino se fue extendiendo por Asia y Europa, alcanzando China y la Península Ibérica, donde los fenicios encontraron ya a su llegada viñedos. Y por supuesto la nueva bebida se incorporó al comercio y a las rutas mercantiles en todo el mundo antiguo.

En Egipto surgió toda una industria vinícola desde el siglo XXVII a.C., probablemente importada de Canaán, durante la tercera dinastía.

Los egipcios controlaron las rutas del vino entre 1550 y 1070 a.C. Para poder transportar y conservar el vino con seguridad introdujeron por primera vez ánforas estandarizadas selladas con juntas de cañas y barro y recubiertas de brea en su interior, que evitaban que se estropease en los trayectos largos. Algunas de estas ánforas, todavía con vino, se encontraron en las tumbas de Semerjet y Tutankamon.

El pueblo egipcio consumía preferentemente cerveza, quedando el vino reservado para el faraón, los sacerdotes y las clases altas, excepto en fechas señaladas, como los festivales de la diosa de la vendimia, Renenutet, o el de Hathor. Según Plutarco los egipcios pensaban que el vino era:

la sangre de los que alguna vez habían luchado contra los dioses, y de los cuales, cuando cayeron y se mezclaron con la Tierra, creyeron que las vides habían brotado. Esta es la razón por la que la embriaguez hace que los hombres pierdan los sentidos y los enloquezcan, ya que entonces se llenan de la sangre de sus antepasados (Plutarco, De Isis y Osiris 6)

Ánforas en la tumba de Tutankamon / foto Lucas en Wikimedia Commons

Con el comercio del vino surgió también el marcado, que en principio solo identificaba el contenido de las ánforas. Así, el más antiguo es un sello cilíndrico babilónico de hace unos 6.000 años, que se usaba para estampar las ánforas indicando que contenían vino (y que representa a un grupo de personas en actitud alegre, como no podía ser de otra manera).

Pero los egipcios añadieron toda una serie de informaciones a estas marcas, creando las que se consideran como las etiquetas vinícolas más antiguas conocidas. El etiquetado de las ánforas se realizaba directamente sobre el barro húmedo, o se utilizaban ostraca (piedra caliza, loza o cerámica escritas a mano).

Etiqueta en un fragmento conservado en el MET / foto dominio público en el Metropolitan Museum

En ellas se incluían uno o más de los siguientes datos:

  1. El año en que el vino había sido presentado al faraón, que solía coincidir con el año de producción.
  2. Su calidad, que iba de genuino a bueno y muy bueno.
  3. La ocasión en que había sido presentado, por ejemplo, los festivales del año nuevo.
  4. La región geográfica donde había sido producido.
  5. El nombre del propietario de los viñedos (la mayoría llevan el nombre del faraón correspondiente, pues lo viñedos eran en su mayoría de propiedad real).
  6. El nombre o título de la persona que ofrecía el vino al faraón.
  7. El nombre del viticultor jefe.
  8. Y en ocasiones la capacidad del recipiente.

Curiosamente, de las ánforas con vino encontradas en la tumba de Tutankamon los investigadores pudieron constatar que los egipcios llevaban un registro de los años con mejores cosechas, pues con el faraón solo se enterró vino de determinados años concretos.

Etiqueta en fragmento conservado en el MET / foto Expedición iMalqata

También apreciaban los vinos añejos, ya que el contenido de algunas ánforas tenía 200 años de antigüedad en el momento en que fueron depositadas como ofrendas funerarias en las tumbas. Las más antiguas de todas se hallaron en las tumbas de Horus Escorpión II y Narmer en Abidos, de finales del IV milenio a.C.

Imagen de portada: Gentileza de PinterestJarra de vino predinástico – Predinástica, Naqada III–Dinastía 1 – ca. 3300–2960 aC Egipto, Delta Oriental – Cerámica

Fuentes: Wine of Egypt’s Golden Age: An Archaeochemical Perspective (P.E. McGovern) / Wine Making in Ancient Egypt / Wine & Wine Offering In The Religion Of Ancient Egypt (Mu-Chou Poo) / Vinography / Vinepair / Winedesign / Wikipedia. Autor de la entrada: Guillermo Carvajal. Diciembre 2018.

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LA INFORMACIÓN DE LOS ESQUELETOS.

Arqueología de los huesos, todo lo que nos cuentan sobre el pasado.

