“Tenemos 7 sentidos, y los 5 más conocidos son los menos importantes”.

Mientras lees estas líneas, ¿cómo está tu cuerpo? ¿erguido o encorvado? Y tu rostro, ¿está relajado o tienes el ceño fruncido?

Nuestra postura y nuestro rostro envían importantes señales a nuestro cerebro, y es una información a la que nuestro cerebro responde, según explicó la neurocientífica española Nazareth Castellanos, investigadora del Laboratorio Nirakara-Lab, cátedra extraordinaria de la Universidad Complutense de Madrid.

«Si yo tengo una cara enfadada, el cerebro interpreta que esta cara es propia de enfado y por tanto activa mecanismos de enfado», afirmó Castellanos.

De la misma forma, «cuando el cuerpo tiene una postura propia de estar triste, el cerebro comienza a activar mecanismos neuronales propios de estar triste».

Nuestro cerebro interactúa con el resto del cuerpo en muchas más formas de las que se pensaba. Y es que «no tenemos solo cinco sentidos, sino que tenemos siete», señaló la científica. Y los cinco sentidos más conocidos, el gusto, el olfato etc, «son para el cerebro los menos importantes».

Nazareth Castellanos habló con BBC Mundo sobre cómo influyen en el cerebro la postura y las expresiones del rostro, cuál es el poder de una sonrisa, y qué hacer para aprender a escuchar «los susurros del cuerpo».

Línea

¿Cómo llegaste a investigar la relación entre la postura y el cerebro?

Empecé a replantearme la neurociencia después de llevar 20 años investigando sólo el cerebro. Me parecía extraño que la conducta humana sólo se apoyase en un órgano, que era el que está en la cabeza.

Antes había comenzado a estudiar la influencia de órganos como el intestino en el cerebro. Y decía, no puede ser igual para el cerebro que mi cuerpo esté encorvado o que mi cuerpo esté recto. Entonces empecé a indagar, a ver qué decía la literatura científica; descubrí cosas que me parecieron absolutamente sorprendentes y pensé, esto lo tiene que saber todo el mundo.

¿Podrías explicarnos entonces por qué la postura es importante y cómo influye en el cerebro?

Lo importante es entender que ahora la neurociencia reconoce que tenemos siete sentidos.

En la escuela siempre nos han enseñado que tenemos cinco – el olfato, la vista, el oido, el tacto y el gusto- que son los sentidos de la exterocepción, es decir, lo de fuera. 

Y esto es muy simbólico, porque hasta ahora la ciencia ha estado más interesada en estudiar la relación del ser humano con lo de fuera.

Ahora la neurociencia ha dicho desde hace como unos cinco años que hay que ampliar esto. No tenemos solo cinco sentidos, sino que tenemos siete. Y resulta que los cinco sentidos de la exterocepción -el oído, etc- son los menos importantes. 

El número uno, el sentido más importante, es la interocepción.

Ilustración de un cerebro

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. Los dos sentidos más importantes para el cerebro son la interocepción y la propiocepción.

¿Qué significa interocepción?

Es la información que le llega al cerebro de lo que sucede dentro del organismo. Lo que está pasando dentro de los órganos.

Estamos hablando del corazón, de la respiración, del estómago, del intestino. Es el sentido número uno porque de todo lo que suceda es a lo que el cerebro le va a dar la máxima importancia, es prioritario para el cerebro.

Y el número dos en prioridad es el sentido de la propiocepción, la información que le llega al cerebro de cómo está mi cuerpo por fuera, la postura, los gestos y las sensaciones que yo tengo a lo largo de mi cuerpo.

Por ejemplo, las sensaciones en la tripa cuando nos ponemos nerviosos, o un nudo en la garganta, o la pesadez de ojos cuando estamos cansados La propiocepción es el segundo sentido más importante. Y luego vienen los cinco.

¿Qué significa que la interocepción y la propiocepción son los sentidos primero y segundo para el cerebro?

Ya se conocía que el cerebro tiene que saber cómo está todo el cuerpo, pero antes se pensaba que era una información pasiva, el cambio ahora es que esto es un sentido. Es decir, un sentido es aquella información que el cerebro recibe y a la que debe responder.

Según lo que esté sucediendo, el cerebro tiene que actuar de una forma o de otra, y este es el gran cambio.

Mujer con el ceño fruncido

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. «Cuando yo frunzo el ceño estoy activando mi amígdala…cuando llegue una situación estresante se va a hiperactivar, y esto hará que yo hiperreaccione».

¿En qué parte del cerebro percibimos nuestra postura o gestos?

En nuestro cerebro hay una zona que es como una diadema, como la que te pones para retirarte el pelo. Esto se llama la corteza somatosensorial, y allí está representado mi cuerpo.

Esto se descubrió en el año 1952, y lo que se pensaba es que aquellas zonas que son más grandes en nuestro cuerpo tienen más neuronas en el cerebro. 

Por tanto, lo que se pensaba es que a la espalda, que es muy grande, el cerebro le dedicaba muchas más neuronas que, por ejemplo, a mi dedo meñique.

Pero se descubrió que no, que el cerebro da más importancia a unas partes del cuerpo que a otras, y a lo que el cerebro da más importancia de todo el cuerpo es a la cara, a las manos y a la curvatura del cuerpo.

Entonces mi dedo meñique tiene como cien veces más neuronas dedicadas a él que toda la espalda, que toda la pierna, porque las manos son muy importantes para nosotros. Fíjate que cuando hablamos estamos utilizando las manos, estamos activando esas zonas del cerebro.

¿Cómo influyen en el cerebro los gestos de la cara?

El cerebro da una importancia tremenda a lo que sucede en la cara.

Aquí se han visto cosas que son muy importantes. Por una parte se vio que las personas que fruncen el ceño -y esto es algo que hacemos mucho con los móviles que tienen pantallas pequeñas- están activando una zona relacionada con la amígdala. Es una parte del cerebro que está en zonas profundas y que está más involucrada en la emoción.

Cuando yo frunzo el ceño estoy activando mi amígdala, por tanto, si llega una situación que es estresante me voy a excitar más, voy a reaccionar más, porque yo ya tengo esa zona preparada. La amígdala, que es como una almendra, es una zona que cuando llega una situación estresante se activa, crece más.

