No hubo faraón egipcio que se imaginara que el Templo de Debod sería trasladado completo, bloque por bloque, hasta la capital de España. Así fue como lo consiguieron.
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En la plenitud el Imperio Medio, en el Antiguo Egipto, existió un lugar de culto conocido como Debod. Ahí, se construyó un templo de piedra caliza, al que algunos miembros de la élite egipcia asistían con cierta periodicidad. En aquel entonces, se le concibió como un lugar sagrado. A pesar de la amplia concurrencia que tuvo en la época, el espacio sólo constaba de una capilla pequeña, consagrada por el faraón Seti II.
La estructura se erigió hace, al menos, 3 mil años. Originalmente, fue un encargo del rey kushita de Meroë, quien concibió al «Templo de Debod con una pequeña capilla de una sola habitación dedicada al dios Amón«, explica Archaeology Travel. A lo largo de la Dinastía Ptolomaica, conservó su importancia imperial, y recibía visitas reales consistentemente.
Ninguno de los gobernantes de aquel periodo remoto se imaginó que, bloque por bloque, su capilla sería trasladada a lo largo de 3.5 kilómetros. Mucho menos que se volvería a construir completa en una plaza europea. Milenios más tarde, el Templo de Debod encontraría un hogar nuevo en Madrid, España. Ésta es la razón.
El santuario del ‘país de oro’
Francis Frith / Wikimedia Commons
En la actualidad, el Templo de Debod se considera «uno de los pocos ejemplos sustanciales de la arquitectura egipcia antigua reconstruida fuera de Egipto«, documenta Archaeology Travel. Ciertamente, a pesar de su cercanía geográfica con África, es el único que existe en España.
Por los desbordamientos del Nilo, el sitio arqueológico de Debod quedó completamente sepultado bajo el agua. Hace milenios, sin embargo, la ciudad se encontraba en un lugar privilegiado a las orillas del río, en la Baja Nubia. Antiguamente, a esta región se le conocía como el ‘país de oro‘.
Según documenta Naciones Unidas, ahí se encuentran las mayores minas de este metal precioso en el país. Por ello, gozó de amplia bonanza económica y cultural en su momento de mayor apogeo. Se piensa que el santuario de Debod se construyó en honor al dios Amón. Sin embargo, en la actualidad no queda evidencia de que realmente haya estado ofrendado a esta deidad.
Por el contrario, en sus paredes no quedan indicios de un culto dirigido a algún dios en específico. Sobre la piedra en las paredes se pueden apreciar todavía los relieves que decoraron el espacio antiguamente. En ellos, se aprecian escenas rituales en las que se describe la construcción del espacio sagrado. Por la importancia de Amón en ese periodo, algunos arqueólogos se inclinan a pensar que lo más seguro es que fuera la deidad titular del Templo de Debod.
A mediados del siglo XX, una inundación terrible azotó la región de Asuán. En este espacio, se encuentran algunos de los tesoros históricos más importantes de Egipto. Para evitar que se vieran más dañados, las autoridades nacionales decidieron iniciar un megaproyecto de rescate con la construcción de una presa que contuviera la fuerza de las aguas.
A falta de recursos, en la década de los 60 Egipto solicitó la ayuda de varios países. Entre ellos, España se ofreció a hacer un donativo considerable para salvar la herencia cultural egipcia. Buscando recompensar a la nación aliada, el gobierno les regaló el Templo de Debod completo.
Así como España se comprometió con el salvamento de las estructuras en la región de Asuán, las autoridades egipcias se ciñeron al objetivo de transportar la capilla completa hasta Madrid. Esther Pons, conservadora jefa del departamento de Antigüedades egipcias y Oriente Próximo, explica el proceso como sigue para National Geographic España:
«[…] ESPAÑA SE ADHIRIÓ EN SEGUIDA Y CREÓ EL COMITÉ PARA EL SALVAMENTO DE NUBIA, LO QUE AHORA LLAMAMOS EL SUDÁN. SE CREÓ UN GRUPO DE ARQUEÓLOGOS PARA SALVAR TODO ESE PATRIMONIO Y, EN AGRADECIMIENTO A ESAS EXCAVACIONES, EGIPTO REGALÓ EL TEMPLO DE DEBOD, QUE FUE A PARAR A MADRID.”
Regalos similares se hicieron a Nueva York, Turín y Ámsterdam, en representación de los países que apoyaron la construcción de la Presa de Asuán. Los proyectos de reconstrucción tardaron décadas en completarse, respetando el orden y orientación de las estructuras originales.
Una capilla egipcia en una plaza madrileña
Carlos Delgado / Wikimedia Commons
Actualmente, es posible visitar el Templo de Debod en la Plaza de España, en pleno Parque Oeste. Éste es uno de los puntos de mayor interés turístico en Madrid, la capital del país. Sin embargo, esta posibilidad implicó al menos 20 años de traslados y ensamblajes: el santuario no hizo un viaje directo hasta la capital española.
Antes de llegar a su destino final, tuvo que pasar por filtros estrictos en Tebas y otras ciudades intermedias. Llevar un templo egipcio entero de una ciudad a otra no es una hazaña fácil de completar. Sin embargo, cuando finalmente llegó a la Plaza de España, se armó justo como estaba originalmente en territorio egipcio.
Las autoridades respetaron la orientación original de la capilla, de este a oeste, para replicar las condiciones sagradas con las que fue diseñada hace miles de años. En la planta superior del templo, se instaló una maqueta donde se representan todos los lugares de culto que había antiguamente en Nubia.
Imagen de portada: Wikimedia Commons
FUENTE RESPONSABLE: National Geographic en Español. Por Andrea Fischer. 6 de abril 2022.
El historiador José Soto Chica publica “El águila y los cuervos”, un revelador estudio donde explica cómo la avaricia de las élites, su resistencia a pagar impuestos y apoyar a la sociedad, acabó con el sueño de una Roma eterna
La causa del hundimiento del Imperio romano de Occidente fue la avaricia de las élites, las luchas intestinas que entablaron entre sí para alcanzar el poder y su creciente desapego del Estado, afirmado en la creencia equivocada de que podían prescindir de él y de las garantías que brindaba debido al respaldo que les proporcionaban sus propias fortunas. «En el 425 d. C., las rentas de la vieja aristocracia romana eran altísimas. Una sola familia obtenía 4.000 libras de oro al año, la mitad del presupuesto militar romano. Una suma que conseguían de sus tierras, propiedades y múltiples relaciones comerciales, más otro tercio que percibían en especie. Estamos hablando de un dinero bestial. Y esto sucede cuando el imperio se encuentra en un momento agónico, con las invasiones bárbaras, la pérdida de un cuarto de su territorio y una merma aguda de su población. En quince años ha perdido el 60 por ciento de sus ingresos», explica José Soto Chica. El historiador ha publicado El águila y los cuervos (Desperta Ferro), un revolucionario ensayo sobre el declive y la desaparición del Imperio romano que aporta una renovada mirada y una profunda reflexión sobre las verdaderas causas que condujeron a su final.
