La comedia Don Fernando, del ganador del premio Nobel José Echegaray, estaba en venta hace 20 años. Cuando salió la noticia y la Biblioteca Nacional intentó comprarlo, ya era demasiado tarde. El hombre se lo quedó por 2.200 euros.
José Echegaray, nacido en Madrid en 1832, fue uno de los españoles más destacados de fines del siglo XIX. «Él lo fue todo, porque podía serlo todo: ministro, orador, hacendista, maestro, escritor, dramaturgo, investigador», dijo su coetáneo Santiago Ramón y Cajal, científico renombrado del país. Hasta hace un mes, entre las obras de este ganador del Nobel de Literatura en 1904 se destacaban importantes trabajos matemáticos y grandes obras de teatro, pero casi no se hablaba de la comedia Don Fernando. A nadie le interesaba un trabajo que estaba perdido. Sin embargo, casi nadie, ni siquiera la Biblioteca Nacional de España, sabía que Don Fernando estaba en venta hace veinte años. Cuando la noticia llegó a los medios, ya era demasiado tarde.
La historia salió por primera vez en el diario El País, personas de su entorno que advirtió el jueves 2 de febrero que la anticuaria Marta Micaela Fernández de Navarrete tenía en venta la obra de Echegaray hace dos décadas, por el módico precio de 1.600 euros. “El mismo día que salió la noticia en la prensa, se contactó con la librera para mostrar el interés por parte de la Biblioteca Nacional. Fue entonces cuando la librera comunicó que ya lo había vendido”, explicaron fuentes del Departamento de Adquisiciones de la institución al medio citado.
Entonces, ¿quién lo compró? ¿Quién se interesó por una comedia olvidada? ¿Quién pagó más de 2.000 euros para quedarse con un manuscrito que es muy difícil de leer y que tiene más de 100 años? No fue ninguna institución importante ni tampoco un coleccionista millonario. En cambio, fue un jubilado con mucho tiempo para la lectura.
El hombre que le ganó a la Biblioteca Nacional
“Era una oportunidad única”, admitió Rubén Acedo, el vasco de 85 años que compró la comedia Don Fernando, que habla de un hombre que cree que su muerte es inminente y decide hablar con total sinceridad con todas las
El 2 de febrero, Acedo madrugó, leyó El País y llamó alrededor de las ocho de la mañana a la anticuaria para comprar el manuscrito. Pagó 2.200 euros por un aumento de última hora en el precio del manuscrito, pero no le importó porque estaba fascinado por su historia. Y, en su compra, le ganó a instituciones españolas reconocidas como el Archivo Histórico Nacional y el Museo Nacional del Teatro, las cuales habían sido alertadas de la existencia de la obra días antes de que el artículo se publicara.

Rubén Acedo con una copia del manuscrito de Echegaray (EFE)
¿Qué va a hacer con semejante reliquia? Su primer plan es terminar de leerlo, algo que no será una tarea fácil ante la enrevesada letra del dramaturgo. “Me estoy planteando estudiar un curso de grafología”, afirmó. Entre las opciones para el futuro, baraja exponer el documento en la biblioteca de un colegio que fundó en Caracas tras escapar del servicio militar de Francisco Franco, “como un testimonio de membresía y lealtad a la hispanidad”. Otra opción es donárselo al Ayuntamiento de la aldea vasca en la que nació. Nada está decidido todavía.
Por qué nadie lo compró antes
La obra, pese a que Echegaray ya era célebre, fracasó en su estreno en un teatro de Santander, no se imprimió y fue completamente olvidada. Ni siquiera aparece en las principales bibliografías de Echegaray, un matemático e ingeniero de caminos reconvertido en dramaturgo a los 40 años. Cuando en 2004 apareció a la venta en conocidas plataformas de coleccionismo como TodoColección y Uniliber, nadie la vio o, lo que es peor, nadie le dio la importancia que se merecía.
“Es de lo más normal que nadie comprara el manuscrito en estos 20 años. Muchas de las instituciones, tanto privadas como públicas, no miran los catálogos o subastas en donde se pueden encontrar estas cosas”, lamentó una fuente de una entidad pública en diálogo con El País.
“Aunque la Biblioteca Nacional, para seleccionar las piezas que son de su interés, hace seguimiento de lo que sale al mercado de libros, a través de los catálogos que llegan de los propios libreros o de las casas de subasta, evidentemente no se tiene conocimiento de todo el mercado del libro. En este caso concreto, no se recibió ninguna noticia al respecto”, afirmó la entidad.
Por ahora, el manuscrito sigue en manos de un particular. Así fue desde 1904: primero en manos de Echegaray, luego en la colección de Mariano Ordóñez, un cacique despótico que fue ministro de varias carteras hace un siglo, y más tarde en la librería de los padres de Marta Micaela Fernández de Navarrete, bióloga de profesión pero heredera de la colección.
Acedo tiene en sus manos el próximo destino de la comedia. Pero, primero, debe terminar de leerla.
Imagen de portada: José Echegaray (Archivo)
FUENTE RESPONSABLE: Infobae
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