Tal como ninfa presuntuosa, hace que mis manos la tomen de su diminuta cintura, en donde predomina su cadera tan perfecta, como la redondez de sus pechos de miel.
Me dice que hoy ella se ocupa, que desea hacerme esta vez, su regalo que obedezca como cual esclavo.
Le pregunto ¿Qué regalo? No me da ni siquiera tiempo, ella quiere ocuparse de todo, y se lanza a la aventura.
Me pone boca arriba sobre su cuerpo sl igual que ella, sus piernas sempiternas, sus codos flexionados haciendo más liviano mi cuerpo.
Su lengua comienza en forma circular, hacer lo que sabe me excita, más que ninguna otra cosa, me moja con su boca.
Me toma con sus manos la cadera, la humedad de sus labios, el aliento tibio que me desplaza, hace que como un ruego le pida ya de que pare.
Es imposible, no cesará hasta verme satisfecho, para luego demandar lo que más le gusta y a su manera, presuntuosa como toda ninfa, tal como siempre…
Mujer madura pese a ello cuidada, esbelta guardando sus formas, en su mirada me regala velado interés, su lengua se desliza hacia arriba de su boca, como si al verme me invitara hacia su camino sensorial.
Abre sus piernas sutilmente, humedece uno de sus dedos, me enseña el destino al que quiere llegar solo para satisfacerse, debajo de la mesa no hay telón, ella misma es la única protagonista.
Se mueve en su silla mordiéndose los labios, sigue mirándome, sus mejillas se enrojecen, yo continuo como silencioso espectador, de ese tan deseado orgasmo.
Me pregunto sobre la complejidad del ser humano, de fondo suena una vieja melodía de Joe Cocker, lo único que hago es mirarla, enviándole una señal de palmas, que aplauden por su función.
Aunque muchos aspectos de nuestra sociedad derivan directamente de la antigua Roma, otros son muy diferentes. Los romanos veían la sexualidad de un modo bastante distinto al nuestro y algunas de sus costumbres nos llegan a resultar chocantes.
No importaba tanto qué hacías, sino quién lo sabía
Aunque la sociedad romana tenía (como todas) una serie de reglas acerca del sexo, en la intimidad muchos no las respetaban. Pero el problema no era hacer algo considerado “indigno”, sino quién lo sabía y sobre todo quién podía demostrarlo. La acusación por parte de otro hombre libre podía arruinar la carrera de un senador, si provenía de una mujer plebeya tenía más posibilidades de salir airoso (no así si era noble, pues una patricia tenía su honor y una plebeya no), y si era un esclavo quien le acusaba entonces no tenía que preocuparse de nada. El estatus social lo era todo en Roma y el valor de la palabra era proporcional a la importancia de quien la esgrimía; por ello, un hombre o una mujer de alto rango podían permitirse sus placeres, asegurándose siempre de que no lo supiera nadie cuya palabra fuera tomada en serio.
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No existía el concepto de homosexualidad, heterosexualidad, bisexualidad…
Todas las etiquetas que hoy aplicamos a la sexualidad no tendrían ningún sentido para un romano: para la sociedad romana el sexo era sexo, así de simple. Los hombres podían tener relaciones con miembros del mismo sexo o del opuesto y nadie les criticaba por ello, siempre que la otra persona tuviera menos estatus social (sirvientes, esclavos e incluso hombres libres pero extranjeros). En el caso de las mujeres casadas tenían que llevarlo con discreción porque estaba en juego su honor, pero las libertas o las extranjeras podían permitirse una mayor libertad ya que los romanos no las consideraban miembros de pleno derecho de la sociedad.
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La virginidad masculina era algo inaceptable
Era común que los hombres, ya en su adolescencia, frecuentaban los burdeles o tuvieran relaciones con las sirvientas o esclavas. La virginidad masculina era algo extremadamente mal visto en la sociedad romana porque el hombre tenía que ser siempre un dominador. En cambio, la mujer (sobre todo si era de clase alta) sí tenía la obligación de llegar virgen al matrimonio, principalmente por una cuestión moral: había que evitar que la mujer conociera el placer del sexo porque se consideraba que este conocimiento podía inducirla al adulterio.
