China está en el punto de mira de los inversores de todo el mundo por los problemas financieros de Evergrande, una de las empresas inmobiliarias más grandes del país.
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El índice S & P 500, una de las principales referencias de la bolsa de Nueva York, cayó un 1,7% al cierre de la sesión, en la que es ya su mayor pérdida en unos cuatro meses. Algunos de los mercados bursátiles europeos más importantes sufrieron descensos del más del 2% y han tocado también mínimos de dos meses. En Asia es feriado en Japón, China y Corea del Sur, lo que no ha evitado que el índice MSCI de acciones de la zona del Pacífico perdiera un 1,7% a un mínimo no visto desde el 24 de agosto.
Los inversores internacionales que han estado metiendo dinero en China en los últimos años se preparan ahora para un gran derrumbe a medida que los problemas del gigante inmobiliario sobreendeudado China Evergrande llegan a su punto álgido.
Los problemas de la promotora se han ido agravando desde mayo. La escasez de recursos frente a un pasivo de 2 billones de yuanes (305.000 millones de dólares) ha reducido en casi un 80% el precio de sus acciones y bonos.
Evergrande advirtió hace poco más de dos semanas que corría el riesgo de impago de su deuda si no conseguía reunir efectivo. Los analistas afirman que, si Evergrande —que tiene más de 1.300 proyectos inmobiliarios en más de 280 ciudades— cae, se disipará la idea de que algunas empresas chinas son demasiado grandes para caer.
Los problemas financieros de Evergrande involucran a fondos globales de renombre involucrados. Amundi, el mayor gestor de activos de Europa, era el mayor tenedor de bonos internacionales de Evergrande, aunque es probable que haya vendido al menos algunos antes de que las cosas se pusieron realmente feas.Otros fondos también expuestos a los bonos incluyen al mayor gestor de activos del mundo, BlackRock, así como docenas más como Fidelity, Goldman Sachs asset management y PIMCO.
Los analistas de la deuda esperan que el daño no sea demasiado amplio, sin embargo, otros expertos siguen desconfiando de la señal más amplia que envía el problema de insolvencia de Evergrande.
«Esto forma parte de una dinámica que se refuerza a sí misma, en la que el aumento del riesgo de insolvencia desencadena los costes de las dificultades financieras, que a su vez aumentan el riesgo de insolvencia», dijo en Twitter Michael Pettis, analista principal no residente del Carnegie-Tsinghua Center for Global Policy.
«Hasta que los reguladores no intervengan y aborden de forma creíble el riesgo de insolvencia en todos los ámbitos, es probable que las condiciones sólo se deterioren»
Algunos veteranos observadores de la crisis de los mercados emergentes también creen que los problemas aún tienen más recorrido.
«El desenlace ni siquiera ha comenzado», dijo Hans Humes, del fondo Greylock Capital, especializado en deuda de mercados emergentes.
Morgan Stanley ve cada vez más posible una caída del 20% en el S&P 500
Si bien sigue siendo el peor de los casos, el banco dijo que la evidencia está comenzando a apuntar hacia un crecimiento más débil y una caída de la confianza del consumidor.
En una nota del lunes, los estrategas establecieron dos direcciones para los mercados de Estados Unidos, que denominaron “fuego y hielo”. En caso de fuego, la visión más optimista, la Reserva Federal retiraría el estímulo para evitar que la economía se caliente demasiado.
“El resultado típico de ‘fuego’ conduciría a una corrección modesta y saludable del 10% en el S & P 500”, escribieron.
Pero es el escenario de “hielo”, más pesimista, el que está ganando terreno, dijeron los estrategas, presentando un panorama en el que la economía se desacelera bruscamente y las ganancias quedan bajo presión.
El lunes, las acciones globales cayeron por preocupaciones de que la crisis de deuda en China Evergrande Group pueda afectar al sistema financiero en general.
Entre los estrategas de Wall Street, Morgan Stanley es más bajista que la mayoría, pero sus opiniones se hacen eco de otros bancos que sacaron proyecciones bajistas recientemente. Estrategas de Goldman Sachs Group Inc. y Citigroup Inc. también destacaron la posibilidad de impactos negativos que pondrían fin al incesante alza del mercado estadounidense.
