La literatura del siglo XIX y las disputas de poder

Personajes

¿Se leerán en la actualidad las atractivas novelas del siglo XIX, esos prodigios de narración y de fantasía que parecían imprescindibles décadas atrás? Parece poco probable, Víctor Hugo, Dickens, Manzoni, Dumas, Melville, Balzac, Verne, Dostoievski parecen alejarse melancólicamente de esa candente curiosidad que, niños y adolescentes, nos hacía encerrarnos durante horas y días para devorar esos seductores mamotretos.

Para aquellos que las sienten como necesarias, o al menos inolvidables, la literatura en otras palabras, permanecen y hasta regresan, si no es fácil recordar las intrincadas tramas, es muy difícil que hayan desaparecido de una memoria colectiva, casi mundial, los nombres de ciertos personajes, Jean Valjean, Edmundo Dantés, El Capitán Ahab, Raskolnikov, Nemo, Margarita Gautier, Facundo, Fausto, Madame Bovary, Martín Fierro, ese ejército de seres inexistentes que pueblan la memoria de generaciones, la mía sin duda.

Pero, creo que una aclaración, y el excurso, es oportuna, porque no se sabe muy bien qué es un personaje en esa fabricación que es una novela; se podría decir que ésos que mencioné se distinguen, son personalidades y realizan acciones, representan a las personas, pareciera que si no se cuenta lo que hacen no se está contando nada, pero lo que entendemos por tal cosa no es un elemento más y obvio en las novelas: desde que se empezó a tratar de comprender la narración más allá de la representación se puede afirmar que es otra cosa, nada menos que el elemento concentrador por excelencia, el hilo unificador del impulso narrativo; tramas y situaciones importan pero unas y otras se encadenan en torno a él, el personaje es el “yo”, remite a la perduración, si desaparece desaparece el relato y la ilusión de una perduración de la vida misma; si bien narrar va más allá a lo que voy apuntando se queda en su forma y en lo que encarna, que es ahora lo que interesa.

Y, cerrando el excurso y volviendo a lo particular, pueden las novelas que contienen a los que mencioné estar perdidas en la sombra pero, sin embargo, lo mejor que les pasa es que siguen siendo objeto de lecturas mayores, no solamente infantiles, que hacen ver mucho más que lo que se ha perdido, en gran medida por lo que son sus personajes o por lo que los constituye, eso es lo inquietante. Sabemos que los personajes aparecen en las escrituras desde los tiempos más remotos, Dios mismo es personaje de una novela fundamental, son héroes, son seres comunes, lo que importa es su función y la carga de sentido que tienen puede ser tanta que se convierten en arquetipos que saltan de la literatura a la vida social, basta con mencionar como mero ejemplo al desajustado Quijote, al turbulento Hamlet, al avaro Harpagón, al hipócrita Tartufo, al seductor don Juan, a la insatisfecha Bovary y a tantos más para comprender esta afirmación. Eso está pero, yendo un poco más lejos, que hayan sido escritos en determinados momentos históricos sugiere que esas caracterizaciones resultan de sagaces miradas sobre la sociedad, lo cual repone la cuestión nunca del todo respondida acerca de cómo, porque de alguna manera lo hace, lo que recorre a una sociedad altera el imaginario de los escritores que vuelcan en los personajes transformándolo, en el fondo todo personaje es como el mítico Gólem, un ser de barro que sólo se mueve por la palabra.

Pero en la manera de amasar ese barro está la sociedad: sólo por recuperar los mencionados se podría pensar que la que transmitía sus pulsiones era o se creía de una solidez que podía parecer eterna, la feudal o posfeudal, pero apunta en ella un comienzo de transformación, lo feudal se está corrompiendo, lo burgués se está expresando y aspira al poder.

Y eso, por supuesto, incide en el imaginario de los grandes novelistas, la narrativa se va haciendo cargo, el individuo impone su soberanía, el personaje de las novelas ya no es arquetípico sino lo más parecido posible a ese individuo, sus pasiones y sus cualidades y las dificultades que tiene para llegar a ser, lo que le cuesta, el precio que paga, sus tentativas, sus derrotas y sus triunfos.