Entonces es una zona que es mejor tener calmada.

Pero si ya está activada, cuando llegue una situación estresante se va a hiperactivar, y esto hará que yo hiperreaccione.

Intentar suavizar esta parte, el ceño, desactiva un poco nuestra amígdala, relaja.

En una charla mencionaste un estudio fascinante con bolígrafos que muestra cómo fruncir el ceño o sonreir cambia la forma en que interpretamos el mundo. ¿Podrías explicarnos este estudio?

Además de la musculatura alrededor de los ojos, la segunda parte importante para el cerebro en la cara es la boca. No somos conscientes del poder que tiene, es impresionante.

Entonces lo que hicieron los estudios, para ver la hipótesis de la retroalimentación facial, es que cogieron un grupo de personas y les pusieron un bolígrafo en la boca.

Una persona sostiene un bolígrafo como si estuviera sonriendo, la otra como si estuviera enfadada

FUENTE DE LA IMAGEN. GENTILEZA NAZARETH CASTELLANOS. «Cuanto tenían el bolígrafo en la boca simulando una sonrisa las imágenes les parecían más simpáticas» (imagen del estudio Strack et al. 1988)

Primero tenían que agarrarlo entre los dientes, estaban simulando una sonrisa, pero sin sonreír, que era lo importante. Y les ponían una serie de imágenes y tenían que decir cómo les habían parecido de simpáticas. Cuanto tenían el bolígrafo en la boca simulando una sonrisa las imágenes les parecían más simpáticas.

Pero cuando tenían el bolígrafo entre los labios, simulando una cara de enfado, las mismas imágenes ya no parecían tan agradables. Esto es un estudio de los años ochenta, pero se han hecho muchos, muchos estudios desde aquel entonces.

Se ha visto por ejemplo que cuando vemos a personas sonrientes somos más creativos, aumenta nuestra capacidad cognitiva, la respuesta neuronal ante una cara sonriente es mucho más fuerte que ante una cara que no sonríe o una cara enfadada.

La ínsula, que es una de las zonas del cerebro más involucradas en la identidad, se activa cuando vemos a alguien sonreír o cuando sonreímos nosotros mismos. 

Sonreír no es reírse, es diferente. Entonces vemos el poder que tiene una sonrisa sobre nosotros, porque el cerebro, como hemos dicho, dedica una gran cantidad de neuronas a la cara.

¿Cómo responde el cerebro cuando estamos sonriendo o frunciendo el ceño?

Como hemos dicho, la propiocepción -que es la información que le llega al cerebro de cómo está mi cuerpo y en concreto de la cara- es una información a la que el cerebro tiene que reaccionar.

Si yo estoy triste, si me enfado, si estoy alegre, mi cara lo refleja, pero al revés también. Si yo tengo una cara enfadada, el cerebro interpreta «esta cara es propia de enfado por tanto activo mecanismos de enfado», o «esta cara es propia de estar tranquila y por tanto activo mecanismos de estar tranquila».

Labios de una joven sonriendo

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. «La respuesta neuronal ante una cara sonriente es mucho más fuerte que ante una cara que no sonríe».

Es decir, el cerebro busca siempre lo que se llama la congruencia mente – cuerpo.

Y esto es interesante porque ¿qué pasa si yo estoy triste o estoy enfadada, estresada, y empiezo a poner una cara relajada? Al principio el cerebro dice «esto no cuadra, está nerviosa pero pone una cara relajada». Y luego empieza a generar algo que se llama la migración del estado anímico. El cerebro dice, «vale, pues intento adaptar el estado anímico a la cara».

O sea que fíjate qué recurso tenemos.

Hablabas también de otro aspecto de la propiocepción, la curvatura del cuerpo. Hoy en día con los celulares estamos a menudo encorvados, ¿cómo influye esto en el cerebro?

El cerebro -y esto es un descubrimiento de hace tres meses- tiene una zona que está dedicada exclusivamente a ver la postura de mi cuerpo.

Lo que se ha visto es que hay posturas del cuerpo que el cerebro asocia a un estado emocional. Si yo, por ejemplo, muevo los brazos arriba y abajo el cerebro no tiene un registro de que subir una mano sea algo emocional, porque no solemos hacerlo, ¿verdad?

Sin embargo, estar encorvado es algo propio de estar triste, y es así, cuando estamos mal, nos encorvamos. Ultimamente todos adquirimos posturas encorvadas, porque pasamos ocho horas al día frente a un ordenador, entre otras cosas.

Joven encorvada viendo su celular

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. «Cuando el cuerpo tiene una postura encorvada, propia de estar triste, el cerebro comienza a activar mecanismos neuronales propios de estar triste».

¿A esto se refiere un estudio famoso que mencionas en tus charlas, el del ordenador?

Cuando tenemos una postura encorvada esto afecta a la percepción emocional que tenemos del mundo y a la memoria. 

Y aquí es donde se hizo un famoso experimento donde se cogió unas personas y se les puso un ordenador portátil, un laptop, a la altura de sus ojos, y aparecían una serie de palabras.

Al final se cierra el ordenador y les dicen, dime cuantas palabras has recordado. Y hacían lo mismo, pero poniendo el ordenador en el suelo de tal forma que obligaba a las personas a encorvarse.

¿Qué es lo que se vio? Que cuando el cuerpo tenía la postura hacia abajo, encorvada, las personas recordaban menos palabras, es decir, perdían capacidad de memoria y recordaban más las palabras negativas que las positivas.

Es decir, que igual que cuando estamos tristes, que no estamos tan ágiles cognitivamente y nos fijamos más en lo negativo, cuando el cuerpo tiene una postura propia de estar triste el cerebro empieza a activar los mecanismos neuronales propios de estar triste.

Joven encorvada con su computadora portátil en la falda

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. Cuando las personas tenían el ordenador abajo y estaban encorvadas, «recordaban más las palabras negativas que las positivas».

Entonces, ¿qué es lo que nos dice, al fin y al cabo, la ciencia? Pues no es que haya que estar así o asá, sino a lo largo del día ser más conscientes del propio cuerpo e ir corrigiendo esos rumbos que hemos ido adquiriendo.