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También era inaceptable para un hombre ser la parte “sometida”
Un hombre podía practicar sexo con quien quisiera, pero siempre debía ser la parte dominante. Ser penetrado por otro hombre equivalía a ponerse en una situación sumisa, todo lo contrario al ideal romano: la acusación de haber sido la parte pasiva en una relación podía bastar para arruinar la carrera de un político, como estuvo a punto de sucederle a Julio César en su juventud.
Peor aún era la acusación de haber practicado sexo oral a una mujer, aunque fuera su esposa, ya que para los romanos la boca era el instrumento de la política, el comercio y todas las actividades importantes, y “ensuciarla” equivalía a despreciar su importancia para la comunidad.
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Tanto hombres como mujeres usaban a sus esclavos como “juguetes sexuales”
Para la mentalidad romana, un esclavo era una propiedad de la que podía disponer como más le conviniera, incluyendo para el sexo. Lo importante, de nuevo, era respetar la jerarquía social: ni un hombre ni una mujer debían hacerse penetrar por sus esclavos ni practicarles sexo oral; no debían darles placer de ningún modo pero ellos estaban obligados a dárselo a sus amos.
Las mujeres, debido a su honorabilidad, estaban más limitadas, pero también podían disponer de sus esclavas para fines sexuales; de hecho, era preferible que emplearan a otras mujeres porque, en el peor de los casos, nadie podría acusarlas de haberse dejado dominar haciéndose penetrar por un esclavo.
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Las tabernas ofrecían los servicios sexuales de sus camareras
Los “fast food” y tabernas romanas no solo ofrecían comida y bebida, sino también los servicios sexuales de sus camareras. Por ello, este era uno de los oficios considerados “infames” (indignos) y generalmente recaía en mujeres de muy bajo estatus social, como esclavas, libertas pobres o extranjeras.
Pero si la necesidad apretaba, no era imposible que el propietario de una taberna llegase a prostituir a sus propias hijas, sabiendo que eso las condenaba a no salir nunca de los estratos más bajos de la sociedad.
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Se podía identificar a las prostitutas por el color de los cabellos y la ropa
Las prostitutas tenían una consideración social incluso peor (refiriéndonos a las de clase baja, no a las ricas cortesanas), por lo que cualquier miembro “respetable” de la sociedad quería evitar ser visto junto a ellas. Por ese motivo, las prostitutas debían resultar fácilmente identificables.
El modo más evidente era teñirse el cabello de colores claramente artificiales, como azul y naranja. También se las podía reconocer por su ropa: mientras la típica mujer romana usaba una vestimenta muy recatada, las prostitutas usaban ropa sencilla, ligera (lo que también les permitía desvestirse y vestirse rápidamente) y resaltando las formas del cuerpo.
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La prostitución era extremadamente barata
Y cuando decimos extremadamente barata, no es una exageración: un servicio sexual económico podía costar lo mismo que una copa de mal vino, alrededor de uno o dos ases.
Este precio no solo se aplicaba a los peores burdeles, sino incluso a los ya mencionados servicios de las camareras, y se explica porque a esos lugares sólo acudían las clases bajas y las mujeres que se prostituían (y menos frecuentemente hombres) eran esclavas o libertas pobres, que no tenían ninguna esperanza de ascenso social.
Totalmente distintas eran las meretrices, el equivalente a las hetairas griegas: mujeres cultas y ricas que no solo proporcionaban sexo, sino también una compañía agradable. Sin embargo, por mucho que gozaran de un mayor respeto por su riqueza, para la moral romana seguían siendo indignas y en ningún caso equiparables a una “auténtica” mujer, que debía ser pudorosa.
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La “pornografía” era considerada de buen gusto
No es extraño que las excavaciones revelen mosaicos u objetos de temática sexual: lo que hoy se llamaría pornografía era algo muy aceptado por los romanos, hasta el punto de usarlo como motivo de mosaicos, estatuas y objetos personales como espejos.
En Roma se consideraba que el sexo era un regalo de Venus, la diosa del amor, y si era un regalo no había que ocultarlo ni despreciarlo.
Esto puede parecer contradictorio con la importancia que daban al pudor, pero en realidad no lo es: se era libre de gozar de los placeres de Venus, siempre que se hiciera según lo considerado correcto socialmente.