La historiografía ha aducido múltiples motivos en el pasado para explicar su derrumbamiento, desde la crisis económica, la caída demográfica, la difusión del cristianismo, la derrota de Adrianópolis o la irrupción de los pueblos germánicos. Pero nadie había reparado con anterioridad en la conducta ética y el comportamiento avaricioso que mostraron la clase senatorial romana y los nobles patricios. «Si me hubieras preguntado hace un decenio, ni siquiera yo te hubiera nombrado los motivos en los que reparo ahora», reconoce José Soto Chica, que se ha ganado el merecido marchamo de ser uno de los grandes especialistas españoles de este periodo con obras como «Imperios y bárbaros» o «Los visigodos. Hijos de un dios furioso».
El examen cuidadoso de la documentación le empujó a reparar en datos que antes habían pasado desapercibidos o a los que no se les concedió la relevancia que poseían. La detenida lectura alentó una intuición que después acabó fraguando en una tesis contundente que ahora expone en este libro de rigurosos contornos y márgenes.
«El Estado pide un esfuerzo a los milmillonarios, pero esta aristocracia no está dispuesta a contribuir y promueve golpes de Estado, apoya a usurpadores o concede su respaldo a los bárbaros, porque, piensan que es más barato pagarles a estos extranjeros y no al Estado para protegerse. Es en este preciso momento cuando se quiebra el Estado. Con anterioridad, estas mismas clases se habían involucrado con Roma y no dudaban en poner a su disposición los recursos que poseían para salvaguardar el Estado, como sucedió durante las guerras contra Aníbal. Esto no sucede en el Imperio romano de Oriente y es una de las razones que explican que sobreviviera mil años más», añade el historiador.
“Roma se perdió por la avaricia y la poca altura de miras de la élite”
José Soto Chica
José Soto Chica no es amigo de presentismos, pero tampoco evita las lecciones que nos ofrece el pasado y que deberían enseñarnos a actuar mejor hoy en día. En este momento, en medio de grandes convulsiones sociales, económicas, políticas y bélicas, con una minoría que acapara gran parte de los recursos y el dinero mundial, los paralelismos con lo que sucedió durante la última época de la Urbe Eterna son claros: «Esta aristocracia de millonarios entiende que no es necesario el Estado. Su influencia y poder, están convencidos, garantizan su bienestar. ¿Para qué pagar impuestos a fin de respaldar a la corte imperial y el ejército si puedo pagar a un bárbaro local para que me mantenga en la cúspide social?, reflexionan».
El error que cometen es sustancial y Soto Chica lo subraya: «No se daban cuenta de que las estructuras de un Estado son más complejas que eso. Fue un acto de soberbia por parte de ellos, porque en última instancia el dinero no te protege; quien tiene la fuerza es quien decide. El senador poseía los caudales, pero la espada la esgrimía el bárbaro». El historiador resalta en este punto una de las consecuencias de esa actitud quizá con la intención de ilustrar mucho mejor que las decisiones tienen consecuencias y que el egoísmo también lo pagan quienes lo practican: «El resultado es que los hijos y los nietos de estas clases terminaron acudiendo a la guerra, pero peleando por los bárbaros. No recapacitaron en un punto clave, que el Estado es vital, que la ley es importante y que Roma ofrecía un marco de prosperidad y de intercambio. Roma se perdió por la avaricia y la poca altura de miras de una clase dirigente que abogó por sus intereses particulares». Como colofón, con una mirada sobre los tiempos en que nos desenvolvemos, Soto Chica aduce: «Tenemos que aprender a desconfiar de las élites y a exigir responsabilidades, porque el sentido de la responsabilidad de todos nosotros ha perecido en la actualidad».
El autor, que recupera en este ensayo figuras principales, en ocasiones, rodeadas de cierto halo legendario, como Gala Placidia, Aecio, Valentiniano III o Alarico, precisa su discurso y comenta que «la Historia es la última trinchera de la libertad porque permite ver cosas de otra manera. La Historia es un banco de pruebas de la humanidad y te revela que las cosas se pudieron hacer de otra manera. Durante los siglos IV y V se construyeron las villas más alucinantes de todo el Imperio romano. Eran más grandes, más espléndidas que las de la época de César. En cambio, en el siglo VI ya no se levantan ni anfiteatros».
La cuestión que queda suspendida es el motivo y el historiador mismo responde a la pregunta: «La gente que tiene el dinero no lo pone en el ámbito público para contribuir al progreso de la ciudadanía. Antes el poder dependía de la estima que te tuviera la ciudad, pero ahora lo que prevalecen son los contactos imperiales. Por eso desplegaron ese lujo en las villas, porque es ahí donde recibes a esos contactos. Al mismo tiempo que vemos un mundo en crisis, con una clase media que se hunde, los pobres en crecimiento, vemos a una aristocracia desenvolviéndose en medio de esta riqueza. Esto sucede ahora. Las clases medias –subraya– se empobrecen en Europa y Estados Unidos, pero como el poder ya no se juega tanto en las elecciones, las élites económicas y políticas llegan a acuerdos».
“El rico prefería pagar a bárbaros que impuestos, fue un error”
José Soto Chica
Y Soto Chica introduce aquí una advertencia importante: «Por muy eterno que nos parezca un imperio, se puede venir abajo en poco tiempo. Creemos que no, pero también nuestro mundo puede retroceder».
Otro de los aprendizajes que nos deja esta lectura es sobre el buen y el mal gobierno. «La economía y el ejército son cruciales, la estabilidad social, igual, pero en última instancia las decisiones resultan fundamentales. Gala Placidia era genial, una política de primera, mujer de Ataúlfo, madre de emperador, pero comete el error de anteponer la ambición familiar por encima del Estado. Entre el año 425 y el 435 es cuando se pierde África, que es de donde provenía el sesenta por ciento de los ingresos de Roma. Ella escoge perder ese territorio antes que ceder su poder. Deja que Bonifacio, Félix y Aecio se enfrenten entre sí y liquiden los recursos que le quedan al imperio. Prefirieron que todo fuera mal con tal de mantener el control. Y claro que eran conscientes de lo que sucedería. El padre de Gala Placidia –indica– conocía bien la importancia de África, pero, a pesar de eso, ella promueve este enfrentamiento».
Para el historiador, este «es el punto de no retorno, porque Genserico cruza el estrecho de Gibraltar y se apodera de África. En 439 tomará Cartago y, desde ese momento, Roma es un imperio zombi. No tiene oro para mantener el ejército y sin soldados no puedes defender las provincias, y cuantas menos provincias tienes, menos impuestos y menos dinero… el Imperio romano no cae, se disuelve. Odoacro envía las insignias imperiales a Oriente porque lo que queda ya está allí».
Finalmente, Soto Chica deja una última reflexión: «La ambición no es mala, pero cuando no se adapta a los intereses generales es perjudicial. Las élites de ahora son conscientes de esto, aunque creen que el sistema lo aguanta todo. Eso es lo que pensaba la aristocracia senatorial, que aguantaría su avaricia y su falta de escrúpulos. Y no aguantó. Estamos en este momento. Hay esperanza, pero si no tomamos una decisión colectiva, nuestros nietos lo lamentarán y nos juzgarán por lo que hemos hecho».
Imagen de portada: El disco de Teodosio, del siglo IV, una de las joyas del periodo. Se conserva partido por la mitad, como si fuera una metáfora de Roma FOTO: LA RAZÓN.
FUENTE RESPONSABLE: La Razón. España. Por Javier Ors. 9 de octubre 2022.