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FUENTE: Redacción Finanzas Español/De Reuters y Blomberg
Se acercó a todos y cada uno de sus competidores y les recordó que había demasiadas refinerías y muchas estaban perdiendo dinero; les señaló que, a pesar de todo, Standard Oil tenía el poder y la influencia para lograr tarifas de transporte más favorables y les subrayó que era una compañía estable y pujante.
Tras mostrarles los libros con las ganancias y reservas de la compañía, dejándolos impresionados, les hacía una oferta tentadora: que le vendieran su refinería a cambio de acciones en Standard Oil, asegurándose que así sus familias «nunca sabrían lo que es la necesidad».
La decisión era de ellos: podían aceptarla o intentar competir con su conglomerado y arriesgarse a la ruina.
Acción de Standard Oil de 1875.
La mayoría -22 de sus 26 competidores en Cleveland- optó por vender, y efectivamente les fue muy bien económicamente.
Pero otros, como Frank Tarbell, se aferraron a su independencia. Su socio, «arruinado por la compleja situación» se suicidó, y la casa de la familia Tarbell tuvo que ser hipotecada para enfrentar las deudas de la empresa.
Rockefeller haría después lo mismo en Pittsburgh, Filadelfia, Baltimore, Nueva York y otros centros de refinación.
A principios de la década de 1880, las guerras del petróleo habían pasado y la mayoría de los independientes habían quebrado o vendido a Rockefeller.
Ida Tarbell quedó devastada por el «odio, la sospecha y el miedo que envolvió a la comunidad» tras el episodio.
«Entre la alarma, la amargura y la confusión, deduje de las palabras de mi padre una convicción que aún mantengo: que lo que había sucedido estaba mal».
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Lo ocurrido dejó una marca indeleble en Tarbell.
«Nació en mí un odio al privilegio, privilegio de cualquier tipo», escribió más tarde. «Todo fue muy confuso, sin duda, pero aún estaba bien, a los 15 años, tener un plan definido basado en lo visto y oído, listo para una futura plataforma de justicia social y económica si alguna vez se me despertaba la necesidad de una».
Y tres décadas más tarde, así fue.
«Yo no era una escritora»
En 1900, Tarbell estaba trabajando en la revista McClure’s.
Para entonces ya era una periodista ampliamente admirada gracias a series tremendamente exitosas como «La vida de Napoleón Bonaparte», tan bien recibida que condujo a la inmensamente popular serie de 20 capítulos sobre la vida de Abraham Lincoln, la cual duplicó la circulación de la revista.
No obstante, nunca se consideró una escritora talentosa. «Yo no era escritora, y yo lo sabía», declaró.
Lo que tenía era un compromiso inquebrantable con los temas que abordaba, a los que les dedicaba largos períodos de minuciosas investigaciones, antes de empuñar la pluma.
Un método que ponía en evidencia su formación científica.
Tenía una maestría en Biología pero, aunque le fascinaba la ciencia, descubrió que su pasión era la escritura, que la había llevado a París en 1891, desde donde se mantenía vendiendo artículos a publicaciones estadounidenses, mientras asistía a conferencias en la Sorbona, visitaba exposiciones de los impresionistas y gozaba de una activa vida social.
Y uno de sus escritos sobre la capital francesa llamó la atención de Samuel McClure, el cofundador y editor de la revista que llevaba su nombre, con la que quería crear un nuevo tipo de periodismo que capturara la imaginación y la conciencia de las clases medias, y no la soltara.
S.S. McClure, ilustración del The Booklovers Magazine, Vol 1 (1903)
Su objetivo era mostrar cómo la concentración del poder económico en Estados Unidos había abrumado y corrompido por completo la política y la ley.
La sociedad estadounidense había sido sacudida por un escándalo tras otro -sobornos a políticos, arrestos a policías y violencia contra personas inocentes, venta de comida adulterada- junto con historias terribles sobre el efecto de las crecientes desigualdades entre ricos y pobres.