Una fuente valiosísima de información para conocer mejor la historia son, sin duda, los esqueletos. A través de ellos podemos conocer datos de una época como la esperanza de vida, el clima, la dieta, las condiciones de trabajo o los movimientos migratorios de las poblaciones que habitaron la Tierra en tiempos remotos.

Cómo es posible saber tantas cosas acerca de épocas de las que no tenemos documentos, o incluso no se había inventado la escritura? Entre otras aproximaciones, los esqueletos son una gran fuente de información acerca de la gente que vivió hace muchos siglos: los huesos nos pueden ayudar a conocer detalles como la dieta o la esperanza de vida de las distintas clases sociales, el clima o las enfermedades y las condiciones de trabajo de la población, entre otras cosas.

Pero obtener estos datos dista de ser fácil: para que sean fiables hay que disponer de muestras abundantes y relevantes, compararlas entre los distintos lugares y épocas, y realizar estudios interdisciplinarios que, a partir de toda la información disponible, permitan construir un relato coherente. Aun así, examinando una muestra significativa de esqueletos se pueden saber ya muchas cosas.

LO QUE NOS DICEN LOS ESQUELETOS.

Los datos más inmediatos que se pueden extraer de un esqueleto de forma directa son el sexo del individuo y la altura. El sexo solo puede ser definido a partir de la pubertad, cuando los huesos evolucionan de manera diferente en hombres y mujeres; y hay dos partes del cuerpo de las cuales se puede deducir: la zona pélvica, más ancha en las mujeres; y el cráneo, que en los hombres generalmente presenta formas más marcadas en ciertos puntos como el mentón y la órbita de los ojos. En cuanto a la altura, se puede determinar incluso si faltan partes del esqueleto midiendo los huesos de las extremidades y aplicando unas fórmulas que permiten calcular las medidas totales de forma muy precisa.

Examinando un esqueleto se puede saber el sexo, la altura, la edad e incluso la etnia a la que pertenecía un individuo.

La edad en el momento de la muerte, en cambio, es el factor con más margen de error. Se puede determinar de forma muy precisa si el individuo murió durante la infancia o la adolescencia, puesto que los huesos se desarrollan a un ritmo establecido; en el caso de los niños, además, se suele tener como elemento adicional la dentadura, que puede revelar la edad a partir de la presencia de dientes de leche u observando cuáles son las piezas que se han desarrollado totalmente. Por el contrario, determinar la edad de los adultos es más complicado ya que el esqueleto ha dejado de crecer.

Generalmente se establece a partir del estado de aquellos huesos que sufren un desgaste similar en la mayoría de las personas independientemente de las actividades que realicen, como las articulaciones: mientras que en los adultos jóvenes el hueso presenta unas protuberancias onduladas, a medida que la edad es más avanzada la superficie se vuelve más lisa.

Los esqueletos permiten, además, tener una idea general de los grupos de población que habitaban un lugar en un determinado periodo. El elemento más relevante para esto es el cráneo, que a partir de ciertas características como el hueso nasal permite hacer una aproximación de la etnia del individuo. El cambio generalizado en dichas características en esqueletos de distintos periodos es una señal de movimientos migratorios masivos, generalmente atribuibles a una expansión armada, como puede ser el caso del Imperio Mongol.

DETECTIVES DEL PASADO

El estudio detallado de los esqueletos puede revelar además un montón de información sobre los hábitos de las poblaciones y sobre el mundo en el que vivían. Los datos directos que se pueden extraer tienen que ver con la dieta y las enfermedades.

Muchas enfermedades dejan rastros sobre el esqueleto que son fácilmente identificables, especialmente en el caso de aquellas que históricamente han estado muy extendidas. Uno de los ejemplos más habituales es la artritis reumatoide, que provoca deformidades muy características en las articulaciones. Otra de las enfermedades más habituales, la tuberculosis, provoca a largo plazo deformidades en la columna vertebral, cuando las bacterias causantes infectan el esqueleto a través del torrente sanguíneo.