La danesa Ribe fue una importante ciudad comercial en la época vikinga. A principios del siglo VIII se estableció un emporio comercial en la orilla norte del río Ribe al que acudían comerciantes y artesanos de todas partes para fabricar y vender productos como broches, hebillas de trajes, peines y cuentas de vidrio de colores.
Cuando el vidrio se convirtió en un bien escaso en la Alta Edad Media, los cubos de vidrio de colores -llamados teselas- se arrancaban de los mosaicos de los templos, palacios y baños romanos y bizantinos abandonados, se transportaban al norte y se comercializaban en ciudades emporio como Ribe, donde los fabricantes de cuentas los fundían en grandes recipientes y les daban forma de cuentas.
Hasta ahora, los arqueólogos suponían que los fabricantes de perlas utilizaban las teselas blancas opacas como materia prima para la producción de cuentas blancas y opacas.
Vidrio analizado en este estudio; «cubos» de vidrio incoloro y débilmente verdoso-amarillento dorados con una fina placa de oro en una de sus superficies exteriores (todavía adherida en el cubo de la parte superior derecha de la pila) y cuentas vikingas blancas analizadas en este estudio | foto Museum of Southwest Jutland.
Una producción inteligente y sostenible.
Y es aquí donde un geoquímico y un arqueólogo de la Universidad de Aarhus, junto con un conservador del museo de Ribe, han hecho un descubrimiento sorprendente, que acaban de publicar en la revista científica Archaeological and Anthropological Sciences.
La composición química de las cuentas blancas vikingas de uno de los primeros talleres demostró que los vidrieros habían encontrado una forma más sostenible de ahorrar tiempo y madera para sus hornos: triturar cubos de vidrio dorado y transparente, refundirlos a baja temperatura, removerlos para atrapar el aire en forma de burbujas y, finalmente, envolver el vidrio alrededor de un mandril de hierro para formar cuentas y ¡voilá! – cuentas blancas opacas creadas en poco tiempo y con un mínimo de recursos.
Las valiosas láminas ultrafinas de oro adheridas a la superficie de las teselas fueron, por supuesto, rescatadas por el vidriero antes de refundir el vidrio, pero los nuevos hallazgos muestran que parte del oro inevitablemente había acabado en el crisol. Las minúsculas gotas de oro en las cuentas blancas, los numerosos agujeros de aire (razón por la que las cuentas son opacas), así como el hecho de que no hay rastros químicos de color presentes, demuestran que, de hecho, fueron las piedras de mosaico doradas la materia prima de las cuentas.
Cubos de vidrio romano fundido con restos de oro | foto Museo del Suroeste de Jutlandia
Estos rastros de oro se encontraron no sólo en las cuentas blancas sino también en las azules del mismo taller. Aquí la química demuestra que la receta del vidriero consistía en una mezcla de las teselas azules y doradas. La mezcla era necesaria porque las teselas azules romanas contenían altas concentraciones de sustancias químicas que las hacían opacas, y por tanto ideales para los mosaicos, pero no para las cuentas azules. Al diluir así las sustancias químicas, el resultado fue el vidrio azul intenso y transparente que conocemos por los abalorios de la Edad de los Vikingos.
El fabricante de cuentas de Ribe podría haber optado por diluir la mezcla de vidrio con viejos fragmentos de vasos, que también se encontraron en el taller. Pero éstos resultaron ser vidrio romano viejo y contaminado que había sido refundido una y otra vez.
Y los vidrieros de Ribe eran claramente expertos que preferían el vidrio más claro que pudieran conseguir, dice Gry Hoffmann Barfod, del Departamento de Geociencia de la Universidad de Aarhus. Y añade: Para un geoquímico, ha sido un privilegio trabajar con este fantástico material y descubrir la relevancia de los conocimientos aquí almacenados para nuestra sociedad actual.
El estudio interdisciplinar fue una colaboración entre Gry Barfod, Søren Sindbæk, profesor de arqueología del Centro de Desarrollo de Redes Urbanas (UrbNet) de la Fundación Nacional de Investigación danesa en la Universidad de Aarhus, y el conservador de museos Claus Feveile, del Museo del Suroeste de Jutlandia, especializado en la época vikinga y la historia más antigua de Ribe. Los logros más destacados del emporio de Ribe no fueron solo los productos, sino también la economía circular y su conciencia para preservar los recursos limitados, afirma el profesor Søren Sindbæk.
El conservador del museo Claus Feveile comenta: Estos emocionantes resultados muestran claramente el potencial de dilucidar nuevos hechos sobre los vikingos. Combinando nuestras excavaciones de alta resolución con estos análisis químicos, preveo muchas más revelaciones en un futuro próximo.
Søren Sindbæk y Claus Feveile dirigieron las excavaciones arqueológicas del Proyecto Emporio del Norte entre 2016 y 2018, donde los nuevos enfoques de alta definición permitieron por primera vez una resolución de hasta unas pocas décadas dentro de la estratigrafía de Ribe, extremadamente bien conservada. Los hallazgos de las excavaciones se muestran actualmente dentro de réplicas reconstruidas de los talleres de los fabricantes de cuentas en la nueva exposición especial del museo vikingo de Ribe.
Fuentes: Aarhus University | Barfod, G.H., Feveile, C. & Sindbæk, S.M. Splinters to splendours: from upcycled glass to Viking beads at Ribe, Denmark. Archaeol Anthropol Sci 14, 180 (2022). doi.org/10.1007/s12520-022-01646-8
«La gente parece pensar que lo estoy haciendo bien, pero realmente no creo que sea así», dice Fiona, una gerente sénior de unos 40 años que trabaja en la industria de la construcción en Reino Unido.
«Esto siempre me ha hecho pensar que podría estar haciéndolo mejor y que la gente duda de mí».
Fiona, quien se reserva su identidad para proteger su reputación profesional, ha pasado su carrera luchando contra el síndrome del impostor: el temor de no merecer realmente el éxito.
«A pesar de que he llegado a la posición en la que estoy, todavía no creo en mí misma. Otras personas parecen hacerlo, pero no siento que esté justificado», dice.
El estrés de cuestionarse constantemente a sí misma se ha visto agravado por las ansiedades traídas por la pandemia y la presión del trabajo remoto. Fiona ahora se siente «agotada todos los días».
Siente que está mostrando todos los síntomas del agotamiento profesional, incluido el lado emocional. Ha comenzado a «cuestionarse el sentido del trabajo» y el valor que ella aporta «cuando otras personas hacen el trabajo mucho mejor».
El síndrome del impostor es un problema conocido entre los profesionales. Pero los investigadores están cada vez más interesados en el vínculo que Fiona ha experimentado entre el síndrome del impostor y ese otro malestar profesional moderno: el síndrome de desgaste profesional o el sentirse «quemado» en el trabajo.
A medida que el trabajo atraviesa un período de cambios rápidos, comprender cómo estas dos condiciones se alimentan entre sí, y qué se puede hacer para evitar que desestabilicen las carreras será fundamental tanto para el bienestar como para la retención de los empleados.
Un vínculo insidioso
El síndrome del impostor (SI), que también llamado fenómeno del impostor, se manifiesta de manera diferente entre las personas, pero comúnmente hace que alguien tenga la creencia inquebrantable de que es un fraude intelectual, a pesar de toda la evidencia de lo contrario.