Yo, por ejemplo, me observo mucho y descubro cada dos por tres que me que he vuelto a encorvar. Pues lo vas corrigiendo entonces y a lo largo del tiempo cada vez vas adquiriendo menos ese hábito.

Pero si no tienes esa capacidad de observar tu propio cuerpo, puedes estar así horas y no te das cuenta de que estás así.

Nazareth, ¿cómo hacemos entonces para entrenarnos en escuchar más a nuestro cuerpo? Sueles decir que el cuerpo no grita, susurra, pero no sabemos escucharlo.

Yo creo que lo primero para saber cómo está nuestro cuerpo es aprender a observarlo. Y lo que nos dicen los estudios es que gran parte de la población tenemos una conciencia corporal muy baja.

Por ejemplo, cada vez que nosotros sentimos una emoción, esto lo sentimos en alguna parte del cuerpo, las emociones sin el cuerpo serían sólo una idea intelectual.

Hay estudios en que se pregunta a la gente, ¿cuando usted está nervioso, donde localizaría en su cuerpo esa sensación? Gran parte no sabe responder, porque nunca se ha parado a observar su propio cuerpo.

Entonces lo primero es, a lo largo del día, pararse a observar, ¿cómo esta mi cuerpo? Y cuando sintamos una emoción pararse un momento y decir ¿dónde la localizo? ¿Cómo siento mi cuerpo en este momento? Es decir, hacer mucha más observación corporal.

Nazareth Castellanos

FUENTE DE LA IMAGEN. GENTILEZA NAZARETH CASTELLANOS. Nazareth Castellanos: «Antonio Damasio ha hecho muchos experimentos donde se ha visto que las personas que tienen mayor conciencia corporal toman mejores decisiones».

¿Y esta conciencia corporal ayuda con emociones difíciles?

Cuando me pongo nerviosa, por ejemplo, siento algo en el estómago o un nudo en la garganta. Todo eso lo está sintiendo mi cerebro, lo recibe. Cuando yo soy consciente de esas sensaciones, esa información que le ha llegado al cerebro es más nítida, y por tanto, el cerebro tiene más capacidad de discernir una emoción de otra.

Es decir, una cosa es ese susurro casi no consciente y otra es hacerlo palabra.

Y eso lo hacemos con la consciencia, que también es una aliada en la gestión de las emociones. Porque cuando estamos metidos en una emoción, sea la que sea, si en ese momento paramos y desviamos la atención a las sensaciones del cuerpo, esto nos alivia mucho.

Es una de las formas de relajarnos, de frenar esa vorágine en la que nos metemos cuando tenemos una emoción. Esto se llama la consciencia corporal.

Ya en los años noventa Antonio Damasio, el gran neurocientífico de nuestro tiempo, nos hablaba de las bondades que tiene ese marcador somático. Él ha hecho muchos experimentos donde se ha visto que las personas que tienen mayor conciencia corporal toman mejores decisiones.

En mi opinión, esto es así porque no es que el cuerpo te diga dónde tienes que ir, sino que te dice dónde estás. Y si estamos en una situación que es compleja y hay emociones de por medio y yo misma no sé ni dónde estoy o qué emoción tengo, es más difícil que yo pueda saber a dónde tengo que ir.

Las emociones son muy complejas y normalmente están mezcladas. Poder identificar una emoción sólo con un análisis mental es más difícil que si lo hago observando mi propio cuerpo.

Pero claro, para eso hemos tenido que entrenarnos, a lo largo del día observar las sensaciones del cuerpo, cuando estoy cansada, cuando estoy contenta, cuando estoy más neutra, cuando estoy enfadada, cuando me agobio. ¿Dónde lo siento? Esto nos ayuda mucho a conocernos.

Hombre haciendo ejercicios de respiración

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. «La respiración influye en la memoria, en la atención y la gestión de las emociones. Pero cuidado, si es nasal, si la inspiración es por la nariz».

La postura encorvada nos hace respirar peor, ¿podrías hablarnos de la respiración y el cerebro?

La respiración es un aliado que tenemos completamente en nuestra mano, pero no sabemos respirar.

La postura y la respiración están íntimamente relacionadas. Si cuidas la postura cuidas la respiración, entonces lo que se ha visto en la neuroanatomía de la respiración es que la respiración influye en la memoria, en la atención y la gestión de las emociones. Pero cuidado, si es nasal, si la inspiración es por la nariz.

Si inspiramos por la boca, y gran parte de la población es respiradora bucal, no tenemos tanta capacidad de activar al cerebro.

El cerebro necesita que le marquen ritmos y la respiración es uno de los marcapasos que tiene nuestro cerebro para que las neuronas generen sus ritmos, sus descargas eléctricas. Si respiramos por la boca es un marcapasos atenuado. Tiene que ser la inspiración por la nariz.

Cuando inspiramos, por ejemplo, el momento en el que más memoria tenemos es el momento en el que estamos inspirando por la nariz, en ese momento está activado el hipocampo.

Si a ti te dicen algo, una palabra, en el momento que ha coincidido con la inspiración, tiene más probabilidad de ser recordada que si te la dicen cuando estabas echando el aire, en la exhalación.

Esto nos habla de una cosa muy interesante que es la respiración lenta. Normalmente respiramos muy rápido.

Mujer meditando con los ojos cerrados

FUENTE DE LA IMAGEN. GETTY IMAGES. Para escuchar los susurros del cuerpo, tenemos que entrenarnos y «a lo largo del día observar las sensaciones del cuerpo, cuando estoy cansada, contenta o enfadada, ¿dónde lo siento? Esto nos ayuda mucho a conocernos».

¿Cuán importante es la respiración lenta?

Nosotros acabamos de publicar un estudio científico sobre el poder de la respiración lenta como analgésico en casos de dolor crónico por discopatía (deterioro de los discos entre las vértebras).

Y para las emociones lo importante es que el tiempo que tardamos en exhalar, en sacar el aire, sea más largo que el tiempo que tardamos en inhalar. Fíjate qué importante, cuántas cosas podemos hacer con nuestro propio cuerpo.