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La pedofilia era socialmente aceptada (hasta cierto punto)
Tener relaciones sexuales con menores de edad, incluso muy jóvenes, no era motivo de escándalo, al contrario: podía estar incluso bien considerado porque la diferencia de edad era un signo de dominación.
De hecho, los romanos solían iniciarse en el sexo con muchachos o muchachas muy jóvenes, apenas entrados en la pubertad, y no era raro que un romano rico dispusiera de esclavos jóvenes cuyo único propósito fuera complacerle sexualmente; el sexo con la propia esposa generalmente tenía fines procreativos, ya que muchos matrimonios eran alianzas políticas y no tenía por qué haber amor de por medio.
Eramos tan jóvenes tu mucho mas que yo, y en aquel tiempo te encontrabas tan enojada con el mundo que te rodeaba no solo por haber perdido a tu madre, sino porque a tu padre, le duró la nada elaborar el duelo, que toda tu eras un verdadero caos.
Lazos sanguíneos lejanos ni mi negativa, te impidieron llevarme a tu lecho, e iniciamos así una relación sin destino.
Nos abrazamos a la transgresión en esa época, sexo en todas sus formas conocidas, amigos hoy decimos riéndonos, que ahora se le dice “amigos con derechos”…
Eras criatura salvaje en plena pubertad, te mostrabas más mayor de lo que eras, encandilabas cómo cual crisálida que llegaba a mariposa, mudando de ropa como una ninfa, seduciendo tal como una Lolita.
Era yo adolescente entonces, pero no te importo me llevaste astuta hacia tu lecho, en el que todo lo hiciste tu, con la maestría de aquellos que conocen, ya el placer desenfadado.
Hoy volvemos a encontrarnos, años han pasado, revancha presente, en que como entonces, mediremos cuanto nos ha enseñado el arte de amarnos junto a lo más perverso, conocido.
Son dos cuerpos que se deslizan entre las sábanas uno siguiendo a la otra la que no pretende escapar, por el contrario sólo desea que en la clandestinidad de ese cuarto la alcance y con voracidad la posea.
Siente sus manos fuertes cuanto la toma de la cintura lo deja que la de vuelta besándola una y otra vez en cada centímetro de su cuerpo de arriba hacia abajo adonde durante unos largos minutos su viaje amarra, ella estalla se enciende como una luz luminosa y salvaje tal como amazona lo domina sobre las blancas sábanas juegan como dos adolescentes que recién se conocen se acarician en la humedad que la oscuridad acompaña, sin prurito alguno para disfrutar de esa noche infinita.
Saben que se aman con desenfreno, no se detienen siquiera a pensar que un día puede ser diferente a lo que hoy sienten, no les interesa el mañana que solo es una ilusión deseada es preferible vivir plenamente el presente así como lo hacen porque así lo desean y no hay santidad que se interponga.
El modelo tradicional aparece cuestionado por el avance de relaciones alternativas como la “tripleja”, la amistad con derechos o el “swinging”.
La palabra infidelidad dejó de tener sentido cuando, a mediados del año pasado, la actriz Jada Pinkett Smith contó públicamente que tuvo un romance con el rapero August Alsina, en su programa televisivo de Facebook. Hizo la confesión estando frente a su marido legal, el actor Will Smith. ¿Por qué no fue un escándalo con vistas a un divorcio tras 21 años de casados? Porque con esa confesión llegó otra: la de que ambos decidieron no mantener una típica monogamia , sino conformar una pareja abierta, donde cada una/o podía salir con otra/o.
En plena pandemia, el caso Smith no sólo estableció un nuevo tipo de relación bautizada Throuple (como couple es pareja de dos, ésta sería de tres: una Tripleja). También, abrió la caja de Pandora de Hollywood, donde todos parecían monógamos, pero no lo eran. Los periodistas empezaron a citar casos históricos y actuales.
Desde Shirley MacLaine y Steve Parker, o Dolly Parton y Carl Dean, hasta Brad Pitt y la modelo Nicole Porturalski (casada con el empresario Roland Mary), pasando por Ethan Hawke y Ryan Shawhughes. O el trío más mentado: el de Tilda Swinton, John Byrne y Sandro Kopp (los tres vivían junto con los hijos de ella y todo).
Una tripleja tipo: Brad Pitt, Nicole Poturalski, y el marido de ella, Roland Mary, quien sabe de la relación entre el actor y la modelo.
