Cuando ser nosotros mismos es el problema: los rasgos desadaptativos de la personalidad.

PSICOLOGÍA CURIOSAL

Si sentimos que nos van bien las cosas, tal vez nos falte un poco de autocrítica. ¿Por qué aquello bueno que nos define a simple vista también es nuestra mayor condena?

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En ocasiones, cuando tenemos un conflicto con nosotros mismos o con otra persona, podemos caer en el vicioso y esquivo «es que yo soy así». Esta frase, que seguramente hayamos pronunciado más veces de las necesarias, está bien para salir del paso, ser prácticos y, en cierto sentido, no comernos la cabeza demasiado. 

Pero su propia formulación esconde algo un tanto perverso, que no es más que el hecho de pensar que el mundo o lo de fuera tiene que cambiar para que a mí me vayan bien las cosas. 

Y sí, puede que no nos vaya del todo mal siendo nosotros mismos, pero a la hora de la verdad seguramente ciertos actos y actitudes que se sustentan en este argumento pueden derribar el edificio emocional e ideológico que nos sostiene. 

Aquello que se supone que nos ayuda, también puede a largo plazo hacer que nos hundamos. Por ello es importante hacer el esfuerzo de intentar verse desde fuera. Tal vez, preguntarle la opinión a una persona cercana a la que conozcas bien. 

Si queremos mejorar debemos ser críticos con nosotros mismos, incluso cuando parece que hacemos las cosas bien, porque tal vez no sea la forma más adecuada de enfrentar determinadas situaciones. De ahí que a veces sea inevitable arrepentirse por algo que dijimos o que, al contrario, nos guardamos para nosotros.

Ser muy autocríticos está bien, pues no hay nada mejor que reírse de uno, pero hacerlo en exceso puede generar una negatividad subyacente.

Mark Travers, psicólogo de la revista Psychology Today, ha disertado sobre estos rasgos de la personalidad a simple vista «buenos», que a la larga no lo son tanto. El primero de ellos, sin ir más lejos, es hacer un uso indiscriminado del sentido del humor, sobre todo en situaciones en las que no conviene hacer bromas. No tiene que ser necesariamente tomarnos a broma los dramas ajenos, ya que este es un detalle bastante feo de la personalidad, sino más bien reírnos de nosotros mismos y de nuestras debilidades para ganar cierta aceptación social.

Reírnos demasiado de nosotros mismos

Por ejemplo, cuando nos corregimos a nosotros mismos en tono jocoso, haciendo especial énfasis en nuestra ignorancia sobre un tema. 

Ser radicalmente autocríticos está bien, pues no hay nada mejor que reírse de uno mismo, pero hacerlo en exceso puede generar una negatividad subyacente que a largo plazo nos deparará problemas. Esto les sucede mucho a los que se autoidentifican como cínicos potenciales o se jactan del humor negro que practican con circunstancias ajenas o personales.

«Lo que hace que tu sentido del humor sea adaptativo o desadaptativo tiene que ver más con el propósito que con el contenido», asegura Travers. 

«¿Estás utilizándolo para manipular a alguien o para que tú o los demás queden mal? ¿O lo estás usando para mejorar tus relaciones personales y disminuir tu ansiedad?». 

Evidentemente, la primera equivaldría a hacerse el tonto constantemente, lo cual está mal para los asuntos serios, mientras que el otro sería la forma sana y responsable de echarse unas risas por tus propios fallos para que los demás te entiendan mejor.

Ser demasiado soñador

Otro de los rasgos desadaptativos que destaca el psicólogo es tomarse demasiado en serio el trabajo. Lo que vendría a ser hacer gala de una actitud workaholic

Esto puede llegar a ser peligroso, sobre todo cuando nuestra profesión también es nuestra pasión, lo que hace que haya muchas posibilidades de que se convierta en una obsesión. Para que eso no ocurra, Travers aconseja realizar otras actividades al margen de la principal, que aquella que nos ha generado éxito profesional, y vivir de una manera armoniosa cada una de nuestras ocupaciones. 

Lo mismo ocurriría en sentido inverso: si trabajamos en algo que no nos hace felices y no desarrollamos otras facetas de nuestra personalidad que sí que nos gustan para compensar, estaremos cayendo en una actitud errática que solo nos llevará a sentirnos quemados e insatisfechos.

Por último, el psicólogo menciona el hecho de vivir demasiado pegado a una fantasía o fetiche. Lo que podríamos calificar como ser un completo soñador. 

Obviamente, está bien visto ser creativo, tener aspiraciones y proyectos artísticos, pero cuando vives más en las nubes que en tierra firme, normalmente las cosas no tienden a ir bien. 

Así lo descubrió un estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences, que dividió estas ensoñaciones en cuatro tipos: una mera distracción de la realidad actual, un medio para cumplir tus deseos, una sensación de huida el tedio cotidiano o simplemente un pasatiempo que sea gratificante. 

A su vez, los temas más recurrentes fueron el hecho de estar obsesionado con encontrar el amor verdadero, conseguir poder, recibir la atención de los demás de manera constante o directamente escapar.