Nuestro cuerpo es el instrumento con el que suena nuestra vida, pero es un instrumento que no sabemos tocar.

Tenemos que aprender primero a conocerlo, y luego a tocarlo.

Imagen de portada: GENTILEZA NAZARETH CASTELLANOS. Nazareth Castellanos: «Si yo tengo una cara enfadada, el cerebro interpreta que esta cara es propia de enfado y por tanto activa mecanismos de enfado».

FUENTE RESPONSABLE: Alejandra Martíns. BBC News Mundo. 8 de febrero 2023.

Sociedad/Cuerpo Humano/Ciencia/Salud

Un ecosistema con piernas: como los humanos hemos pasado de individuos a convertirnos en “holobiontes”.

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La naturaleza es poco dada a respetar las categorías cerradas y los dualismos. Tanto que incluso la distinción entre lo individual y lo colectivo parece estar diseminándose en un gris conforme analizamos con detenimiento. 

Es por eso que el ser humano ha tenido que crear un nuevo cajón en el que introducir eso que está en este limbo: el holobionte. Un cajón que, por cierto, incluye al ser humano.

De muchos, uno. 

Cuando organismos de distintas especies mantienen una interacción que perdura en el tiempo hablamos de simbiosis

Las relaciones simbióticas pueden variar de múltiples formas. Por ejemplo, en función de si la relación es beneficiosa, indiferente o perjudicial para uno de los organismos (siempre habrá otro que resulte beneficiado), hablaremos de mutualismo, comensalismo o parasitismo respectivamente.

Pero la relación también puede variar en función de lo estrecha que sea. Y esta relación puede llegar a estrecharse mucho. ¿Cuánto puede llegar a estrecharse? 

Tanto hasta llegar al punto en el que huésped y simbionte coexistan plenamente, cuando el devenir y evolución del uno depende del otro, es decir, cuando forman una misma unidad ecológica. Al conjunto de huésped y simbionte lo denominamos “holobionte”.

Un holobionte es un organismo compuesto generalmente por un huésped y una variedad de especies que cohabitan en él (no necesariamente en su interior sino también sobre él). Huésped y simbiontes forman lo que se denomina una unidad ecológica.

Buena digestión. Los holobiontes pueden encontrarse en distintas formas en la naturaleza, pero quizás el ejemplo más importante se encuentre en el microbioma intestinal de los animales. 

Los sistemas digestivos suelen ser un punto de encuentro de numerosas bacterias, muchas de ellas imprescindibles en la digestión.

Un ejemplo de esto es el caso de los rumiantes. Para que animales como las vacas puedan digerir la hierba que consumen requieren una enzima que procese la celulosa para poder convertirla en alimento. 

Esta enzima no la producen las células del estómago (o estómagos) del animal, sino que la producen algunas bacterias que lo habitan.

Entender estos procesos es importante. 

Algo parecido ocurre con las larvas del Zophobas atratus. Estas larvas saltaron a los medios hace unos años por ser capaces de digerir algunos tipos de plástico. 

Como las vacas, la producción de la enzima responsable de esta digestión improbable no es producida por la larva en sí misma sino por la Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que segrega la enzima en la saliva de la larva.

Un ecosistema andante. 

El ser humano no es una excepción, es más, somos quizá el mejor ejemplo de lo que un holobionte representa. Las bacterias, hongos e incluso virus que habitan en nuestro interior forman parte indivisible de lo que somos. En nuestro interior habitan más microorganismos que células propias, no en masa total pero sí en número.

Y no estamos hablando solo de procesos vitales como la digestión, nuestra microbiota afecta incluso a nuestro mecanismo de toma de decisiones. 

Nuestra misma psicología puede verse alterada. Ejemplo de eso son algunas bacterias que han sido relacionadas con la aparición de trastornos del espectro autista.

Nuestros microorganismos están también vinculados con numerosas enfermedades como algunos cánceres o la diabetes. Eso al margen de infecciones causadas por bacterias que suelen estar presentes en nuestro cuerpo sin causarnos molestia.

Más allá de la filosofía. 

Podría parecer que este cambio de paradigma es filosófico, el paso del individuo al holobionte, pero en realidad las implicaciones abarcan otras áreas desde la medicina hasta la ecología.

Entender estas relaciones tiene importancia tanto para comprender mejor como funciona nuestro cuerpo y con ello comprender mejor nuestra salud. 

La pandemia puso en evidencia que los esfuerzos por mantener a raya los microorganismos que nos perjudican también podían tener su efecto perverso.

Aún estamos lejos de poder entender el impacto real de nuestro microbioma en la salud.

Entender los distintos niveles a los que operan las interacciones entre las distintas especies es también importante a la hora de comprender los ecosistemas que nos rodean. 

Las relaciones simbióticas son imprescindibles para el desarrollo de la vida tal y como la conocemos. 

Cuanto mejor comprendamos sus interacciones más capaces seremos capaces de protegerla.

Imagen de portada: Tom Fisk

FUENTE RESPONSABLE: Xataka. Por Pablo Martínez-Jurado. 7 de febrero 2023.

Sociedad y Cultura/Ecología/Naturaleza/Cuerpo Humano/Bacterias/ Especies/Microbioma.

Vivir apenas 150 años; un equipo de investigadores de Singapur cree que ese es el límite de la vida humana (y esta tratando de romperla).

Los seres humanos llevamos buscando el elixir de la eterna juventud casi desde que fuimos conscientes de la muerte misma. En el siglo IV antes de cristo, Herodoto ya hablaba de una mítica ‘fuente de la juventud’ que el rey de Etiopía enseñaba a los embajadores del rey de Persia y casi 2.000 años después, Ponce de León se lanzó a buscar la «fuente milagrosa» en un viaje que le llevó a descubrir la Florida y, paradójicamente, morir en el intento.

Si deseas profundizar en esta entrada; cliquea por favor adonde se encuentre escrito en “azul”. Muchas gracias.

Hoy por hoy, como somos menos dado a los viajes a través de la selva, los que buscan la inmortalidad lo hacen en los laboratorios, los hospitales y las start-ups. Y lo hacen pese a que otros tantos grupos de investigación llevan años tratando de encontrar los límites de esa longevidad humana.