El Papiro Ebers

EL PAPIRO EBERS. Datado en el octavo año de reinado de Amenhotep I (alrededor del 1517 a.C.), es considerado la fuente primaria más completa sobre la medicina del antiguo Egipto y uno de los documentos médicos más antiguos que existen. Foto: Einsamer Schütze

Algunas de estas dolencias nos pueden dar también información sobre los hábitos de vida de los individuos. Por ejemplo: la gota, fácilmente identificable por la inflamación del dedo gordo del pie, suele ser consecuencia de una dieta rica en determinados tipos de alimentos, como las carnes rojas y el marisco. Puesto que dichos caprichos, históricamente, solo estaban al alcance de los más ricos, encontrarlos en un esqueleto indica posiblemente que se trataba de un individuo de alto estatus social y muy probablemente un hombre, ya que esta dolencia tiende a desarrollarse sobre todo en el sexo masculino.

Cuando una muestra significativa de individuos presenta una alta incidencia de determinadas enfermedades, se pueden obtener también indicios sobre el modo de vida de una sociedad e incluso sobre el clima de la época: dos ejemplos claros son nuevamente la tuberculosis, que se desarrolla prevalentemente en ambientes fríos y húmedos; y la gota, que si está muy difundida es indicativa de que se trataba probablemente de una sociedad cazadora.

Pero la mayor fuente de información en estos casos procede de las fracturas de los huesos: no solo son marcas de trabajos pesados o de heridas intencionales, sino que observando la frecuencia con que aparecen fracturas curadas en los esqueletos se puede deducir de forma aproximada la mortandad a causa de ellas o de las infecciones resultantes. Incluso, si se encuentran dichas señales en esqueletos infantiles de forma generalizada, es una pista de que los niños empezaban a trabajar muy jóvenes.

Todas estas informaciones, sin embargo, no son concluyentes por sí mismas, ya que en la medida de lo posible tienen que apoyarse con registros históricos, análisis de ADN o datos resultantes del examen arqueológico de otros elementos, como los restos de comida. Pero resulta especialmente valiosa en el caso de poblaciones de las que no se tienen registros históricos, generalmente porque no conocían la escritura. En ese caso, los esqueletos son lo más cercano a unos testigos que pueden tener los arqueólogos, sobre quienes recae la tarea de hacer de detectives del pasado.

Imagen de portada: El estudio de los esqueletos de época bajomedieval enterrados en varios cementerios de Cambridge ha puesto de manifiesto que sus habitantes corrían un alto riesgo de sufrir accidentes e incidentes violentos. Foto: Nick Saffell.

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC. Por Abel G.M. Periodista especializado en el ámbito de la historia y los viajes. Enero 2022.

Arqueología/Esqueletos/Paleontología

Descubren restos de una ceremonia mexica y esqueletos del siglo XIX en Ciudad de México.

Arqueólogos del INAH que excavan en la actual colonia Guerrero de la capital mexicana han descubierto diversos basureros prehispánicos con objetos usados por los antiguos mexicas en las ceremonias del Fuego Nuevo y de época virreinal. Asimismo han descubierto una serie de enterramientos de los siglos XVIII y XIX, posiblemente de víctimas de una de las recurrentes epidemias de la época.

Un equipo de arqueólogos del INAH (Instituto Nacional de Antropología e Historia de México) ha realizado recientemente dos importantes descubrimientos en el centro histórico de Ciudad de México. 

Uno de ellos, un conjunto de objetos que utilizaron los antiguos mexicas en sus ceremonias del Fuego Nuevo, fue exhumado en el Panteón de San Fernando, cerca de la iglesia de San Hipólito, en el antiguo barrio de Cuepopan, en el emplazamiento de la actual colonia Guerrero de la capital mexicana. 

Se trata de diversos recipientes cerámicos, alacates (calabazas largas agujereadas), figuritas de barro y algunas navajas de obsidiana que aparecieron enterrados a un metro de profundidad. El segundo hallazgo de interés se ha llevado a cabo en la periferia del Panteón durante unas labores de cableado. Se trata de 17 enterramientos datados en el siglo XIX, algunos de ellos posiblemente víctimas de uno de los habituales brotes epidémicos que asolaron la ciudad en ese período.

UNOS RESTOS EXCEPCIONALES

La ceremonia del Fuego Nuevo mexica tenía lugar cada 52 años, en el momento en que un ciclo se acababa y todo volvía a comenzar. Durante ese ritual, los habitantes de Tenochtitlán se deshacían de sus enseres domésticos, rompían las figuras de divinidades que tenían en sus altares, ayunaban y apagaban los fuegos de sus casas y de los templos de la ciudad.

Los sacerdotes, vestidos con sus mejores galas, salían entonces del Templo Mayor y se dirigían al Cerro de la Estrella (el cráter de un volcán extinto), en cuya cumbre realizaban una ceremonia para encender un fuego nuevo.