Imagen de portada: iStock

FUENTE RESPONSABLE: El Confidencial. Por Alma, Corazón y Vida. 28 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Psicología/Comportamientos/Reflexiones.

El efecto de los olores: cómo el olfato controla el comportamiento humano.

No solo la elección de la pareja, sino también la de los amigos, está determinada, en parte, por el efecto de los olores. Pero eso no es todo. ¿Sabía usted que el olor de las lágrimas tiene un impacto en las personas?

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Los animales pueden olfatearse intensamente para determinar, por ejemplo, si el otro está preparado para aparearse, pero ¿ocurre lo mismo con los humanos?

¡No!, aseguraría el anatomista Paul Broca, quien influyó de forma decisiva en el modo en despreciamos la influencia de los olores corporales en el comportamiento humano. Ya en el siglo XIX, Broca atribuyó al ser humano un sentido del olfato poco desarrollado, lo que debía entenderse como un cumplido: aquellos bendecidos con inteligencia y libre albedrío probablemente podrían prescindir de los olores como portadores de información.

Pero, si bien la investigación del olfato todavía está poco desarrollada, una cosa está clara: no solo nos olfateamos a nosotros mismos y a los demás incesantemente, sino que lo que olemos también influye de forma decisiva en nuestro comportamiento. Incluso si coincidimos con Paul Broca y no prestamos atención a nuestro sentido del olfato, este sigue controlandonos.

El olor de las lágrimas disminuye la testosterona

«El sentido del olfato es el más antiguo del sistema de percepción humano y está directamente relacionado con el sistema límbico, la zona del cerebro donde se procesan las emociones», explica Laura Schäfer, asistente de investigación en la Clínica de Psicoterapia y Psicosomática de la Universidad Técnica de Dresde. Así que los olores tienen una influencia directa en nuestros sentimientos y comportamientos.

El neurobiólogo israelí Noam Sobel describió en un estudio que el olor de las lágrimas de una mujer provocaba un descenso en el nivel de testosterona de los hombres. Esto se asoció a una menor excitación sexual en la mayoría de los hombres. Las lágrimas contienen una señal química que nos impacta, aunque solo podemos percibirla inconscientemente a través de nuestro sentido del olfato.

Dos leones jóvenes se olfatean.

Los animales se olfatean para saber si el otro está preparado para aparearse. ¿Las personas no?

De forma igualmente inconsciente, podemos leer el miedo, la agresión, el estrés y la felicidad en el olor corporal de otras personas. La elección de una pareja también se hace con la ayuda de la nariz, e incluso las amistades encuentran uno de sus orígenes en el olor corporal.

El olor de los amigos se parece

Inbal Ravreby, que trabaja con Noam Sobel en el Instituto de Ciencias Weizmann de Israel, publicó recientemente otro estudio al respecto. «Sabemos que los amigos suelen parecerse en muchos aspectos. Son similares en personalidad, pero también suelen ser genéticamente similares. Por eso, queríamos saber si es más probable que nos hagamos amigos de personas cuyo olor corporal es similar al nuestro», sostiene Ravreby.

Los investigadores analizaron el olor corporal de las personas que ya eran amigas y descubrieron que estos tenían un olor similar. Pero el olor corporal solo podría jugar un papel menor en la elección de los amigos. Los investigadores también verificaron esto y analizaron los olores corporales de varias personas de la prueba para luego hacer una predicción sobre qué personas tenían más probabilidades de «congeniar» entre sí.

Para determinarlo, los investigadores utilizaron el llamado «juego de los espejos». En este experimento, dos personas se sitúan frente a frente, no pueden hablarse e intentan reflejar los movimientos de las manos y los brazos del otro. 

Cuanto mejor se entiendan dos personas, es decir, cuanto más «congenien», más fluidos y sincronizados serán sus movimientos. «En el 71 por ciento de los casos, la predicción fue correcta», afirma Ravreby.

Esta enorme influencia del olor corporal sorprendió incluso al investigador. Y se tratan por cierto, de algo que no depende de usar el mismo jabón o perfume. Según Ravreby, estas cosas influyen en el olor corporal, pero todos tenemos un olor único, como una huella dactilar: «De hecho, nos gusta el olor de un champú o de un perfume cuando resalta componentes de nuestro propio olor corporal».

Imagen de portada: Según expertos, el olfato está directamente relacionado con el sistema límbico, la zona del cerebro donde se procesan las emociones. NDR

FUENTE RESPONSABLE: Made for Minds. Por Julia Vergin. 5 de julio 2022.

Sociedad/Olfato/Emociones/Olores/Comportamiento/Psicología/ Neurociencia/Química social

 

 

Cómo se relacionan el comportamiento y la psicología con la longevidad.

Según la videncia disponible, la longevidad depende en un 20% de factores genéticos y un 80% de factores ambientales y comportamentales, incluidos los psicológicos.

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En la cantidad de años que vivimos influyen muchos factores, desde los genéticos, hasta nuestro estilo de vida, pasando por nuestro nivel socioeconómico o el lugar en el que vivimos. 