Las personas con SI a menudo sienten que necesitan trabajar en exceso y cumplir demasiado en los proyectos para evitar quedar expuestos.
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Aunque pueden tener grandes logros, es posible que eviten asumir desafíos para no fallar ante los demás. Atribuyen el éxito a la suerte o al trabajo duro, más que a la destreza, y temen que ello los lleve a recibir otras oportunidades en las que podrían tropezar.
Los estudios sugieren que hasta el 70% de las personas han experimentado el SI en el trabajo en algún momento.
Si bien algunas investigaciones sugieren que el síndrome a veces podría ayudar a motivar a las personas a conseguir más logros, también hay amplia evidencia de que el estrés que genera puede ser tan agotador que ejerce una presión intensa sobre la salud mental.
Un estudio de 2016, por ejemplo, mostró que los estudiantes de medicina de EE.UU. con sentimientos de impostor también tendían a demostrar «mayores niveles de cansancio, agotamiento emocional, cinismo y despersonalización», síntomas muy similares a la definición de agotamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y una encuesta internacional reciente entre 10.000 trabajadores realizada por la plataforma de administración del trabajo Asana, en EE.UU., mostró que el 42% creía que había experimentado SI y agotamiento prolongado al mismo tiempo.
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«Cuando ves a una persona que sufre del síndrome del impostor, es más probable que sufra agotamiento profesional. Y las personas que están exhaustas tienen más probabilidades de sufrir el síndrome del impostor», dice el doctor Sahar Yousef, neurocientífico cognitivo que investiga la productividad en el trabajo para la Universidad de California Berkeley.
Yousef dice que es importante tener en cuenta que la encuesta se basó en que las personas hicieran su propia evaluación de agotamiento, un síndrome clínico grave del que la recuperación puede llevar meses.
Pero incluso si algunas personas pueden ser demasiado rápidas para etiquetarse a sí mismas como exhaustas, en lugar de solo muy cansadas y estresadas, es notable que muchas se identificaron con ambos síndromes al mismo tiempo.
No está del todo claro científicamente por qué los dos se superponen cada vez más, dice Yousef, pero un factor clave es que el SI se manifiesta como una tercera dimensión del agotamiento, como lo define la OMS: «sentimientos de ineficacia profesional».
Como en el caso de Fiona, cuando alguien experimenta agotamiento «sientes que, no importa lo que hagas, no es suficiente. Eres la persona ineficaz de tu equipo», dice Yousef. Esto es notablemente similar a la definición del síndrome del impostor, agrega.
Las tendencias perfeccionistas de alguien con SI pueden significar que cada interacción se vuelve intensamente estresante.
El agotamiento puede aparecer después de «cientos, tal vez miles, de ciclos de estrés incompletos», donde el individuo nunca tiene la oportunidad de recuperarse mentalmente de los momentos de presión.
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Clare Josa, fundadora de una consultora de SI y autora de un libro sobre el tema (Ditching Imposter Syndrome) dice que ve un vínculo claro entre el síndrome y el agotamiento, algo que atribuye a que «el mecanismo de lucha, escape o congelación del cuerpo se atasca».
Su reciente estudio, de un año de duración, abarcó a 2.000 trabajadores en Reino Unido y EE.UU. y encontró que el 62% de las personas lidiaba con sentimientos de impostor a diario.
El 18% se describía a sí mismo como alguien que está «de rodillas» por el estrés.
Según sus respuestas a una serie de preguntas de evaluación, se consideró que el 34% de los encuestados corrían un alto riesgo de agotamiento inminente. Concluyó que el SI es «uno de los predictores más importantes de que alguien está o no en riesgo de sentirse agotado profesionalmente».
Josa cree que la correlación se deriva en gran medida de las tácticas que las personas desarrollan para compensar o enmascarar su impostura, como aceptar un trabajo para el que no tienen tiempo con el fin de obtener la aprobación o evitar la promoción porque temen ser expuestos.
Como dijo un colaborador de su investigación: «Siento que si estoy en el centro de atención, todos verán si cometo un error. Así que hago todo lo posible para no ir allí».
FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES. Michelle Obama, ex primera dama de Estados Unidos, dijo que sufrió del síndrome del impostor en algún momento.
Alguien que está tan «preparado para buscar amenazas» pronto descubrirá que esto afecta su bienestar y lo empuja al agotamiento, dice Josa.
La prevención es clave
En este momento, dice Anne Raimondi, directora de operaciones y directora de negocios de Asana, su investigación muestra que son los trabajadores de la generación Z los que tienen más probabilidades de decir que están luchando contra el síndrome del impostor y el agotamiento.
Ella atribuye esto a los desafíos únicos para los jóvenes de iniciar carreras durante la pandemia.
Al ser incapaces de observar a los colegas en persona y adaptarse a la dinámica del lugar de trabajo, sin límites claros entre el trabajo y la vida personal, y sin los «momentos de retroalimentación y tranquilidad» que son cruciales para generar confianza profesional, es fácil ver cómo el personal subalterno podría comenzar a sentir que no pertenece a su rol y sentirse abrumado.
Josa dice que si bien los trabajadores más jóvenes pueden expresarse más abiertamente sobre sus conflictos personales, las generaciones mayores también están sufriendo.
Uno de los desencadenantes más importantes que ella ha identificado para el síndrome del impostor es la menopausia para las mujeres, o el ascenso a puestos de alto nivel en el caso de los hombres. Mientras tanto, las madres que trabajan son un grupo de alto riesgo tanto de SI como de agotamiento, agrega.
También hay un cuerpo de investigación que sugiere que los miembros de minorías pueden verse afectados de manera más aguda.
La doctora Kelly Cawcutt, del Centro Médico de la Universidad de Nebraska (EE.UU.), dice que el síndrome del impostor se ha indicado durante mucho tiempo como un factor en las altas tasas de agotamiento entre los trabajadores médicos.
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Pero su investigación sugiere que «los prejuicios arraigados y la falta de diversidad» en la profesión pueden significar que los grupos étnicos minoritarios y subrepresentados se ven particularmente afectados. Se sabe que los médicos negros, por ejemplo, enfrentan un mayor riesgo de agotamiento, en parte debido al estrés de la discriminación.
«Si nos dicen que no somos lo suficientemente buenos, que no somos lo suficientemente inteligentes, que no pertenecemos ahí, o nos hacen sentir así a través de microagresiones, esos sesgos extrínsecos pueden internalizarse», explica, lo que alimenta tanto el SI como, a largo plazo, el agotamiento.
«Aunque hay muchos esfuerzos para abordar esto ahora, estos sesgos aún existen», dice Cawcutt, lo que crea un «ciclo negativo sustancial» para el individuo.
Esto, dice, muestra la importancia de tratar el SI y el agotamiento, y de hecho los sesgos arraigados, no como problemas aislados, sino como fenómenos conectados que, si se van a resolver, deben abordarse juntos.
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Josa dice que, cuando se trata del individuo, el punto de partida es abordar el síndrome del impostor reconfigurando la respuesta del cerebro al estrés, «para que no tenga esa respuesta inconsciente de lucha, huida o congelación».
Pero para abordar el problema del agotamiento del SI, dice que las empresas deben hacer más para revisar culturas en las que «todo se ha convertido en una emergencia» y en las que las personas se sienten obligadas a rendir más y apretar los dientes ante la adversidad, en lugar de ser honestas sobre su bienestar.