Los habitantes de Tenochtitlán se deshacían de sus enseres domésticos, rompían las figuras de divinidades que tenían en sus altares, ayunaban y apagaban los fuegos de sus casas y de los templos de la ciudad.

Figurillas de arcilla halladas durante las excavaciones en la colonia Guerrero.Foto: Melitón Tapia (INAH)

Elementos cerámicos hallados cerca del Panteón de San Fernando.Foto: Melitón Tapia (INAH)

Fragmentos cerámicos de época virreinal descubiertos durante los trabajos.Foto: Melitón Tapia (INAH)

No es habitual descubrir vestigios de este singular ritual, ya que todo se quemaba o se lanzaba a las acequias (como es el caso del hallazgo de San Fernando). «Generalmente, se cavaba una fosa y en esta fosa de arrojaban lo platos, las ollas o las vasijas. La gente iba, los arrojaban y se rompían. En muchas ocasiones se usaban piedras de río para poder romper los artefactos. También se utilizaba fuego. En este caso, no hay una fosa como tal, simplemente están dispuestos en el estrato lacustre, lo que quiere decir que la gente llegó con sus vasijas y las lanzó al cuerpo de agua que en esa época existía. Toda esta zona era una zona lacustre; no existían las calles como las conocemos en la actualidad», explica la arqueóloga Nancy Domínguez, coordinadora de las nuevas excavaciones en la zona.

¿VÍCTIMAS DE UNA EPIDEMIA?

Por otra parte, el descubrimiento de los restos óseos de los siglos XVIII y XIX en las inmediaciones del Panteón de San Fernando sugiere que la zona continuó estando habitada en época virreinal, un período en el que se construyeron iglesias y conventos, y que la ocupación continuó hasta el siglo XIX, cuando en el lugar se levantaron grandes casas señoriales. 

Por ahora, se han estudiado diez inhumaciones, y se ha logrado identificar los restos de 15 individuos, todos ellos adultos, tanto hombres como mujeres.

El descubrimiento de los restos óseos de los siglos XVIII y XIX en las inmediaciones del Panteón de San Fernando sugiere que el lugar continuó siendo habitado en época virreinal y la ocupación continuó hasta el siglo XIX.

Un antropólogo analiza varias vértebras de algunos de los individuos enterrados cerca del Panteón de San Fernando. Foto: Melitón Tapia (INAH)

Esqueleto de uno de los individuos exhumados cerca del Panteón de San Fernando.Foto: Melitón Tapia (INAH)

Los investigadores creen que muchos de los aquí enterrados pudieron perecer debido a un brote de cólera, enfermedad recurrente y que hizo estragos en la ciudad en el siglo XIX. 

«Es llamativo que este descubrimiento se dé mientras atravesamos por una contingencia sanitaria nuevamente, revelándonos cómo la sociedad de cada tiempo ha hecho frente a las emergencias sanitarias modificando sus estructuras socioeconómicas, culturales y religiosas, lo que se refleja en los patrones de enterramiento. Desde nuestras disciplinas, la arqueología, la bioarqueología y la antropología física, recuperamos esta identidad desde el presente», ha declarado el antropólogo físico Eduardo García Flores, de la Dirección de Salvamento Arqueológico. Las autoridades culturales mexicanas tienen previsto que los trabajos en la zona continúen hasta finales de enero de 2022.

Imagen de portada: Ceremonia del Fuego Nuevo. Códice Borbónico.Foto: PD

FUENTE RESPONSABLE. NATIONAL GEOGRAPHIC Por Carme Mayans Redactora. Diciembre 2021.

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 Nuevos hallazgos en una tumba bajo el templo de la reina HATSHEPSUT.

Un equipo de arqueólogos polaco ha descubierto cientos de ofrendas a Hathor en los escombros que cubren el pasadizo de una tumba subterránea que se extiende bajo la capilla de esta diosa en el templo funerario de Deir el-Bahari. Posiblemente fueron trasladadas aquí por los sacerdotes debido a su gran acumulación.