En sus memorias, Shirley MacLaine había escrito: “Mi marido y yo teníamos un pacto liberal, cuando se trataba de aceptar los amantes que tenía el otro”. Y la palabra “pacto” aquí es definitiva: el poliamor debe ser consensuado ante todo.
Nuestras celebridades no tardaron en sumarse a la tendencia internacional. “Tenemos algo abierto”, declaró Barby Silenzi, en pareja con el cantante El Polaco, en febrero. Y tras aclarar que “está todo consensuado”, lanzó que el dúo quiere relacionarse íntimamente con la actriz que impuso la palabra “poliamor” en la Argentina hace un tiempo, Florencia Peña, nada menos.
Mientras el camino a la legislación del matrimonio compuesto por más de dos personas se empieza a tratar en los Estados Unidos–es decir la poligamia busca hacerse ley–, nuevas formas de relacionarse sexoafectivamente abundan en este nuevo siglo: poliamor, pareja abierta, swingers, amigos con derechos. Son todas formas alternativas a la monogamia.
Ya en 2013, Ethan Hawke había declarado: “La gente tiene una visión demasiado infantil de la monogamia y la fidelidad. Dice: Él me engañó, es malo, o Ella me engañó, es mala, en lugar de reconocer que nuestra especie no es naturalmente monógama”. Entonces, ¿cómo llegamos a hacer del matrimonio con una/o para toda la vida un formato de relación tan perdurable?
La gente tiene una visión demasiado infantil de la monogamia y la fidelidad. No reconoce que nuestra especie no es naturalmente monógama.
Ethan Hawke
ACTOR
La monogamia encontró su museo
Hay una secuencia de la película animada Up (Disney-Pixar, 2009) que representa con claridad uno de los mitos más consolidados de la historia universal: el amor romántico y su fidelidad para toda la vida. El anciano protagonista, Carl Fredricksen, le sigue siendo fiel a su esposa incluso luego de la muerte de ella, al intentar cumplir uno de sus mayores deseos. ¿Es posible rastrear el origen de una práctica que lleva siglos de naturalización?
El investigador canadiense Chris Bauch sitúa el origen de la monogamia hace más de 10.000 años, unido al comienzo de la agricultura. En un punto, también posibilitó la supervivencia a enfermedades de transmisión sexual, como la clamidia y la gonorrea, que se esparcieron a gran velocidad en comunidades polígamas.
En su libro El fin del amor, querer y coger en el Siglo XXI, la filósofa y periodista argentina Tamara Tenenbaum aporta algunos detalles más: “La aparición de la monogamia está vinculada con la agricultura, el sedentarismo, una división sexual del trabajo mucho más marcada (…) y la subordinación económica, política y sexual de las mujeres hacia hombres, los únicos capaces de ser dueños de la tierra, (…) siempre libres para gestionar sus necesidades sexoafectivas por fuera del férreo contrato matrimonial”.
Poliamor. Para el psicoanalista italiano Massimo Recalcatti, es una práctica que huye del compromiso entre dos. Foto: Guillermo Giménez.
Es decir, la monogamia nunca fue igualitaria: termina implicando disparidad entre las actividades de una mujer y las del hombre. Es allí donde aparece el deseo como cuestión central.
La monogamia no sólo surgió como un modo de organización social sino como un dispositivo disciplinador del deseo. Es allí donde, desde el feminismo actual, Tenenbaum abre una interesante reflexión: “El reconocimiento de la mujer como sujeto deseante es una amenaza para el sistema que se sostiene en su subordinación, su trabajo impago y su conducta predecible y ordenada”.
Finalmente, lo que hace esta institución es regular los vínculos sexo-afectivos dentro de una matriz heteropatriarcal (los nenes con los nenes, las nenas con las nenas), la cual, en estos tiempos de vínculos líquidos, entró en crisis.
Como define para revista Viva la filósofa y activista española Brigitte Vasallo, cuyo libro El desafío poliamoroso (Planeta) acaba de publicarse: “El sistema monógamo es una rueda distribuidora de privilegios de unos sobre otras, a partir de los vínculos afectivos”.
El sistema monógamo es una rueda distribuidora de privilegios de unos sobre otras.