Pero nadie sabía qué hacer al respecto.
Las clases medias que creían en la reforma estaban desconcertadas y confundidas. Sabían que todos los escándalos eran de alguna forma producto de los enormes cambios en la sociedad. Pero también sabían que las nuevas tecnologías y las industrias gigantes traían beneficios asombrosos y transformativos.
Nadie parecía ser capaz de comprender las verdaderas dimensiones de lo que estaba sucediendo y McClure quería usar su revista para cambiar la forma en que la gente veía el mundo, y mejorarlo.
Era una ambición extraordinaria. Y la alcanzó con la producción de artículos como los que aparecieron en una famosa edición de su revista en enero de 1903 que conmocionó a Estados Unidos.
En ese número McClure publicó tres historias muy dramáticas.
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Página central de la revista Puck, 21 de febrero de 1906, «Los cruzados» de C. Hassman. La ilustración de un gran grupo de políticos y periodistas en una cruzada contra el soborno y la corrupción, incluida Ida Tarbell.
Los tres periodistas que las escribieron se convirtieron en superestrellas y recibieron el apodo de «muckrakers» o rastrilladores de estiércol, que empezó siendo un insulto del presidente Teodoro Roosvelt, quien en un discurso en 1906 los criticó comparándolos con jardineros que limpian los excrementos sin mirar lo bueno de la sociedad, pero terminó siendo una medalla de honor.
Uno de esos periodistas era Ida Tarbell.
En la mira
Durante dos años, investigó a fondo cada detalle de la forma en la que Rockefeller había creado su gigantesco imperio petrolero.
Cuando descubrió que algunos documentos habían sido destruidos o, curiosamente, sacados de los archivos públicos, continuó sus pesquisas, convencida de que «aparecerían» en alguna parte copias de los informes faltantes o de las investigaciones sobre las actividades de Rockefeller. Y así fue.
Apoyada en los documentos que desenterró, entrevistas con empleados y abogados, así como conversaciones con el ejecutivo más poderoso de Standard Oil, Henry H. Rogers, en la casa del autor Mark Twain, Tarbell escribió una serie que empezó siendo de tres entregas y se extendió a 19, bajo el título de «La historia de la compañía Standard Oil».
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Colegas de McClure’s Magazine reunidos en un parque. (De izquierda a derecha): el editor S.S. McClure, la novelista Willa Cather y los periodistas Ida Tarbell y Will Irwin.
A pesar de lo insípido del título, la narrativa era apasionante, y los lectores devoraron sus descripciones de cómo los agentes de Rockefeller atacaban una región como Pensilvania y utilizaban todo tipo de tácticas despiadadas e ilegales para apoderarse de las pequeñas empresas y destruir a los emprendedores que las dirigían.
Tarbell demostró que no sólo controlaba los ferrocarriles que transportaban el petróleo, sino que además utilizaba el soborno, el fraude, la infracción criminal y la intimidación para destruir a cualquiera o cualquier cosa que le impidiera crear su gigantesco monopolio.
A tono personal
A pesar de que se trataba de una fuerte denuncia, durante toda la serie Tarbell reconoció la brillantez de Rockefeller y la impecabilidad de la estructura empresarial que había creado, y se mantuvo fiel a su método.
Pero en las dos últimas entregas, en las que se centró en el hombre que había estado investigando durante casi 5 años, la autora de artículos profundamente arraigados en los hechos plasmó en la página fuertes opiniones sin filtro.
Recordando, por ejemplo, la única vez que lo vio en persona, escribió que lo primero que pensó fue que era «el hombre más viejo del mundo, una momia viviente».
En ese momento, Rockefeller tenía 66 años, pero sufría de una condición conocida como alopecia generalizada, que lo había dejado sin cabello, pestañas y cejas.
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Sus ojos le parecieron «pequeños, atentos y firmes, y son tan inexpresivos como una pared. Lo ven todo y no revelan nada».
Más allá de su apariencia física, lo acusó de estar «loco por el dinero» y lo tachó de «hipócrita».