Yousef y Raimondi están de acuerdo en que es fundamental alentar a los trabajadores a construir límites cognitivos en torno a su trabajo para que tengan tiempo de restablecerse mentalmente después de períodos estresantes, rompiendo esos ciclos de estrés.
Los trabajadores más jóvenes, dice Yousef, necesitan ayuda para involucrarse con mentores en el trabajo para que aprendan a encajar, deteniendo esos sentimientos de ser impostor desde el principio.
«La prevención debería ser la clave aquí», dice. «Me encantaría que educáramos a nuestros hijos incluso desde la escuela secundaria sobre lo que sucede cuando trabajas demasiado».
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Pero para personas como Fiona, es más fácil decirlo que resolver el problema en los hechos. Su médico le aconsejó que se ausentara del trabajo, pero teme que hacerlo defraudará a su equipo o solo le demostrará a sí misma y a los demás que la «ascendieron por encima de mi grado».
En cambio, ella se encuentra luchando cada día para «sortear la melaza del trabajo», envidiando a las personas que parecen estar arreglándoselas bien.
«¿No sería una sensación agradable saber que no te debes preocupar por ir al trabajo todos los días?», se pregunta.
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FUENTE RESPONSABLE: BBC Work Life, Por Anna Jones. Mayo 2022
Sociedad y Cultura/Cultura/Empleo/Salud/Salud Mental/Desempleo
Predecir con exactitud qué pasará en los próximos 100 siglos es imposible. La biología evolutiva se encarga de estudiar el pasado, sin embargo, se pueden arriesgar predicciones a partir de tendencias.
Tendrían cerebros más pequeños y personalidades más sociables. El debate en torno a las predicciones se mantiene.
Si para el año 12.022 los humanos siguen habitando la Tierra, es probable que sus cuerpos luzcan más delgados, tengan una mandíbula más fina y dientes muy pequeños. Su rostro se mantendría afable, serían “menos agresivos y más afectuosos”, vaticina el biólogo evolutivo Nicolás R. Longrich en un artículo publicado a inicios de marzo en el medio The Conversation.
Predecir con exactitud qué ocurrirá con los humanos en los próximos 10.000 años −a nivel físico y emocional− es imposible, tanto que una especulación hecha 10.000 años atrás en torno a cómo sería el Homo sapiens de hoy no hubiera logrado adivinar que aparecería una actividad como la agricultura, que influyó de sobremanera en la evolución de la especie (ver Radiografía).
Longrich especula desproporcionadamente, afirman expertos como Juan Carlos Gallego-Gómez, docente de Medicina Evolutiva Genómica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia y autor del libro Evolución, el legado de Darwin, quizá olvidando que la evolución es en esencia un estudio histórico. “Con ella puede decirse qué pasó y cómo sucedió −parcialmente−, pero no predecir”, y cita a uno de los mayores divulgadores de la biología evolutiva, Stephen Jay Gould: “Si devolvieras el cassette de la historia de la vida en la Tierra y le dieras reiniciar… nunca se repetirían los mismos eventos que hemos presenciado desde los orígenes”.
Así, aunque nadie sabe con certeza qué pasará en los próximos 100 siglos, pueden hacerse conjeturas revisando el pasado y el presente, augurando cuáles tendencias podrían continuar, incluso en el futuro cercano. Todo si el fin de la especie no llega antes.
Cuerpos y dientes pequeños
La evolución es una adaptación constante y gradual −que implica cambios en el ADN− para garantizar la permanencia de una especie en el mundo. Evolucionar no significa pasar de ser “peores” a “mejores”, sino acoplarse con el fin de seguir existiendo.
Durante el proceso evolutivo del Homo sapiens han ocurrido dos cambios grandes e importantes que podrían mantenerse en el tiempo, señala Sergio Mejía de Bedout, antropólogo físico de la Universidad de Georgia y miembro de la Asociación Multidisciplinaria de Estudios en Biología y Astrobiología (Ameba): la reducción del aparato masticatorio y la reducción del sistema esquelético.
Los primeros homínidos herbívoros tenían grandes muelas para triturar los vegetales crudos, pero conforme empezaron a comer carne y cocinar sus alimentos, mandíbulas y dientes redujeron su tamaño. Ya no era necesaria tanta grandeza.
Comer blando y alimentos procesados es un hecho a día de hoy y parece que se mantendrá en los años siguientes, dice Mejía, por eso es de esperar que el aparato masticatorio siga encogiéndose y desaparezcan incluso las muelas del juicio.
Del mismo modo ha venido ocurriendo con la densidad ósea y muscular. A medida que los seres humanos necesitaron menos fuerza bruta para sobrevivir −crearon herramientas que facilitaban las tareas, además de que sus vidas se tornaron más sedentarias−, sus cuerpos se volvieron más livianos (que no delgados). Ahora, para Longrich, conforme las personas pasen más tiempo detrás de escritorios y volantes, será mucho más probable que esta tendencia se mantenga.
Cerebros pequeños también
Es un mito aquello de que los humanos serán más inteligentes a futuro, apunta el antropólogo. Que un niño use hoy un celular no lo hace más inteligente que un niño cromañón (Homo sapiens de hace 40.000 años), dice, solo se trata de conocimientos distintos.
“Para que la especie sea más inteligente tendría que haber una presión de selección con ese patrón, es decir, habría que encontrar una manera para que las personas inteligentes sean las únicas que se reproduzcan”, algo que es prácticamente imposible de forma natural, y falto de ética de forma artificial.
El tamaño del cerebro llegó a su punto máximo hace varios años, coinciden Longrich y Mejía, de hecho ambos señalan que ahora la tendencia va hacia la disminución −acontecimiento que se encuentra aún en estudio−.
Con esto en mente es impensable que el órgano maestro vaya a incrementar su tamaño dotando a los humanos de mayor ingenio. Su crecimiento, incluso, implicaría cambios drásticos y riesgosos en la arquitectura de la pelvis de las mujeres, con el fin de que el nacimiento de un niño sea viable y este cambio, a su vez, podría comprometer la capacidad de caminar en dos piernas.
Importante ser sociables
El ser humano ha llegado al punto en el que está, gracias a la tecnología y la cooperación, comenta Mejía, “sin esos dos factores no habría tenido oportunidad como especie”.
“Autodomesticación” llama al proceso mediante el cual ha sido posible convivir entre semejantes. Grandes ciudades superpobladas, condiciones de hacinamiento en el transporte público y la necesidad de relacionarse con miles de personas ha llevado −y seguiría llevando, según Longrich− al ser humano a adoptar actitudes de extroversión y tolerancia. “A pesar de las guerras que vemos, el ser humano se ha hecho más dócil. Míralo así: montar con tantos individuos en el metro sería imposible para los chimpancés, por ejemplo, nosotros vivimos hasta en hacinamiento”, complementa Mejía.
Avances en reversa
Durante el siglo pasado llegó a ponerse en duda si los humanos seguían evolucionando. Tener vacunas, antibióticos, alimentos e higiene había liberado a la especie de dos presiones clave: los depredadores y las enfermedades.