Brigitte Vasallo
FILÓSOFA
El poliamor resiste
Desde el subtítulo de su libro Amores Bárbaros (Prometeo), el profesor de filosofía e investigador Abelardo Barra Ruatta enuncia la idea del “asedio a la monogamia”.
En diálogo con Viva, se explaya al respecto: “El modelo relacional amoroso de la monogamia va a ingresar en una zona de eclipse que, posiblemente, haga de ella una manera más –entre muchas otras– de organizar los afectos, no la única”. Aunque, también aclara que esto no quiere decir que perderá “la hegemonía institucional que la hace ser el paradigma natural, que vuelve clandestinos a otros modos de reunión amorosa”.
De un modo similar, Brigitte Vasallo nos advierte a través de un audio de WhatsApp que cruza el Atlántico: “Ojo no creo que el Siglo XXI haya matado a la monogamia en absoluto. Tal como yo la analizo, en tanto sistema. Hasta ahora estaba estudiado como una práctica. Propongo que la monogamia es un sistema que no tiene que ver con la cantidad de personas con las que tienes relaciones sexoafectivas, sino con el hecho de que la pareja es el centro de la sociedad, no solamente a nivel ideológico, sino que también económico y material. Es muy difícil romper esa lógica”.
También aclara que “otra cuestión es que surjan prácticas poliamorosas, no monógamas, y que hagamos un montón de intentos de vivir de otras maneras. Estos intentos tampoco son nuevos”.
¿Podría decirse entonces que el muerto goza de buena salud? ¿Por qué la monogamia tiene éxito todavía? Barra Ruata relaciona esto con la continuidad de la especie y lo demográfico: “Creo que tiene que ver con el aseguramiento de necesidades biopsicológicas de manera exclusiva y continuada. El macho se apropia de la hembra para asegurarse de su prestación sexual, laboral y de cuidado de la prole. A través de un control estricto y violento, domestica a la mujer tanto en el sentido de confinarla a los trabajos vinculados al abastecimiento y cuidado de la casa”.
Todo conduce a una misma idea: la monogamia sirve para sostener un sistema económico. Para Vasallo, es un eje central del sistema capitalista: “La exclusividad sexual es consecuencia del sistema. Eso ha sucedido porque forma parte de las necesidades del capitalismo. El sistema necesita que seamos seres lo más aislados posibles y productores de lo que éste necesita, al mismo tiempo que reproduzcamos la clase social. Impide todas las otras posibilidades de vida y vuelve la vida muy dificultosa si no se tiene el núcleo de la pareja monógama. Te excluye”.
La poligamia árabe: ¿mito o realidad?
Es inevitable: nuestro imaginario occidental asocia la poligamia con los árabes. El galardonado periodista argentino Emilio Fernández Cicco (o Cicco a secas, hoy Abdul Wakil), quien hace más de diez años se convirtió al sufismo (rama mística del Islam), afirma que “hay toda una serie de condiciones que uno tiene que cumplir para poder tener más de una esposa. Una vez que tengas una nueva, tenés que darle los mismos derechos que a tu primera mujer. De alguna forma, el Islam blanquea lo que Occidente oculta: amantes, familias paralelas e hijos no reconocidos”.
Y agrega, entre risas: “Muchas mujeres que tienen esposos polígamos te dicen que están muy contentas de que su esposo se vaya una noche con la otra mujer, para sacárselo de encima”. Quizás, el modelo de harén musulmán sea al final casi un formato de vanguardia. Aunque, claro, el poliamor no se reduce al esquema de un solo hombre con muchas mujeres.
El Islam blanquea lo que Occidente oculta: amantes, familias paralelas e hijos no reconocidos.
Emilio Fernández Cicco
PERIODISTA CONVERTIDO AL SUFISMO
¿Y si el poliamor fuera reaccionario?
Si bien hay muchos autores críticos con la monogamia, también existen posturas contrarias. Tal es el caso del psicoanalista lacaniano Massimo Recalcati, quien en su libro Ya no es como antes, elogio del perdón en la vida amorosa (Anagrama), plantea: “La invocación de la libertad absoluta y la irritación ante cualquier forma de vínculo que implique responsabilidad ha dado vida a un nuevo amo. No ya aquel que blandía el garrote de la interdicción, sino el que excite un goce siempre nuevo”.