Ahora, Nature Communications publica otro estudio que defiende que ese límite probablemente esté en torno a los 150 años.

Descubrir los límites para conseguir superarlos

Johnny Cohen

¿Qué es envejecer? Lo que ha hecho Singapur Gero es analizar cómo se recupera el cuerpo humano de enfermedades, accidentes o cualquier otra cosa que ejerza presión sobre sus sistemas biológicos. Recopilaron datos sanitarios de más de medio millón de personas de EEUU, Reino Unido y Rusia; y estudiaron los marcadores sanguíneos vinculados al estrés.

Lo que descubrieron es que, efectivamente, la recuperación tras los eventos estresantes se alargaba a medida que las personas envejecían. Según sus datos, de media, una persona de 80 años necesita tres veces más tiempo para recuperarse del  estrés que una persona de 40 años.

¿Cuánto podemos vivir? En esto, a diferencia de otras ocasiones, los investigadores son más modestos y hablan de probabilidades. Extrapolando sus datos, la gente de Singapur Gero ha encontrado que la resiliencia del cuerpo humano caería por debajo de lo viable entre los 120 y los 150 años. Es decir, en algún momento de esa horquilla el cuerpo humano perdería toda la capacidad de recuperarse de cualquier factor de estrés potencial.

¿Qué implica esto? En los últimos años, hemos conseguido por primera vez dar pasitos en la reversión de la edad biológica. Y este tipo de modelos, con todas sus limitaciones, nos ayudan a dibujar un mapa para un territorio ( el de la longevidad) en el que empezamos a adentrarnos.

Imagen de portada: Ravi Patel

FUENTE RESPONSABLE: XATAKA. Por Javier Jiménez. 27 de mayo 2021.

Sociedad y Cultura/Salud/Medicina/Estrés/Cuerpo Humano.

 

 

 

 

Los telómeros, el posible secreto de la eterna juventud.

Diversas investigaciones científicas han determinado que la longevidad está directamente relacionada con la longitud de los telómeros. ¿Será esta la clave de la eterna juventud?

En 2009, las biólogas Elizabeth Blackburn y Carolyn Widney ganaron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina por “por su descripción molecular de los telómeros y la identificación del enzima telomerasa”. En su investigación, las científicas arrojaron luz sobre esa parte del cromosoma humano relacionada con el envejecimiento de las células, sumándose a los estudios sobre la relación entre la genética y la longevidad.

Qué son los telómeros

Los telómeros se encuentran en los extremos de los cromosomas y cumplen con la función de protegerlos y mantener la estabilidad cromosómica. En las investigaciones científicas se ha observado que la longevidad está directamente relacionada con la longitud de los telómeros. Estos, con cada división celular, se van acortando, lo que hace que envejezcan.

Pero, ¿qué factores influyen en este proceso? Se ha demostrado que fumar puede afectar directamente al acortamiento de los telómeros, ya que en los fumadores este proceso ese acelera. Una mala dieta también puede impactar sobre la capacidad de regeneración de los tejidos. Por otro lado, se sabe de la existencia de la telomerasa, una enzima que combate el acortamiento de los telómeros, cuya producción se puede ver alterada por el estrés.

Todas estas situaciones externas influyen directamente en el acortamiento de los telómeros, por eso, hay personas que por su estilo de vida pueden ser “viejas” a los 35 años, mientras que otras están en plena forma pasados los 100. Así pues, conocer la longitud de los telómeros puede ser muy importante para conocer la salud de las personas. Un test sanguíneo, desarrollado por la investigadora María Blasco y su equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), es capaz de medir la longitud de los telómeros y de predecir así el riesgo de sufrir enfermedades relacionadas con la edad.

Nuevas investigaciones de la biomedicina

Más allá del estudio de los telómeros, la biomedicina explora otras vías para conseguir procesos que permitan rejuvenecer las células. La medicina regenerativa está investigando la “reprogramación genética”, un proceso mediante el cual se conseguiría reiniciar las células desgastadas para devolverlas a su estado embrionario. 

El premio Nobel de la Medicina Shinya Yamanaka lo consiguió manipulando los interruptores celulares (que le permiten activar unos genes y desactivar otros) para borrar la marca creada por la experiencia.

Estructura de ADN.. Foto: Istock

Otro ejemplo de los avances que se están dando en medicina antiedad es la transfusión de plasma sanguíneo de personas jóvenes. Esta vía se empezó a explorar en 2014, después de que Tony Wyss-Coray, investigador de la Universidad de Stanford, demostrara que los ratones viejos tienen un mayor crecimiento de neuronas y más memoria tras diez transfusiones de sangre de ratones jóvenes. 

Lo mismo pasa a la inversa: la sangre de ratones viejos rebana el nacimiento de nuevas neuronas en ratones jóvenes. De hecho, recientemente se han publicado algunos estudios que han reportado mejoras en la capacidad para recordar tareas esenciales en enfermos de Alzheimer tras recibir transfusiones de sangre de personas de entre 18 y 30 años.

Así, queda probado el enorme potencial de este campo de estudio en el que la ciencia avanza buscando la fórmula que nos permita vivir más años y conservar mejor nuestro estado de salud.

Imagen de portada: Los telómeros están en los extremos de los cromosomas. Cuando se acortan, el envejecimiento se acelera.Foto: Istock

FUENTE RESPONSABLE: National Geographic España.

Sociedad/Biología/Medicina/Cuerpo humanos/Científicos.

 

 

Dopamina, el neurotransmisor que nos da la felicidad, pero también nos la quita.

La dopamina es un neurotransmisor, es decir, una molécula que se encarga de llevar un mensaje desde las neuronas que lo producen hacia otras células.

Por eso interviene en una gran cantidad de procesos como el control del movimiento, la memoria, la recompensa cerebral -ese mecanismo de nuestro cerebro que nos refuerza a repetir una conducta- o el aprendizaje.

También influye en numerosas funciones fuera del cerebro como la motilidad gastrointestinal, la liberación de hormonas, la presión arterial e incluso en la actividad de las células del sistema inmune.