Tal idea quedó atrás, ahora se sabe que la evolución sigue dándose de forma natural, siendo tan evidente que puede observarse en que quienes viven en zonas poco soleadas desarrollan una tez más clara para captar mejor los rayos del sol y sintetizar la vitamina D.
Ahora bien, el desarrollo de ámbitos como la medicina moderna y la tecnología, que han facilitado la prolongación de la vida y la especie, podrían mantenerse a favor o tener un efecto contrario e inesperado de cara al futuro.
Dirigir la evolución es una posibilidad incipiente que sigue estando controlada por esquemas bioéticos. No obstante, la edición genética está latente, prometiendo que podría acabar con algunas enfermedades y casi que “diseñar” humanos a la medida.
Pensar en la selección natural implica también pensar en otros procesos evolutivos, acota Juan Felipe Zapata Martínez, candidato a doctor en Biología: teniendo en cuenta que la adaptación y la diversidad dependen de la reproducción, ¿cómo se verán afectadas las sociedades al migrar a la virtualidad? Para él surgirán nuevas variables de presión a raíz de tecnologías como la Inteligencia Artificial y nuevas propuestas como el metaverso, que llegarían incluso a ralentizar la tasa de mutación y, por ende, la evolución. “Sumado a esto hay que tener en cuenta las enfermedades emergentes y la crisis ambiental, todo ello hace más difícil predecir cómo serán los humanos del futuro”.
La extinción de la especie
Todas estas conjeturas serán posibles solo si la humanidad no se extingue antes, lo que es, sin embargo, muy probable.
La mayoría de las especies de vertebrados, que tienen un tamaño similar al de los humanos, tienen una esperanza de vida de dos millones de años en total, explica Gallego-Gómez.
“Como Homo sapiens nos originamos hace apenas 250.000 o 280.000 años, pero no es probable que duremos los dos millones de años, desde ya estamos causando una extinción en masa”, afirma haciendo referencia a que en tan solo en los últimos 50 años la especie ha hecho estragos irreversibles en términos ambientales. “De hecho, no creo que duremos 10.000 años más, tal vez unos 300”, puntualiza.
La crisis climática, la destrucción de ecosistemas y la presión sobre otras especies animales haría inviable la continuación de los humanos en la Tierra. Lo realmente probable es que no los habrá ni más delgados ni más sociables ni con cerebros más pequeños. No los habrá.
Imagen de portada: ILUSTRACIÓN STOCK.
FUENTE RESPONSABLE: El Colombiano. Por Laura Franco Salazar. Abril 2022
Sociedad y Cultura/Ciencia/Investigación/Tendencias
El descubrimiento se ha producido en el yacimiento arqueológico de la actual ciudad El-Bahnasa, antiguamente conocida como Oxirrinco, uno de los mayores yacimientos de Egipto donde la Universidad de Barcelona lleva tres décadas investigando.
Oxirrinco era la capital del Alto Egipto y su existencia está documentada por primera vez por las fuentes jeroglíficas con su nombre faraónico, Per-medyed, en la dinastía XXV. Desde hace tres décadas, la Universidad de Barcelona en colaboración con el Consejo Superior de Antigüedades de Egipto, investiga el terreno para dar a conocer increíbles hallazgos que puedan ayudar a avanzar en la documentación de la historia.
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Hace escasas semanas, los investigadores españoles hallaron centenares de piezas pertenecientes a la cámara funerariade un importante sacerdote del Antiguo Egipto y, ahora, han encontrado dos tumbas de la última dinastía que gobernó el Antiguo Egipto antes de la conquista persa, la Dinastía XXVI o época Saíta (624-525 a.C.) y varias láminas de oro en forma de lengua en una de las sepulturas.
Los restos se han encontrado en dos cementerios adyacentes. Mustafa Waziri, secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, aclaró que las lenguas doradas se encontraron junto a los restos de dos personas desconocidas. Era una práctica habitual que los antiguos egipcios le ofrecieran a la momia una lengua de oro durante los rituales sagrados para que pudieran hablar con Osiris, el dios del inframundo, en el más allá.
En el interior del cementerio además se encontró un ataúd hecho de piedra caliza con una cubierta de mujer y junto a él, los restos de una mujer. Por su parte, la investigadora española Mayte Mascourt, jefa de la misión, explicó que el segundo cementerio estaba completamente cerrado y que era la primera vez que se abría durante las excavaciones.
Imagen de portada: Gentileza de Twitter / @TourismandAntiq
FUENTE RESPONSABLE: SPUTNIK Mundo
Arqueología/Egipto/Hallazgo/Historia/Arte y Cultura/España
Universidad de Barcelona/Mustafa Waziri/Momia/Sociedad
El filósofo surcoreano rescata textos del “El Principito” para explicar cómo el capitalismo destruye los lazos de amor.
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En “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, hay una escena que ilustra lo que es una cosa querida. En ella, el pequeño príncipe encuentra un zorro. Invita a este a jugar con él. El zorro accede, pero no puede jugar con él, pues él no lo ha “domesticado”. El pequeño príncipe pregunta al zorro qué es “domesticar” (“apprivoiser”). A esto responde el zorro: “Es algo demasiado olvidado […] Significa crear lazos […] Todavía no eres para mí más que un niño parecido a otros cien mil niños. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro parecido a otros cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo. Yo seré para ti único en el mundo…”.
Hoy, los lazos fuertes pierden cada vez más importancia. Son, sobre todo, improductivos, porque los lazos débiles aceleran por sí solos el consumo y la comunicación.
Así, el capitalismo destruye sistemáticamente los lazos. Las cosas queridas también son raras en la actualidad. Dejan paso a los artículos desechables.
El zorro continúa: “Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Compran cosas ya hechas a los comerciantes. Pero, como no existen comerciantes de amigos, los hombres ya no tienen amigos”. Hoy, Saint-Exupéry podría haber afirmado que ahora también hay comerciantes de amigos con nombres como Facebook o Tinder.
Solo después de su encuentro con el zorro, el principito se da cuenta de por qué su rosa es tan única para él: “Es a ella a quien protegí con el biombo […].
Es a ella a quien escuché quejarse, o alabarse, o incluso a veces callarse”. El principito le da tiempo a la rosa “escuchándola”. “Escuchar a otro”. Quien verdaderamente escucha, “presta atención” sin reservas a otro. Cuando no se presta atención a otro, el yo vuelve a levantar su cabeza.
La “debilidad metafísica por el otro” es constitutiva de la “ética del escuchar” como ética de la responsabilidad. El ego que se fortalece es incapaz de escuchar, porque en todas partes solo se oye hablar a sí mismo.
El corazón late ante el “otro”. También encontramos al otro en las cosas queridas. A menudo son un regalo de otro. Hoy no tenemos tiempo para el otro. El tiempo como tiempo del yo nos hace ciegos para el otro. Solo el tiempo del otro crea los lazos fuertes, la amistad y hasta la comunidad. Es el tiempo bueno. Así habla el zorro: “Es el tiempo que has perdido con tu rosa lo que hace a tu rosa tan importante […] Los hombres han olvidado esta verdad […] Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa”.
El zorro desea que el pequeño príncipe le visite siempre a la misma hora, que haga de la visita un rito. El principito le pregunta al zorro qué es un rito. A lo que el zorro responde: “Es algo también demasiado olvidado […]. Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas”.