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Desde hace años, concretamente desde 1961, equipos arqueológicos polacos han excavado en el templo funerario de la reina Hatshepsut (1479-1458 a.C.) en Deir el-Bahari, en la orilla occidental de Luxor. En la actualidad, el emblemático edificio continúa siendo estudiado por un equipo de investigadores del Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia, bajo la dirección de Patryk Chudzik. En el transcurso de sus trabajos, los arqueólogos han llevado a cabo un importante descubrimiento: cientos de objetos procedentes de una antigua tumba excavada en la roca que se halla debajo de este complejo.

UNA TUMBA BAJO LA CAPILLA

Patryk Chudzik ha explicado que su equipo realizó el descubrimiento en la primavera de 2021, en el marco de los trabajos de reconstrucción de la capilla dedicada a la diosa Hathor en el templo funerario de la soberana, ubicada en el lado sur de la terraza media del templo, labor que llevan realizando desde el año 2020 con el objetivo de salvaguardar la rica decoración de la capilla y hacerla accesible a los visitantes. De hecho, los arqueólogos estaban asegurando el techo de la tumba que se extiende bajo la estancia, porque temían que pudiera derrumbarse durante las tareas de reconstrucción.

El pasadizo de quince metros de largo de la tumba subterránea de Deir el-Bahari, repleto de escombros.Foto: P. Chudzik

El descubrimiento tuvo lugar en la primavera de 2021, en el marco de los trabajos de reconstrucción de una capilla dedicada a la diosa Hathor cuyo objetivo es salvaguardar la rica decoración de la capilla y hacerla accesible a los visitantes.

«En el extremo occidental del callejón que conduce a la capilla de Hathor se descubrió, a finales del siglo XIX, una tumba que data del reinado de Mentuhotep II, que gobernó Egipto quinientos años antes de la época de Hatshepsut. El descubridor de la tumba, el arqueólogo suizo Édouard Naville, que trabajaba en ese momento para el Fondo de Exploración de Egipto, decidió que los escombros de roca que llenaban el interior del corredor subterráneo [de quince metros de largo] y la cámara del sarcófago no prometían ningún hallazgo interesante. Sin embargo, los últimos trabajos de excavación llevados a cabo por nuestra expedición han mostrado algo completamente distinto», dice con orgullo el arqueólogo polaco.

MILES DE OFRENDAS

En el transcurso de las excavaciones en la tumba,los investigadores polacos hallaron una figura de madera que representa a un hombre tocado con una peluca corta (tal vez el propietario original de la sepultura), varias decenas de figurillas femeninas de fayenza que representan mujeres desnudas con largas trenzas, amuletos en forma de mujeres con orejas de vaca, figuritas de barro de vacas y vasijas de cerámica con pechos modelados. Este conjunto de objetos también incluía numerosos fragmentos de esculturas dedicadas a la diosa Hathor. Asimismo, los arqueólogos descubrieron una gran cantidad de objetos de uso cotidiano como tazas, vasijas de cerámica, platos y cuencos. Todo ello, posiblemente, fueron ofrendas hechas por los fieles y sacerdotes hace miles de años. Chudzik cree que, debido a la gran acumulación de objetos, los sacerdotes se vieron obligados a retirarlos de la capilla y los amontonaron en la tumba que había debajo, creando así una pila de desechos.

Figura masculina de madera con una peluca corta hallada en la tumba subterránea de Deir el-Bahari.Foto: M. Jawornicki

Figurillas femeninas de fayenza procedentes de la tumba que se halla bajo la capilla de Hathor, en el templo funerario de la reina Hatshepsut. Foto: M. Jawornicki

Los investigadores hallaron la figura de madera de un hombre tocado con una peluca corta, varias decenas de figurillas femeninas de fayenza, amuletos en forma de mujeres con orejas de vaca, figuritas de barro de vacas y vasijas con pechos modelados.

«El carácter compacto del hallazgo demuestra claramente que todos estos objetos fueron depositados en la tumba durante un corto período de tiempo, y su estado de conservación, la mayoría solo en fragmentos, indica que fueron trasladados a este lugar por los sacerdotes del templo, que recogían regularmente las ofrendas votivas llevadas a la capilla y las depositaba en otro lugar, creando una especie de ‘vertedero’. La necesidad de retirar las ofrendas traídas por los fieles fue resultado de la gran popularidad del culto a la diosa Hathor, cuyo principal lugar de adoración en la necrópolis tebana era Deir el-Bahari», explica el arqueólogo.