Y concluyó: «Nuestra vida nacional es en todos los aspectos claramente más pobre, más fea, más mala, para el tipo de influencia que él ejerce».
Fue ese retrato hecho por «esa mujer venenosa» lo que hirió profundamente a Rockefeller. Se negó, sin embargo, a discutir el tema públicamente, por ello le ordenó a sus asesores que no dijeran «ni una palabra sobre esa mujer descarriada».
Pero ya no se necesitaban más palabras. Ella había escrito suficientes.
En pedazos
Sus revelaciones fueron una sensación a nivel nacional.
«Te has convertido en la mujer más famosa de Estados Unidos… me estás asustando», le dijo McClure.
El reportaje tuvo el impacto necesario como para ser en gran parte responsable por una decisión que tomó la Corte Suprema en 1911 que encontró que Standard Oil violaba la Ley Sherman Antimonopolio.
La enorme firma, determinó el más alto tribunal de EE.UU., era un monopolio ilegal y ordenó que se dividiera.
Caricatura política que muestra un tanque de Standard Oil como un pulpo con tentáculos envueltos alrededor de las industrias del acero, el cobre y el transporte marítimo, así como una casa estatal, el Capitolio de EE.UU. y la Casa Blanca.
El trabajo de Tarbell contribuyó además a la creación en 1914 de la Comisión Federal de Comercio (FTC), encargada de hacer que se respetaran la libre competencia y los derechos de los consumidores.
Un gran triunfo… Sin embargo, como dijimos en el título, Tarbell frenó, pero eso no quiere decir que detuvo al titán del petróleo.
Él…
Rockefeller mantuvo grandes participaciones en las 34 «mini Standards» que se crearon tras la intervención del Tribunal Supremo de Justicia de EE.UU. -entre ellas Exxon Mobil y Chevron-.
Y la ruptura resultó ser enormemente rentable.
El generoso filántropo -«Si no es el primero, ciertamente es nuestro segundo filántropo», señaló la misma Tarbell-, que creaba fundaciones para apoyar la educación y la ciencia, vivió tres décadas más sin saber qué era la necesidad, como le había prometido a quienes compraba.
Para algunos fue y sigue siendo un heroico empresario de los que hicieron grande a EE.UU.; para otros, uno de los ladrones del sueño americano.
Ella
La experiencia con el revelatorio trabajo sobre Standard Oil llevó a que Tarbell se especializara en temas de gran repercusión social y política, como los aranceles y las prácticas laborales, sobre los que no sólo escribió sino que dio conferencias a lo largo y ancho del país.
FUENTE DE LA IMAGEN – GETTY IMAGES – Feminista «por ejemplo pero no por ideología».
En 1906, dejó McClure’s pero siguió escribiendo para American Magazine, una revista de la que fue copropietaria y coeditora.
Pero así como su némesis, Tarbell fue, para sus congéneres, una heroína y una villana.
Era lo que algunos han descrito como una feminista «por ejemplo pero no por ideología».
A pesar de haberse convertido en una de las mujeres más influyentes de EE.UU., creía que los roles femeninos tradicionales habían sido minados por quienes defendían los derechos de las mujeres y que las contribuciones de su género debían circunscribirse a la esfera privada.
Publicaciones como «The Business of Being a Woman» (1912) y «The Ways of Women» (1915) crearon tensiones con el movimiento sufragista de la época, del cual su madre era miembro. Más tarde, sin embargo, cambió de opinión y apoyó el derecho al voto para la mujer.
Durante 30 años presidió de The Pen and Brush, Inc., una corporación creada en 1912 para ofrecer oportunidades a artistas y escritoras en un momento en que las mujeres estaban excluidas de la membresía en clubes de artes exclusivos para hombres.
También participó en la fundación de la Authors’ League (Liga de Autores), la organización profesional de escritores que hoy se llama Authors Guild.
Murió de neumonía en 1944, a la edad de 86 años.