Puede decirse, si consideramos no sólo lo que esa nueva sociedad quiere sino también el pensamiento que adopta, que en la literatura del siglo XIX poner el acento en el personaje, héroe triunfante de enrevesados conflictos, es una emergencia del romanticismo para el cual el individuo es lo central, idealizado por un lado, base del sistema por otro. Pero lo que me parece indiscutible es que la representación de personajes en esa extraordinaria narrativa, incluido el teatro, y el “yo” en la lírica, y en la pintura el retrato –que ya había expresado una relación semejante en el Renacimiento, que homenajeaba a los próceres de la nueva riqueza comercial-, puede verse como una respuesta a fuerzas sociales y a su creciente poder. Modo de ver que algo le debe a la sociología.

En lo que atañe a la gran narrativa del siglo XIX, si se la ve en una panorámica, no es difícil advertir que en parte su conjunto se inscribe entre dos mundos que se enfrentan. Uno es inamistoso, persecutorio y cruel, lleno de miserables que se aprovechan de otros seres o en el que navegan como en tierra propia repugnantes perdularios que explotan a huérfanos sin piedad, o rencorosos perseguidores de débiles y menesterosos, atropellados por una justicia que, no es difícil verlo, está al servicio de poderosos, pocas veces rescatando, siempre castigando, más que en la actualidad, es cierto, pero ahí vamos: ¿no es un lugar común que poca gente en nuestro país cree que la justicia es equidistante y sabia, fiel ejecutora de las leyes y los códigos? ¿No son más, muchos, los convencidos de que jueces limpios y probos son perseguidos y castigados por los peores que, temible casualidad, son los que tienen más poder?

Enfrentándolo, está ese otro mundo, fuertemente deseable en ese acervo narrativo, que, si se mira bien, no sería otro que la imagen de una burguesía protectora y prometedora, en la que priman valores, buenas costumbres y modales, generosa y hasta tierna, que quiere creer que es la dispensadora de las “grandes esperanzas” (que tendrían los perseguidos, los hambrientos, los desposeídos), como titulaba Dickens una de sus novelas.

Pero, como consideración al margen, aunque este mundo no es estrictamente hablando el paraíso en la tierra es presentado casi invariablemente como tierra socialmente prometida, sin origen, a sabiendas de que no a todos podía estarles destinada la posibilidad de pertenecer a él: “pobres habrá siempre”, es el título de una novela de Luis Horacio Velázquez, lo que quiere decir que ricos también, unos usufructúan y otros trabajan para que aquellos puedan usufructuar sin culpas, ésa es la amarga verdad. Como Víctor Hugo o Dickens, Engels piensa que eso no es justo, su padre cree que lo es sin discusión. Dicho sea de paso, es en ese ámbito, en el seno mismo de la familia, que se empieza a expresar esa contradicción, por un lado son burgueses que pueden ser generosos y caritativos pero nunca renuncian a lo que consideran suyo y bien ganado; de ellos, inesperadamente, brotan los disidentes que enjuician a la burguesía y, por fin, muchos, muchísimos, el ejército de los que no lo son, la aceptan sin pensarlo, en el mejor de los casos entrar en ese oprimente mundo es lo más que tratan de obtener, correlativamente al abandono de la idea de combatirlo o a la lucha por valores deseables pero que parecen propiedad privada, como tantas cosas, de los burgueses o, mejor dicho y precisando los términos, de las burguesías.

Esos personajes son presentados como víctimas del peor lado del sistema: escarnecidos, oprimidos, explotados, perseguidos. En un comienzo pareciera que siempre será así, podrían ser los “condenados” de los que hablaba Fanon, pero es como si se depositara sobre ellos el dedo de Dios y decidiera que otro destino los estuviera aguardando. Y, de una manera extraordinaria, pasan a integrar un orden que previamente parecía ser inalcanzable: Jean Valjean llega a ser un fuerte empresario, Edmund Dantes recibe un tesoro que lo convierte en Conde, Oliver Twist es protegido por excelentes burgueses, hay muchos más, los narradores los rescatan pero no los asimilan al bando de la perversidad que constituye la esencia del sistema que los había marginado y perseguido. Resolución de alta moralidad, lo que llamaba el sistema tiene su costado positivo, acaso, en esas felicisimas novelas, la lucha de clases no tiene ninguna posibilidad, está condenada al fracaso: Zola de alguna manera lo está si no diciendo imaginando ¿Será lo que dijo Marx invocando a Balzac?                         