Amuleto de fayenza. Representación de la diosa Hathor. Foto: M. Jawornicki

Fragmento de una figurita que representa a una vaca. Foto: M. Jawornicki

Algunos de los hallazgos se han datado a principios del Reino Medio (1980-1760 a.C.), sin embargo, la mayoría de las piezas localizadas datan de épocas posteriores, posiblemente de principios de la dinastía XVIII (1539-1292 a.C.). Hathor era una de las diosas más veneradas del antiguo Egipto. Se la solía representar en forma de vaca o como una mujer con las orejas de este bóvido. Su imagen aparece representada asimismo en numerosas ocasiones en los relieves del templo funerario de Hatshepsut.

Imagen de portada: Gentileza de National Geographic en Español

FUENTE RESPONSABLE. National Geographic en Español. Por Carme Mayans. Redactora. Diciembre 2021.

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Revelan cómo fue el descubrimiento que cambió todo lo que se sabía sobre los faraones.

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Al noroeste de El Cairo, los arqueólogos también encontraron jeroglíficos en buen estado de conservación; un documental acerca nuevos aportes

Un equipo de arqueólogos realizó una serie de excavaciones en un vecindario ubicado al noroeste de El Cairo, zona en la que vivió Ramsés II en su reinado. En 2017 comenzaron sus trabajos, y en ese tiempo encontraron miles de reliquias, inclusive un templo construido por el faraón hace 3000 años. Sin embargo, el último hallazgo supuso un cambio en la comprensión de los investigadores sobre los monarcas del Antiguo Egipto.

Los trabajadores retiraban el pavimento cuando notaron que estaban parados encima de un cofre gigante. Antes de que una cabeza fuera sacada del agua, revelaron un gran torso e inmediatamente observaron que la estatua había sido enterrada boca abajo. El material por la que estaba compuesta era de cuarcita, una roca preciada por la antigua era.

El momento en el que los trabajadores se encuentran arriba de la inmensa estatua

El momento en el que los trabajadores se encuentran arriba de la inmensa estatua. Captura Youtube.

La exploración fue grabada en el documental de Smithsonian Channel: Secretos, el faraón en los suburbios. El relator habló en los comienzos del film sobre la reacción general que hubo tras el descubrimiento: “Los arqueólogos se dieron cuenta de que acababan de hacer el hallazgo de su vida: la estatua gigante de un faraón”.

En ese sentido, mencionó que fue tan imponente el hallazgo que pensaron que la estatua encontrada se trataba del mismo Ramsés, por la evidencia en su altura, tamaño y su tallado.

A lo largo de la estatua también se encontraba en buen estado de conservación una serie de jeroglíficos que revelaban la identidad de la estructura. En los mensajes revelaban el nombre del faraón llamado Psamético I. Lo particular de la historia, es que durante su reinado, Egipto transitaba una crisis económica y política, por lo que estimaban que el país no estaba pasando por sus mejores épocas.

Para despejar dudas, un egiptólogo llamado Chris Naunton explicó en el documental que la estatua cambió por completo la comprensión de los faraones. “Estos ya no eran los días de gloria. Egipto no era tan rico como antes, no controlaba el mismo territorio, no tenía el mismo imperio. Hasta ahora habíamos pensado que el faraón no tenía realmente los medios para construir estatuas a esta escala, pero esta estatua cambia todo eso”, consideró.

Las tallas de los jeroglíficos en el costado de la estatua revelaron a Psamtik como el legítimo propietario. Youtube

Egipto: el lugar de los hallazgos y los descubrimientos históricos.

Egipto suele sorprendernos por los descubrimientos arqueológicos. Las reliquias y los tesoros escondidos aportaron información histórica acerca de cómo se vivía siglos atrás.

Profesionales, arqueólogos e investigadores se esfuerzan para registrar estas historias. Un claro ejemplo es el de William Matthew Flinders Petrie, quien contribuyó a la arqueología con sus trabajos: Lo hizo mediante un método novedoso que permite reconstruir la historia a partir de los restos de culturas antiguas.

En 1884, Petrie encontró fragmentos de una estatua de Ramsés II luego de una excavación en el Templo de Tanis. Esto fue un punto que marcó la historia ya que en Egipto Ramsés era considero como un líder famoso y poderoso del Imperio Nuevo.

Actualmente los descubrimientos siguen dando sus frutos, y prometen marcar nuevos rumbos e informaciones con respecto a la vida de los faraones.

Imagen de portada: Gentileza de Captura Youtube

FUENTE RESPONSABLE: La Nación Lifestyle

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