Hay factores que no los podemos modificar, como los genéticos, pero otros que nuestra conducta puede cambiar significativamente. Para saber hasta qué punto la psicología y nuestro comportamiento influye en nuestra longevidad se han llevado a cabo varios estudios y proyectos, entre ellos el Proyecto Psybel, cuya principal responsable, la doctora en psicología Rocío Fernández-Ballesteros, presentó los primeros resultados en la Academia de Psicología de España.

La longevidad, un éxito del comportamiento humano.

La longevidad humana se ha disparado casi exponencialmente desde mitad del siglo XIX. 

Y es curioso, pues, hasta entonces, en toda la historia de la humanidad, la esperanza de vida se había mantenido estable en torno a los 36 años. Menos de 200 años después la esperanza de vida está en torno a los 80 años. 

Es más, se prevé que en 2050 la población de personas mayores alcance los 2.100 millones de personas, y que habrá más del doble de personas de más de 60 años que niños menores de cinco años, y el 80% de esas personas vivirán en países menos desarrollados.

Sin duda, esto se debe a los avances científico médicos, pero, no solo eso, pues, según Rocío Fernández-Ballesteros, “el comportamiento humano permite explicar, en cierta medida, la supervivencia y la longevidad. 

Desde tiempos de Napoleón, además de producirse grandes avances como los antibióticos y las vacunas empezaron a implantarse medidas de higiene básicas, como lavarse las manos, y también se han incrementado las aptitudes mentales”. 

Y es que la longevidad es, al fin y al cabo, una medida del éxito de la humanidad, un éxito que, teniendo en cuenta toda la evidencia científica disponible, depende en un 20 % a factores intrínsecos (genéticos) y un 80 % a factores extrínsecos (ambientales), aunque ambos factores interactúen entre sí.

¿Cómo influye los aspectos psicológicos en la longevidad?

Dentro del 80% de factores externos que influyen en la longevidad, hay muchísimas variables: socioculturales y demográficas, socioeconómicas, estilo de vida, pero también psicológicas, como la personalidad, la actitud, etc.

Algunas de ellas están muy estudiadas, sobre todo las relativas al estilo de vida, y esta más que demostrado desde hace años que unos hábitos saludables (buena alimentación, no consumir tóxicos, evitar la obesidad y llevar una vida activa) se relacionan directamente con la longevidad. 

También se sabe que influyen de manera positiva tener un nivel socioeconómico alto o vivir en determinados lugares. Está menos estudiado, en cambio, cómo tener una determinada actitud, la cognición, la motivación o la personalidad nos puede hacer vivir más años o con una mayor calidad de vida, que es en lo que se enfoca el proyecto Psybell, en promover un envejecimiento saludable.

Entre las conclusiones a las que se ha llegado en este aspecto son que hay determinadas actitudes y variables psico-comportamentales que favorecen que vivamos más años, como:

•La cognición. Existe una asociación positiva entre la inteligencia y la longevidad. Cuando más inteligencia tengamos más probabilidades de llegar a una edad media-alta. Sin embargo, a partir de esa edad media alta, la supervivencia depende menos de la inteligencia y más de otros factores, como se explica en este artículo.

•Autopercepción del envejecimiento. Según datos del estudio Salud y jubilación (HRS), que se lleva a cabo en Estados unidos desde 1992, tener una autopercepción negativa de nuestro propio envejecimiento repercute de manera negativa en la longevidad, y, por el contrario, tener una autopercepción positiva, elevas las probabilidades de vivir en los años siguientes.

•Tener un propósito en la vida, una motivación, proyectos… favorece que prolonguemos la vida durante más tiempo.

•Participar con frecuencia en actividades, pero que no supongan un gran compromiso, también favorecen la longevidad.

•La satisfacción con la propia salud. A más satisfacción con la propia salud, más tiempo restante de vida.

•La tenacidad, a más tenacidad, más probabilidades de sobrevivir en los años siguientes.

A estas conclusiones se añadió otra variable, que son los cambios comportamentales producidos por programas conductuales de intervención

Para valorarla, se tuvo en cuenta cómo participar en un programa que promueva hábitos saludables durante la tercera edad favorece que se prolongue la vida. 

En concreto, tomó como referencia Vivir con Vitalidad un programa, capitaneado por la profesora Rocío Fernández-Ballesteros, en el que se pone a disposición de los usuarios un conjunto de orientaciones, consejos y formas de actuar con el propósito de envejecer positivamente, consejos no solo destinados a mejorar hábitos, sino también a promover las aptitudes cognitivas, afectivas y sociales. 

Y es que, según afirma la propia Rocío, estos estudios y programas, ponen de manifiesto que la “psicología es una disciplina clave en materia de salud, y no solo de salud mental. Por eso se requiere su presencia en los contextos en los que se implementen programas de la promoción de la salud y de la longevidad saludable”. 

Imagen de portada: Tener una percepción positiva de la propia vejez favorece la longevidad. Por Andrea Piacquadio / Pexels.

FUENTE RESPONSABLE: Salud. Por MERCEDES BORJA. España. Abril 2022

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