Para Recalcatti, el cambio permanente de partenaire sexual o afectivo equivale a la compra compulsiva de mercancías. El poliamor es otra cara del consumismo. Esto estaría “sustentado en el hechizo de lo nuevo” y las personas se verían reducidas a mercancías, desesperadas por la última novedad, en este caso dentro del “mercado del goce y el deseo”. Así que no hay un solo punto de vista.
Medios, redes, frivolización y ley
Los medios de comunicación y las redes sociales también han afectado a la monogamia y a las nuevas prácticas poliamorosas del siglo XXI. Más aún, en tiempos en donde la virtualidad se ha visto exacerbada debido a la pandemia del Covid-19.
Barra Ruatta considera que las redes “son herramientas centrales en la constitución de relaciones poliamorosas porque nos permiten salir de la casa monógama sin movernos, de una manera fluida y casi infinita. Esto per se no define a los amores libres, pero implica el espacio para la incorporación de la otredad”.
Vasallo advierte otro peligro: la frivolización de las relaciones no monógamas. “Se puede intentar construir redes comunitarias que den la posibilidad de comprometernos con la vida de la gente que nos rodea, más allá del deseo, del sexo e, incluso, del amor. Relaciones que funcionan por el simple hecho de estar juntos, de ser comunidad. Muchas veces esos vínculos se desactivan al ser retratados en los medios como la típica historia de celos, parejas múltiples y poco más”.
¿La poligamia será ley? Barra Ruatta va a fondo con las formas alternativas. Él reivindica el concepto de lo orgiástico y la promiscuidad. Pero, aclara, no en un sentido “pornográfico mercantil”, sino porque “engloba conductas que tienden a la mezcla y la hibridación”.
Para Vasallo, la hipocresía sobrevuela gran parte de las relaciones monógamas convencionales: “Pongo un ejemplo estrambótico: aquellas familias burguesas de clase alta en donde cada cual tiene sus amantes, pero luego guardan apariencia de pareja, como los Clinton. Es una forma de pareja no consensuada, aunque no se nombre así”.
La filósofa española Brigitte Vasallo dice que tenemos «terror poliamoroso». Foto: Guillermo Giménez.
Ensayos de poligamia
Más allá de las teorías, ya se observan cambios en el plano de la ley. En 2012, en la localidad brasileña de Tupã, se realizó una unión civil entre dos mujeres y un hombre. En aquel entonces, la vicepresidenta del Instituto Brasileño de Familia, Maria Berenice Dias declaró: “Tenemos que respetar el carácter privado de las relaciones y aprender a vivir en esta sociedad plural reconociendo los diferentes deseos”.
Hubo antecedentes similares en países diversos (Tailandia, Canadá, Colombia) pero, sobre todo, en los Estados Unidos. Allí ya existe una ciudad como Sommerville (Massachusetts), donde desde el 23 de junio pasado existe una ordenanza que incluye la figura de “sociedad doméstica”, que reconoce a los poliamorosos, quienes ahora poseen los mismos derechos a un servicio de salud. Es la primera ciudad estadounidense en otorgarles derechos a nuevas triplejas.
Por otra parte, Portland (Oregon) es la ciudad donde se ha hecho pública la necesidad de legalizar la poligamia, según lo demuestra el documental Love Without Limits (2019) de Louis Theroux. Escocia es otro país cuyas comunidades poliamorosas (Polyamory Edinburgh, por ejemplo) se volvieron visibles mediante un documental. En este caso, Love Unlimited (2018), donde vemos estructuras originales como la de una mujer con dos novios que mantienen relaciones entre sí.
Libros sobre el poliamor. Uno de ellos es el recientemente aparecido «Amores bárbaros», del argentino Abelardo Barra Ruata.
En la Argentina, tanto los matrimonios como las uniones civiles siguen explicitando el requisito de conformarse entre dos integrantes. El doctor y profesor universitario Elbio Ramos analiza en un artículo lo que llama los “Efectos jurídicos del Formato Familiar PluriAfectivo (FFPA) o poliamoroso” y recalca la “necesidad de darle forma legal a la composición de derechos e intereses entre los miembros de un FFPA”.
Una activista del poliamor como Vasallo señala que nuestra sociedad padece “terror poliamoroso”. Y proclama: “Si la monogamia es un sistema opresivo, en algún momento habrá que crear la resistencia”. ¿Este siglo se llevará puesta a la monogamia?