Imagen de portada: Émile Zola

FUENTE RESPONSABLE: Página 12. Cultura. Por Noé Jitrik

Sociedad y Cultura/Literatura/Siglo XIX/Controversias

 

¿Una nave extraterrestre? Continúa polémica científica por origen de Oumuamua: astrofísicos de Harvard insisten en que pueden ser los restos de una nave espacial.

Según los dos astrofísicos de Harvard, es imposible que se trate de un objeto hecho de hielo de nitrógeno, como sostuvieron dos astrónomos. La naturaleza de Oumuamua sigue siendo un misterio y dividiendo a la comunidad científica.

Si deseas conocer mas sobre este tema; cliquea por favor donde este escrito en “negrita”. Muchas gracias.

En octubre de 2017, astrónomos descubrieron un extraño objeto estelar cruzando el Sistema Solar. Lo bautizaron Oumuamua. Por su gran velocidad, unos 92.000 km/h, concluyeron que no se había originado en nuestro sistema y que provenía de otro sistema planetario diferente al nuestro.

Todas estas características hicieron que Avi Loeb, astrofísico de la Universidad de Harvard, lanzara una controvertida hipótesis: Oumuamua eran los restos de una nave espacial extraterrestre.

Avi Loeb, astrofísico de la Universidad de Harvard.

Desde entonces, los científicos y astrónomos de todo el mundo debaten sobre la validez de esta tesis.

Una de las explicaciones que desacreditan el origen extraterrestre de Oumuamua, nombre que significa xxx, pues fue descubierto desde un telescopio en Hawai, es que la enigmática roca espacial en realidad es un ‘iceberg de nitrógeno’. De acuerdo a esta teoría, esto explicaría su enorme reflectividad y su aparentemente inexplicable capacidad de aceleración.

Los científicos han estado desconcertados con la velocidad del objeto. Todos esperaban que al pasar cerca del Sol, la gravedad lo frenara, pero el extraño objeto hizo todo lo contrario: tras su acercamiento aceleró aún más. Algunos sostuvieron que esta aceleración podía deberse a la evaporación de agua o a una emisión de gases, lanzados por el calor del Sol, lo que le habría dado un impulso extra, como ocurre con varios cometas. Pero los astrónomos no hallaron ninguna evidencia de que Oumuamua estuviera emitiendo gas, ni vapor, ni absolutamente nada. ¿De dónde salía entonces la energía necesaria para la aceleración?

La trayectoria aparente de Oumuamua por el Sistema Solar. Crédito: Nasa

Fue entonces cuando algunos postularon la tesis del iceberg de nitrógeno, que también explicaría su inusual brillo, que no ha permitido a los investigadores determinar de qué material está hecho.

En marzo, Alan Jackson y Steven Dessch, astrofísicos de la Universidad Estatal de Arizona, publicaron su teoría del “iceberg de nitrógeno”, el que básicamente concluye que Oumuamua es un fragmento de hielo de nitrógeno que se desprendió de un planeta similar a Plutón, en algún rincón del Sistema Solar.

El nitrógeno le proporciona su “inexplicable brillo” y funciona como un “propulsor invisible”, porque a medida que Oumuamua se acercaba al Sol, el gas del nitrógeno en evaporación, que resulta invisible para los telescopios, habría empujado el objeto, proporcionándole la aceleración detectada.

Ilustración de Oumuamua.

Pero Loeb, junto al también astrofísico de la U. de Harvard, Amir Siraj, no están de acuerdo y dicen que eso es “imposible”.

Imagen de portada: Gentileza de ESO

FUENTE RESPONSABLE: La Tercera. Por Patricio Lazcano

Ciencia/Astrofisica/Hallazgo/Investigación/Controversias

Ocho tendencias en inteligencia artificial.