«El que canta su mal espanta», dice el refrán.

Pero no es lo mismo que Rosalía le cante «Si me das a elegir», a que su hijo de tres años vocifere al son de «Baby shark». Tampoco es lo mismo cantar «Paquito el chocolatero» en las fiestas patronales del pueblo, que hacerlo en medio de un entierro, un examen o dentro de un avión. Esto precisamente explica la disparidad de funciones que tiene la dopamina.

Y es que su acción depende de dónde, cuándo, cómo y en qué cantidad se produzca.

Almacenar recuerdos a través de las emociones

La dopamina es conocida mundialmente por ser una de las moléculas de la felicidad. No en vano, es una de las herramientas que Cupido usa para enamorar.

También proporciona placer y relajación. Interviene en procesos de memoria y aprendizaje porque regula la duración de los recuerdos. Es decir, decide si una determinada información se puede almacenar durante un tiempo o se elimina inmediatamente.

Un padre y su hija juegan y ríen

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY

La dopamina determina rasgos de nuestra personalidad como la inseguridad o el grado de extroversión.

Y esto lo consigue fomentando que la memoria y el aprendizaje vayan asociados a emociones. En este proceso interviene la dopamina en el accumbens, una parte del cerebro muy implicada en el control de las emociones, que comunica con zonas encargadas de la memoria, como el hipocampo.

Por eso, el aprendizaje que contiene una carga emocional dura más, porque aprender provoca placer y la información se retiene durante mas tiempo. Así que de nada sirve aquello de «la letra, con sangre entra».

La cantidad de dopamina en el cerebro da información sobre su personalidad

Nuestro horóscopo no influye ni determina para nada nuestra personalidad. 

La dopamina, sin embargo, sí. Y es que numerosos estudios científicos sostienen que la dopamina podría estar relacionada con rasgos de la personalidad como la inseguridad, la cobardía o incluso el grado de extroversión.

Una familia grita en una montaña rusa

FUENTE DE LA IMAGEN -GETTY IMAGES

La predilección por las emociones fuertes puede estar relacionado con la dopamina

Tanto es así que la cantidad de dopamina en la amígdala cerebral -región del cerebro relacionada con emociones como la ira, el placer o el miedo- nos permitiría saber si una persona es tranquila o insegura o si se estresa con facilidad.

Es lo que ocurre con las personas con predilección por las «emociones fuertes». Ciertas regiones de su cerebro tienen una mayor cantidad de dopamina, por lo que son mas «inconscientes» en sus actos. Al contrario, bajos niveles de dopamina se han relacionado con fobia social.

Dopamina, adicciones y motivación

La dopamina es la culpable de nuestras adicciones, de las malas y de las menos malas. Entre las malas, las drogas aumentan la cantidad de dopamina en el sistema de recompensa del cerebro, lo que produce un estado de placer que refuerza que sigamos consumiéndolas. Algo parecido pasa con las menos malas, como el dulce o la comida basura.

Además, cada persona no responde de la misma manera ante estas adicciones. La razón es que no todos sentimos el mismo placer al comer una tarta, por ejemplo. Un estudio científico asegura que es debido al número de receptores a los cuales se une la dopamina.

De esta manera las personas con tendencia a la obesidad tendrían menos de estos receptores y por tanto necesitarían comer más para notar la misma satisfacción que produce el acto de comer. 

Son, por tanto, «más adictos» a la comida. Y esta es otra característica de la dopamina: su liberación nos puede convertir en adictos ya que nos impulsa a una búsqueda continua del placer.

Tre mujeres ríen a punto de comer una torta de chocolate

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

Las adiciones, buenas y malas, están relacionadas también con esta molécula.

La dopamina también tiene función motivacional. No solo nos recompensa cuando realizamos una actividad placentera, sino que también se libera mucho antes de realizar una acción. De esta manera, consigue motivarnos a buscar situaciones o actividades agradables, evitando las negativas.

Prueba de esto es que la baja producción de dopamina ocasiona anhedonia, uno de los síntomas mas característicos de la depresión. Al contrario, altos niveles de dopamina en la corteza prefrontal hacen que las personas estén más motivadas a cumplir con objetivos más exigentes.

La cara oculta de la dopamina

Pero no todo son alegrías. La dopamina también está relacionada con muchas enfermedades psiquiátricas y neurológicas.

Cuando tenemos un exceso de dopamina pueden aparecer trastornos como la esquizofrenia o el trastorno bipolar.

En caso de que la cantidad de dopamina disminuya, aparecen el trastorno depresivo mayor, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la enfermedad de Huntington y la neurodegeneración asociada al VIH-1.

Hombre con parkinson realiza ejercicios viendo una computadora

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES

La muerte de las neuronas que producen dopamina se relaciona con la enfermedad de Parkinson.

Aunque si hay una enfermedad que irremediablemente nos viene a la cabeza cuando hablamos de un déficit en dopamina es la enfermedad de Parkinson, cuyo Día Mundial se celebra el 11 de abril.

En este caso, la causa de este trastorno es la muerte de las neuronas que producen dopamina en una región del cerebro que se llama sustancia negra. Esta dopamina está implicada en el control de la actividad motora, de ahí los síntomas que presentan los pacientes que la sufren.

A pesar de que en la actualidad no hay una cura contra el párkinson, algunos tratamientos permiten mejorar los síntomas y, por tanto, la calidad de vida de los pacientes.

En este sentido, el fármaco estrella desde hace décadas es la levodopa, precursor metabólico de la dopamina. Es decir, cuando se consume por vía oral, se absorbe rápidamente en el intestino y rápidamente llega al cerebro, donde se transforma en dopamina, mejorando el control del movimiento.

En resumen, la dopamina es la Mary Poppins de nuestro organismo, «prácticamente perfecta en todos los sentidos». En cuanto a sus acciones, al igual que la niñera inglesa, puede ser severa pero también amable y educada.

Imagen de portada: GETTY IMAGES. La dopamina es un neurotransmisor que interviene en procesos como el control de movimiento.

FUENTE RESPONSABLE: The Conversation. Por José A. Morales García. Abril 2022.