Los ritos son técnicas temporales de clausura. Hacen del “ser-en-el mundo” un “estar-en-casa”. Son en el tiempo lo que las cosas en el espacio.
Estabilizan la vida estructurando el tiempo. Son “arquitecturas del tiempo”. De este modo, hacen que el tiempo sea habitable, incluso transitable, como una casa. El tiempo de hoy carece de una estructura sólida. No es una casa, sino una corriente. Nada la detiene. El tiempo del apresuramiento no es habitable.
Tanto los rituales como las cosas queridas son polos de descanso que estabilizan la vida. Las repeticiones los distinguen. La compulsión de la producción y el consumo suprime las repeticiones.
Desarrolla la compulsión hacia lo nuevo. La información tampoco es repetible. Ya por su breve lapso de actualidad reduce la duración. Desarrolla una compulsión hacia estímulos siempre nuevos. En las cosas queridas no caben estímulos. Por eso son repetibles.
La expresión francesa “apprendre par cœur” (“aprender de memoria”) supone adquirir mentalmente algo por repetición.
Solo las repeticiones llegan al corazón. También su ritmo se debe a la repetición. La vida de la que se ha alejado toda repetición carece de ritmo, de latido. También el ritmo estabiliza la psique. Da una forma al tiempo, que es en sí mismo un elemento inestable: “El ritmo es el éxito de la forma bajo la condición (adversa) de la temporalidad”.
En la era de las emociones, de los arrebatos y de las experiencias, que son irrepetibles, la vida pierde forma y ritmo. Se torna radicalmente fugaz.
La era de las cosas queridas, la era del corazón, ha quedado atrás.
El corazón pertenece al orden terreno. En la puerta de la casa que habitaba Heidegger se leía el versículo bíblico: “Por encima de todo guarda tu corazón, porque de él brota la vida”.
También Saint-Exupéry invoca el poder del corazón que da vida. Al despedirse del pequeño príncipe, el zorro comparte un secreto: “Es muy simple: solo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos”.
Adelanto del libro “No-Cosas” (Taurus) de Byung-Chul Han.
Imagen de portada: Gentileza de Byung-Chul Han
FUENTE RESPONSABLE: Noticias. Cultura. Argentina. Noviembre 2021
Filosofía/El Principito/Ensayo: Las cosas queridas/Cultura/Sociedad-
Conoce a los ganadores del certamen FotoAves 2021, el concurso de fotografía ornitológica organizado por SEO Birdlife en el que aves y pájaros son los protagonistas.
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Una imagen de una avutarda hubara -Chlamydotis undulata- titulada «El galán del llano», le ha valido al fotógrafo JoséJuan Hernández para alzarse con el primer premio de la decimocuarta edición de FotoAves, un concurso anual organizado por la Sociedad Española de Ornitología -SEO Birdlife– desde el año 2007 con el objetivo de premiar las mejores fotografías de aves entre los aficionados y profesionales de todo el mundo.
En la instantánea, Hernández emplea una técnica de “barrido” que permite reflejar el dinámico comportamiento de exhibición de los machos de avutarda hubara, los cuales después de las lluvias de invierno empiezan un impresionante cortejo desplegando su plumaje en todo su esplendor.
El galán del llano – Foto: José Juan Hernández / FotoAves
Seleccionadas entre las más 1500 imágenes presentadas a la competición por fotógrafos de todo el mundo, a la fotografía ganadora la han seguido varios accésit como «El sonido del bosque», de José Manuel Castrillo. En ella podemos observar el perfil iluminado de un urogallo macho en la plenitud del bosque durante los primeros rayos de luz del día.
El sonido del bosque. Foto: José Manuel Castrillo / FotoAves
«Pez volador» de Sebastián Molano Robledotambién ha conseguido un accésit en esta edición, a pesar de que es difícil que la imagen de un martín pescador destaque a ojos del jurado entre las decenas que llegan cada año a FotoAves. Sin embargo, esta fotografía lo consigue gracias al efímero instante captado; ese momento mágico de una acción que transcurre a milésimas de segundo en el que el pez parece flotar ingrávido en el pico del ave.
Pez volador. Foto: Sebastian Molano / FotoAves 2021
Otros de los accésit, en este caso la imagen titulada «La panda», de Pau Nuñez Santos, nos traslada a Volunteer Point, una reserva natural situada en las Islas Falkland en la que se encuentra una colonia de pingüino rey que cuenta con unas 2.000 parejas. Sus habitantes se mueven a su antojo entre zonas de hierba y una playa de aguas azul turquesa y fina arena blanca desde la que entran y salen al mar en busca de alimento.
La panda. Foto: Pau Nuñez Santos / FotoAves 2021
Mención especial también para la fotografía titulada «Cara a cara» de Francisco Javier Sánchez Cabecera, merecedora del cuarto accésit. Una imagen de tremenda fuerza visual y meritoria composición que muestra el enfrentamiento de dos garcetas, y donde un fuerte contraluz hace destacar tanto el blanco plumaje de las aves como las gotas de agua que salpican la acción.
Cara a cara. Foto: Francisco Javier Sánchez / FotoAves 2021
Sin embargo, eso no es todo. Además de las imágenes premiadas, el concurso nos deja un excelente compendio de fotografías, las cuales han puesto francamente difícil la labor del jurado de este año. En esta galería os mostramos una pequeña selección de las mejores, no sin destacar que, tal y como informan desde la organización, la convocatoria para FotoAves 2022 ya se encuentra abierta, y que los interesados en participar pueden hacerlo a través del portal web del certamen.
Según un estudio de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, EEUU), las erupciones volcánicas contribuyeron al colapso de las dinastías en China en los últimos 2000 años, al enfriar temporalmente el clima y afectar a la agricultura. La caída de una dinastía se describe a menudo en términos de “colapso”, según el estudio.
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Está comprobado que las grandes erupciones pueden crear nubes con el potencial de bloquear parte de la luz solar durante uno o dos años. Este tipo de situaciones reducen el calentamiento estival de la tierra en Asia, por lo que habrán monzones más débiles con menos lluvias y, por ende, una reducción en las cosechas. Alan Robock, profesor del Departamento de Ciencias Ambientales en la Escuela de Ciencias ambientales y biológicas afirma:
“Hemos confirmado por primera vez que el colapso de las dinastías en China durante los últimos 2000 años son más probables en los años posteriores a las erupciones volcánicas”. Pero existen otras variables que hacen que el estudio sea complejo, “porque si hay guerras y conflictos, las dinastías son más susceptibles al colapso”. Sin embargo nos encontramos con una posible retroalimentación, pues “el impacto de un clima frío en los cultivos puede hacer que los conflictos se den con más probabilidad”.
Naturaleza, laboratorio y biblioteca
El equipo de Rutgers ha analizado 156 erupciones volcánicas explosivas desde el año 1 d. C. hasta el año 1915. Ha encontrado niveles elevados de sulfato en los testigos de hielo extraídos de Groenlandia y la Antártida.
Pero no se quedaron en el estudio de campo y laboratorio: investigaron la documentación histórica de China sobre 68 dinastías y las guerras ocurridas entre 850 y 1911. Tomaron erupciones volcánicas importantes y vieron en una ventana de aproximación de entre -10 y 2 años si había ocurrido algún colapso.