Glosario
Pareja abierta:
Cada integrante tiene relaciones con personas fuera de la pareja.
Swinging:
Intercambio entre integrantes de dos o más parejas, con fines sexuales.
Poliamor:
Relación sexoafectiva entre más de dos personas con el consentimiento de todas.
Poligamia:
Matrimonio legalmente reconocido por el estado entre más de dos personas.
Derecho a roce:
Una amistad donde puede haber sexo alguna vez.
Y bien amigas y amigos; tienen el derecho de opinar libremente… basta sacarse la “moralina” de encima…no?
Fuente: 31/03/2021 7:01
Clarín.comViva -Por Pablo Diaz Marenghi – Fotos: Guillermo Gimenes
Eres pequeña…te veo diminuta pero tan simpática que al solo reírte seduces a cualquier hombre si lo deseas, tu mirada gatuna provoca un destello único y pagano por siempre inacabable si lo sabré al conocerte hace tiempo.
Te he preguntado cual será el motivo por lo que esto que nos atrapa a veces circunstancialmente es casi eterno, desaparezco un largo tiempo, de repente tu llamado o el mío, provocando el reencuentro a puro placer como la primera vez.
Nos conocemos tanto que sabemos como hacer feliz al otro sin siquiera preguntar ya que cada encuentro es diferente a todo lo conocido, es como si escribiéramos un nuevo argumento para hacer de ese encuentro algo tan auténtico en la sinfonía del éxtasis extremo, luego de esa endemoniada batalla en donde las piernas se entrecruzan moviendo vigorosamente tus caderas penetrándose en las mías llegando juntos al primer orgasmo.
Pero sabemos siempre que no estamos conforme en lo nuestro, e intentamos regalarnos mas y mas placer como recuerdo hasta la próxima vez la que quizás sea dentro de meses, porque sabemos tu y yo que lo nuestro es pertenecernos por raras circunstancias de la vida, aún ambos con pareja.
Ven acércate no te vistas aún hace calor afuera. se que te alejas cuando pretendo que hablemos de la vida haciéndome saber que solo deseas fantasía y es esto lo que me provoca retenerte un tiempo más. volviendo a comenzar una y otra vez frenéticamente aquello que creíamos haber finalizado hace instantes.
Porque eres tan adicta a la lujuria ¿Dime? me lastimas con tus uñas al tomarme la espalda cuando al mismo tiempo a cada orgasmo llegas, debe ser como tú quieres no como ambos anhelamos.
Porque tu erotismo te fagocita a ti misma dejando de lado el juego amoroso que lo incita, cual es el motivo de que no te detienes nunca más que pedirme me exiges que me someta.
La controversia de esto es que soy tu objeto en el cual dejas fluir todos esos demonios, que guardas en silencio como un oprobio ya que deseas seguir siendo la señora de…
Recorrí lentamente toda tu espalda mi voraz lengua la fue acompañando en todo su recorrido sin detenerse, hasta su última colina donde confluye en esas formidables grupas que tienes.
Ni te das cuenta, profundamente dormida luego de esas batallas que libramos toda vez que nos encontramos alejados de la rutina que nos consume a ambos y solo seguimos, porque sabemos que estará el otro esperando, para dar sin pedir nada a cambio ese oxigeno de llamas de pasión como es el verdadero amor.
Suavemente abriste los párpados no sorprendida, ya sabias que quedaban otras batallas más locas, quizás que la última o la próxima porque cada una tan distinta a la otra porque agregamos una secuencia nueva e inesperada que hace que deseemos cada cita, como si fuera la última aun a sabiendas que habrá otra.
Ahora eres la que se desplaza sobre mi cuerpo, sediento de esos labios que buscan y encuentran con su humedad aquello que atrapan y mil destellos perforan mi mente dejándome tieso a tu merced.
No he tenido estas sensaciones hace tanto tiempo no porque no las tuviera pero ninguna con algún parecido, será que como dicen nuestras pieles se han encontrado para que aquella a la que se adhiere prisionera se convierte.
Cabalga amor mío, cabalga sin ver horizonte alguno sigamos hasta ese infinito en el que ambos logremos alcanzar ese punto inevitable de éxtasis que nos aguarda.