Esta tecnología ofrece oportunidades para las empresas, pero sin olvidar las implicaciones éticas.

Un coche circula por una carretera, de pronto el motor falla y el coche se sale de la calzada. El conductor debe decidir entonces si atropella a un niño o a un anciano para evitar daños mayores. Un humano decide esto en cuestión de segundos, casi de manera inconsciente, pero cuando se trata de vehículos autónomos, la reacción de la máquina dependerá de la moral de la persona que la haya programado.

Un dilema frecuente cuando se habla de la ética de la inteligencia artificial es que María Albalá, directora de Icemd, el instituto de innovación de ESIC, elevó al siguiente nivel al relacionarla también con el ámbito de los negocios. “¿Qué va a decidir la máquina: atropellar a una persona en la acera o chocar y matar a los propios conductores, que son los que han pagado por el vehículo?”, planteó la directiva durante la presentación del informe Innovation Series: Tendencias de innovación en Inteligencia Artificial.

Esta tecnología tiene un gran potencial para las empresas, pero no deben olvidar estas cuestiones para asegurarse de que los avances contribuyen al modelo de sociedad que desean. Es por esto que los perfiles híbridos, que van más allá de los conocimientos técnicos, son los más demandados en este campo. “La inteligencia artificial se basa en datos y procesos, pero además hay que conocer el contexto, tanto la relación entre ellos como el significado y las implicaciones”, desarrolló Albalá. Al difuminar el perfil habitual para este tipo de tecnología, el acceso a la misma se democratiza y, por tanto, surgen nuevos usos potenciales. “Cuando hay más personas que se dedican a algo, es más fácil que se vean diferentes potenciales. Solo así podremos sacarle el máximo rendimiento a estas innovaciones”, sentenció la experta. Estas son las tendencias que han identificado desde Icemd para los próximos meses:

  • Automatización. La sustitución de trabajadores por máquinas es una realidad en la mayoría de industrias, pero “algunos están aprovechando esta transformación para hacer la técnica también inteligente”, explicó Albalá. La combinación de la automatización robótica de procesos con la inteligencia artificial (IA) desemboca en procedimientos cada vez más eficientes.
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  • Automatización inteligente. Un paso más allá en el punto anterior. Las empresas están utilizando la IA para identificar qué procesos se pueden automatizar, así como para reconocer inconsistencias en los datos que se utilizan que pueden ser imperceptibles para el ojo humano.
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  • Ciberseguridad. Las amenazas crecen en la misma línea que lo hace la tecnología. “En última instancia, la IA es un análisis de datos que nos puede señalar dónde tenemos pequeñas brechas que pueden utilizar los ciberdelincuentes”, expuso la responsable de Icemd.
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  • Internet de las cosas. Es otra de las tecnologías que cada vez aparece más de la mano de la inteligencia artificial. En los próximos años habrá aún más objetos conectados, lo que disparará la cantidad de datos disponibles, el alimento que necesita para funcionar la inteligencia artificial.
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  • Aficionados. El acceso a estas tecnologías se está democratizando, lo que facilitará que surja más innovación alrededor de las mismas. “Cientos de personas pensando tienen más ideas que una sola”, sentenció Albalá.
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  • Visión por computadora. No solo hay disponible una mayor cantidad y calidad de datos, sino también de imágenes. Un factor que hará que aparezcan nuevas funcionalidades de la IA aplicada al reconocimiento facial.
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  • Chatbots. La pandemia ha multiplicado el uso de esta herramienta por parte de las empresas. Estos robots requieren de un proceso de aprendizaje para tener una comunicación más natural con los humanos, con lo que un mayor uso también repercutirá en una mayor calidad de los mismos.
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  • Fuerza de trabajo. Un paso más allá en la automatización. La IA desembocará en una masa de trabajo híbrida, donde los robots harán parte del trabajo humano. Un ejemplo es Amelia, una asistente virtual que se puede contratar para gestionar agendas.

Imagen: Gentileza de GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: CINCO DÍAS Por Ana Muñoz Vita

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