Ocurrió en 62 de los 68 casos. Como bien sabemos, correlación no implica causalidad, sin embargo, tanto datos como causas son, al menos, verosímiles. Mediante el método de Montecarlo generaron erupciones volcánicas aleatorias y, efectivamente, el número promedio de erupciones ocurridas en la realidad en la ventana temporal elegida era superior a la esperada por el azar, con un intervalo de confianza del 99,95 %, mientras que el promedio en ventanas adyacentes era uniformemente menor.
Es realmente complicado demostrar una correlación directa entre erupciones volcánicas y cambios de regímenes gubernamentales, pues la cantidad de variables es enorme.
Más cuando hablamos de personas. Incluso con creencias religiosas o sobrenaturales. El “mandato del cielo” fue un concepto muy usado en la filosofía china tradicional que sirvió para mantener la estabilidad entre tanta ida y venida de gobernantes, contribuyendo a que existiese cierta continuidad entre las dinastías. Tanto las élites como los plebeyos aceptaban mejor una cambio de situación si la orden era de origen extraterrenal que si se producía mediante una toma violenta de poder.
Algunos de los colapsos ocurrieron con cierta rapidez, en el contexto de un conflicto intenso, con una disrupción socioeconómica significativa y con pérdida de población.
Pero otros se dieron como transiciones menos disruptivas, con una continuidad considerable desde el punto de vista burocrático y económico. Estos periodos se sitúan en los “ciclos dinásticos”, en los que hay una época de esplendor, seguida de un declive y un colapso final, atribuido tradicionalmente a la inmoralidad o corrupción de la familia gobernante. Aunque controvertido, las tensiones climáticas han comenzado a tomar un papel importante en el estudio histórico.
Los colapsos de las dinastías Tang (907), Yuan (1368) y Ming (1644) están vinculadas a periodos de sequía y frío. El vulcanismo explosivo se propone como un elemento reforzador asociado a colapsos individuales específicos. Los impactos de fío y sequía producidos por las erupciones volcánicas pueden, a su vez, derivar a la muerte del ganado, la degradación acelerada de la tierra y el daño adicional a los cultivos debido a la supervivencia de las plagas agrícolas.
Especialmente en regiones con poblaciones económicamente vulnerables, como las dinastías Ming y Tang, o con una mala gestión de recursos. Las erupciones de los siglo XX y XXI han sido menores que las históricas en la China Imperial.
Sin embargo, las erupciones moderadas también pueden haber afectado de alguna manera a las sequías de Sahel en las décadas de los 70 y 90 del siglo pasado, contribuyendo a la muerte de 250.000 personas y el desplazamiento de diez millones de refugiados. En bastante posible que el cambio climático unido a erupciones importantes afecten dramáticamente a las regiones más pobladas y marginadas del planeta.
Sin embargo, en el artículo no solo se mencionan los efectos directos de las erupciones volcánicas, sino también los ocurridos sobre los ciudadanos.
Las dinastías podrían haber aprovechado cualquier tipo de fenómeno natural para ampararse en el “mandato del cielo”. Y lo cierto es que el cambio de gobierno algunas veces han sido beneficiosos, tal como se discute en el propio artículo:
“De hecho, en lugar de ser un fracaso de la sociedad, el colapso en este contexto podría entenderse más como una adaptación a tensiones ambientales, políticas y de otro tipo de situaciones amenazantes, como consecuencia de una concepción cultural (socioecológica) profundamente arraigada a la naturaleza del gobierno, legitimidad dinástica y cambio”.
Un grupo de expertos descubre cómo hacían los mayas para obtener su suministro de sal, un bien de vital importancia para esta cultura.
La civilización maya y los diversos pueblos que pertenecieron a la misma se establecieron en lo más profundo de la selva Centroamericana.
Fue una civilización a la que no le faltaba en apariencia nada. Sin embargo, había un producto básico al cual no tenían acceso de manera inmediata ni mucho menos sencilla. La sal.
Entonces ¿cómo hacían los mayas para obtener su suministro de sal? Una investigación llevada a cabo por la arqueóloga de la Louisiana State University, Maya Heather McKillop, y un equipo de expertos obtuvo la respuesta a esta incógnita.
Se sabía que los mayas debían de contar con una especie de fuente proveedora que les suministrara este bien básico para su vida diaria. Sin embargo, hasta la fecha se desconocía quién o quiénes podían fungir como tal para uno de los imperios más importantes de Mesoamérica.
Para obtener respuestas a sus preguntas, el equipo llevó a cabo una serie de experimentos usando datación por radiocarbono de muestras de postes de madera y cerámica.
Las principales fuentes de sal se encontraban en las costas de Yucatán (México) y Belice, dos territorios donde los mayas fincaron su civilización.
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El equipo liderado por McKillop excavó cocinas de sal en las cuales se hervía salmuera en ollas de barro sobre fuegos en edificios de postes y paja conservados en sedimentos libres de oxígeno debajo del fondo del mar en Belice. Esto ayudó a revelar la ubicación de las viviendas de los salineros que servían esta materia prima al imperio maya.
Así explica la experta el proceso que el equipo llevó a cabo en sus investigaciones:
«DECIDÍ ENVIAR UNA MUESTRA DE POSTE DE MADERA PARA LA DATACIÓN POR RADIOCARBONO DE CADA EDIFICIO EN EK WAY NAL PARA VER SI TODOS DATABAN DE LA MISMA ÉPOCA, LO CUAL FUE SUGERIDO POR LA VISIBILIDAD DE LOS ARTEFACTOS Y EDIFICIOS EN EL FONDO DEL MAR».
Según señaló Heather McKillop, el hallazgo de restos de más de 4.000 postes de madera en el lugar denominado «Trabajos de Sal de Paynes Creek» es un indicio claro de la forma en que los mayas procesaban y utilizaban la sal.
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¿Por qué era tan importante la sal en la civilización maya?
A propósito de los hallazgos del equipo de expertos, surge la pregunta sobre qué papel desempeñaba la sal en la vida cotidiana de los mayas. Además de que era un ingrediente importante en sus alimentos, la sal se usaba para la salazón y preservación del pescado. Asimismo para curtir pieles, en actividades rituales y remedios médicos. Por ello es que también era un artículo que se movía en grandes cantidades a nivel comercial.
Tanto en el pasado como en el presente, Yucatán es un importante territorio de producción de sal. La manera en que se obtenía y se sigue obteniendo es mediante la evaporación solar de las aguas contenidas en grandes sistemas de charcos.
En la época prehispánica, el método más común para obtener sal en esa zona era mediante el proceso llamado “sal cocida”. Este consistía en filtrar el agua salada de los esteros a través de tierras salitrosas depositadas en grandes canoas; la salmuera que se obtenía se hervía después en ollas de barro hasta que se evaporaba el agua y quedaba la sal en el fondo.
En el siglo XIX, las ollas de barro fueron reemplazadas por peroles de hierro y después por unos recipientes rectangulares hechos de hojas de lámina de hierro que se colocaban sobre hornos. Gran parte de la producción actual se lleva a cabo en pequeños patios de evaporación solar.
Imagen de portada: Gentileza de GETTY IMAGES
FUENTE RESPONSABLE: NATIONAL GEOGRAPHIC en Español. Por Rodrigo Ayala.Noviembre 2021
Civilización Maya/Suministro de sal/Investigación/Sociedad/Cultura