*José A. Morales García es profesor e investigador científico en Neurociencia en la Universidad Complutense de Madrid. Esta nota se publicó en The Conversation y fue reproducida aquí bajo la licencia Creative Commons.

Sociedad y Cultura/Cuerpo Humano/Salud/Día Mundial de la enfermedad del Parkinson.

La nueva parte del cuerpo hallada por un grupo de científicos (y para qué sirve).

Pon tus dedos en la parte posterior de tus mejillas y aprieta los dientes. Notarás que un músculo se tensa en relieve.

Ese es el músculo masetero, el más prominente de los músculos de la mandíbula.

Los libros de anatomía tradicionalmente han descrito al masetero como un músculo compuesto por dos capas: una superficial y otra profunda.

Pero ahora, un grupo de investigadores en Suiza dice haber descubierto una sección de los músculos de la mandíbula que hasta ahora había pasado desapercibida.

Su hallazgo consiste en que describieron una tercera capa aún más profunda del músculo masetero.

El músculo masetero es el más prominente de los músculos de la mandíbula.

«Aunque generalmente se asume que la investigación anatómica en los últimos 100 años no ha dejado piedra sin remover, nuestro hallazgo es casi como si los zoólogos descubrieran una nueva especie de vertebrado», dijo en un comunicado Jens Christoph Türp, coautor del estudio y profesor en el Centro Universitario de Medicina Dental de Basel.

Capa profunda

Para lograr este descubrimiento, los investigadores estudiaron la estructura de la musculatura de la mandíbula, imágenes tomográficas, secciones de tejido de personas muertas que donaron sus cuerpos a la ciencia y datos de resonancia magnética de una persona viva.

La S corresponde a la capa superficial del masetero. La D a la capa profunda. Y la C a la coronoide, la tercera capa aún más profunda recién descubierta.

De esta manera, identificaron esta tercera capa profunda, asociada al proceso muscular de la mandíbula inferior.

A ese proceso muscular se le llama «coronoide», por eso los autores de la investigación proponen que a esta nueva capa se le llame Musculus masseter pars coronoidea.

Szilvia Mezey, coautora del estudio, explica que aunque anteriormente ya se había descrito al músculo masetero con tres capas, la literatura existente no es clara y a veces es contradictoria.

El masetero a veces se describe con una sola capa, a veces con dos y cuando se ha descrito con tres capas, se ha visto como una variación particular, dice la experta.

Mujer

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY

«Queríamos ver a qué se debía esa inconsistencia», le dice a BBC Mundo Mezey, quien trabaja en el Departamento de Biomedicina en la Universidad de Basel.

«Con nuestra investigación nos dimos cuenta de que no era solo una variación, sino que era consistente, estaba constantemente ahí».

 

¿Qué función tiene?

Según Mezey, esta nueva capa tiene una función claramente distinta a las otras dos capas del masetero.

Odontóloga

FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY

La primera capa se encarga de elevar la mandíbula, la segunda ayuda a que no se se vaya ni hacia atrás ni hacia adelante; y la tercera ayuda a retractar la mandíbula, estabilizarla y cerrarla.

Para la experta, este hallazgo resulta importante para odontólogos y cirujanos, ya que indica que el masetero está formado y se comporta de una manera distinta a lo que hasta ahora se había pensado.

Además, dice la especialista, su investigación demuestra que no tenemos el cuerpo humano completamente mapeado y que nos falta mucho por conocer.

Imagen de portada: Gentileza de GETTY IMAGES

FUENTE RESPONSABLE: Redacción BBC News Mundo. Diciembre 2021

Cuerpo humano/Ciencia/Investigación médica/Salud

Nazareth Castellanos: neurociencia de la meditación.

La doctora Nazareth Castellanos, una de las investigadoras más reconocidas de la neurociencia, explica en este podcast la relación entre cuerpo y mente y cómo gestionarla para conseguir tener mejor salud.

Si deseas saber mas de este tema, cliquea donde se encuentre escrito en “negrita”. Muchas gracias. 

Se recomienda ingresar a este audio: 

Mercedes-EQ We Live Festival: el Podcast

https://omny.fm/shows/mecerdes-eq-welife-festival-el-podcast/nazareth-castellanos-neurociencia-de-la-meditaci-n

¿Qué es lo que pasa en el cerebro cuando meditamos? ¿Por qué quienes lo practican lo nombran como la panacea para quitarse el estrés? La neurociencia se encarga de estudiar este tipo de conexiones que afectan al sistema nervioso. La doctora Nazareth Castellanos, una de las investigadoras más reconocidas en este ámbito, estuvo el pasado 26 de septiembre en nuestro evento de vida saludable, Mercedes-EQ Welife Festival, explicando la relación entre cuerpo y mente, que va mucho más allá de lo que se creía hasta hace pocos años. «Sólo investigábamos de cuello para arriba» comentaba la ponente. «La ciencia era muy cerebrocentrismo».

Menos mal que la ciencia avanzó y comenzamos a ver que el corazón, el intestino 

y el cuerpo en general también participan en nuestro estado de ánimo. 

Castellanos se ha volcado estos últimos años precisamente en esto: determinar 

cuál es la influencia del cuerpo sobre la mente y de la mente sobre el cuerpo. 

Y, por supuesto, cómo mejorar esta relación para sentirnos mejor.

El corazón, el aparato digestivo y el respiratorio tienen mucho que ver en este 

proceso. Cómo laten nuestros corazones, en sincronía (o no) cuando estamos 

con otras personas define la posibilidad de una buena relación. Cómo respiramos 

supone otra vía para encontrarnos más o menos relajados; no es lo mismo 

hacerlo por la nariz que por la boca. Cómo comemos, y qué comemos, 

influye muchísimo en nuestro estado de salud. No en vano se le llama al 

estómago el segundo cerebro.

Pero hay más. El cuerpo en sí, nuestra piel, nuestras sensaciones, se 

anteponen al cerebro. ¿Sabías que el cuerpo va siempre más rápido que el cerebro, 

unas 7 veces más? Esto es debido a la estructura del cerebro. Primero son 

nuestros sentidos (ojos, boca, nariz, piel…) los que perciben algo y luego llega 

al cerebro. De ahí que la experta diga:

«El cuerpo sabe aquello de lo que la mente aún no se ha dado cuenta».

Si quieres saber más cómo es la neurociencia y en qué puede ayudarte, no dejes 

de escuchar este podcast y suscribirte a nuestra newsletter, en la que te 

enviaremos los mejores consejos para comenzar a vivir mejor y ser más consciente.

Y si quieres seguir escuchando, no te pierdas nuestro podcast con Mario Alonso Puig, 

en el que explica cómo ser más felices a través de una reinvención de nuestra 

propia imagen, limitada por creencias que en realidad no son nuestras. 

Muy interesante.

Imagen de portada: Gentileza de WELIFE

FUENTE RESPONSABLE: WELIFE Sustainable living. Diciembre 2021

Sociedad y Cultura/Mente/Cuerpo/Sostenibilidad

El cerebro construye su propio mapa del lenguaje.

Un equipo científico descubre que los términos con significados parecidos activan las mismas regiones del cerebro, creando una especie de mapa lingüístico.

¿Os imagináis que pudiéramos representar en un mapa nuestros pensamientos más profundos? 

Si deseas conocer mas sobre este tema, cliquea por favor donde se encuentra escrito en “negrita”. Muchas gracias.

Es el reto que se propuso un equipo científico de la Universidad de California en Berkeley cuando intentaba descifrar cómo codifica y organiza el lenguaje nuestro cerebro. Los expertos consiguieron elaborar un ‘atlas semántico’ que representaba en vívidos colores las diferentes palabras, y dieron con un hallazgo revelador: los términos con significados parecidos activan las mismas zonas del córtex cerebral.

El lenguaje es una función sumamente compleja de cuyo desarrollo se encarga la corteza cerebral,  en concreto el sistema semántico, que «traduce» el significado de aquello que escuchamos, leemos, vemos o pensamos. 

Para encontrar qué zonas cerebrales se activan con cada palabra, los investigadores pidieron a siete voluntarios que se sometieran a un escáner cerebral mientras escuchaban un programa de radio durante dos horas. 

Después de desglosar y clasificar las 10.470 palabras de la emisión según su significado, solaparon toda esa información con los datos de la actividad neuronal. El resultado: una suerte de atlas cerebral donde las palabras, agrupadas en 12 categorías según sus similitudes semánticas, quedaban representadas en diferentes zonas del córtex cerebral de los hemisferios derecho e izquierdo.

Los modelos semánticos creados predicen la actividad neuronal asociada con el lenguaje en las regiones del córtex cerebral.

«La posibilidad de representar un mapa semántico del cerebro tan detallado es un logro increíble», afirma Kenneth Whang, director de programas de la división de Sistemas de Inteligencia e Información de la National Science Foundation. 

«Nuestros modelos semánticos son capaces de predecir las actividades neuronales asociadas con el lenguaje en grandes regiones del córtex cerebral, pero además nos proporcionan información detallada sobre qué tipo de conceptos se representan en cada área del cerebro”, afirma Alex Huth, investigador de la Universidad de California en Berkeley, uno de los voluntarios del proyecto.

Una de las conclusiones más sorprendentes de la investigación, según Huth, fue descubrir que incluso personas muy diferentes comparten un mismo ‘mapa lingüístico’ cerebral.  

Según los científicos, este tipo de descubrimiento podría tener múltiples aplicaciones. Por ejemplo, dar «voz» a personas afectadas de apoplejía o aquejadas de enfermedades neuromusculares, como la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). 

Además, podría servir para monitorizar la actividad cerebral de personas con dificultades para comunicarse y hasta para diseñar una especie de ‘descodificador’ que traduzca nuestras palabras a otro idioma mientras hablamos. ¡Casi nada!

Neuroimaging reveals detailed semantic maps across human cerebral cortex – Science Nation

Imagen de portada: Gentileza de  Alexander Huth, Universidad de California en Berkeley.Imagen del mapa interactivo de la actividad neuronal asociada al lenguaje.

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC. Mayo 2016.

Cuerpo humano/Cerebro/Neuronas

 

Los sentimientos verdaderos dejan huella en nuestro cuerpo.

Verdad

La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica en multitud de áreas, como la industria, la estructura de edificios o la medicina. Ahora unos científicos de la Universidad de Granada la han utilizado en el ámbito de la psicología, en concreto para demostrar que mediante la termografía, así como con la imagen cerebral, se pueden evidenciar ciertos comportamientos o estados de ánimo humanos.

Si lo que afirman es cierto, en la imagen cerebral se aprecia la activación de la ínsula, una estructura de la corteza cerebral.

El estudio ha observado la reacción de las personas cuando tienen que responder a preguntas relacionadas no con hechos sino con sentimientos o cualidades (las cualidades subjetivas de las experiencias individuales). 

«Si el sentimiento que afirman tener es cierto, en la imagen cerebral se aprecia la activación de la ínsula, una estructura de la corteza cerebral situada entre el lóbulo parietal y el temporal que interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, y la termografía muestra un descenso en la temperatura de la nariz y de otras zonas corporales», dice Emilio Gómez Milán, coautor del estudio junto con Elvira Salazar López.

Para explicarlo de forma sencilla, los investigadores exponen unos ejemplos. Si un creyente «se encomienda a Dios», se le activa la ínsula y le baja la temperatura de la nariz; si lo hace un no creyente, no. Lo mismo sucedería con personas que afirman sinceramente sentir una alta empatía con otras, o con un experto en flamenco que siente la belleza de ese arte cuando ve a otras personas bailar. En caso de que mintieran, la falta de cualidad se traduciría en que la imagen cerebral no presentaría activación significativa de la ínsula, y la termografía no mostraría ningún cambio aparente.

Este estudio ayudará a probar fácilmente cuándo alguien realmente siente lo que dice y cuándo dice lo que no siente. Para estos «mentirosos emocionales», el lenguaje de la filosofía neurológica tienen un nombre que es la bomba: zombis filosóficos. ¡Cuidado con ellos! –NGM-E

Imagen de portada: Gentileza de Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López

FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC.

Cuerpo humano/Cerebro/Neurociencia.