«La historia de la Standard Oil Company» sigue siendo un clásico del periodismo de investigación; Tarbell sigue siendo un ejemplo clásico del credo que se originó en la época de los muckrakers: los periodistas deben «consolar al afligido y afligir al poderoso».
Una nueva encuesta internacional ilustra la profundidad de la ansiedad que sienten muchos jóvenes ante el cambio climático.
Casi el 60% de los jóvenes encuestados dijeron que se sentían muy preocupados o extremadamente preocupados.
Más del 45% señaló que los sentimientos sobre el clima afectan su vida diaria.
Y tres cuartas partes de los consultados pensaban que el futuro era aterrador. Más de la mitad (56%) señaló que cree que la humanidad está condenada.
Dos tercios de los jóvenes dijeron sentirse tristes, asustados y ansiosos. Cuatro de cada diez dudan si tener hijos.
«Para los jóvenes es diferente; para nosotros, la destrucción del planeta es personal», señaló un joven de 16 años.
La encuesta consultó a 10.000 personas de entre 16 y 25 años en 10 países: Reino Unido, Finlandia, Francia, Estados Unidos, Australia, Portugal, Brasil, India, Filipinas y Nigeria.
La investigación fue financiada por la plataforma Avaaz y dirigida por la Universidad de Bath en Inglaterra, en colaboración con otras cinco universidades, incluyendo el Centro para la Innovación en Salud Global de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford y la Universidad de Helsinki. El estudio está disponible en forma preliminar en una plataforma abierta y será publicado en la revista Lancet Planetary Health.
Dos tercios de los jóvenes dijeron sentirse tristes, asustados y ansiosos.
Si deseas profundizar sobre el informe de la ONU; sobre el cambio climático cliquea en el siguiente párrafp. Muchas gracias.
El informe dice que, a nivel global, los jóvenes se ven especialmente afectados por los temores climáticos porque se están desarrollando psicológica, social y físicamente.
«Esto muestra que la ansiedad ecológica no es solo por la destrucción del medio ambiente, sino que está indisolublemente ligada a la inacción de los gobiernos ante el cambio climático. Los jóvenes se sienten abandonados y traicionados por los gobiernos», afirmó Caroline Hickman, investigadora de la Universidad de Bath y autora principal del estudio.
Una encuesta global de jóvenes reveló temor ante el cambio climático
Participaron jóvenes de entre 16 y 25 años de 10 países (Brasil, Reino Unido, Finlandia, Francia, EE.UU., Australia, Portugal, India, Filipinas y Nigeria). De ellos…
75%dijo que el futuro es aterrador
65%dijo que sus gobiernos están fallando a los jóvenes al no actuar ante el cambio climático
83%dijo que las personas fallaron en cuidar el planeta
55%dijo que tendrán menos oportunidades que sus padres
39%dijo que duda si tener hijos
Fuente: Lancet, Young People’s Voices on Climate Anxiety, Government Betrayal and Moral Injury
Tom Burke, del centro de análisis E3G, dijo a la BBC: «Es racional que los jóvenes estén ansiosos. No sólo están leyendo sobre el cambio climático en los medios, sino que lo están viendo desarrollarse frente a sus propios ojos».
Los autores creen que el fracaso de los gobiernos sobre el cambio climático puede definirse como un «acto de crueldad» según la legislación de derechos humanos. Seis jóvenes en Portugal ya están llevando al gobierno a los tribunales para argumentar este caso.
«Los jóvenes están viendo el cambio climático desarrollarse frente a sus ojos».
Los investigadores dijeron sentirse conmovidos por la magnitud de la angustia entre los jóvenes a nivel global.
Se preguntó a los jóvenes su opinión sobre las siguientes declaraciones, entre otras:
• Las personas no han cuidado el planeta: el 83% estuvo de acuerdo a nivel mundial
• El futuro es aterrador: 75%
• Los gobiernos están fallando a los jóvenes: 65%
• Se puede confiar en los gobiernos: 31%
Un joven señaló: «No quiero morir, pero no quiero vivir en un mundo que no se preocupa por los niños y los animales».
Mayor ansiedad en Brasil
Entre los 10 países estudiados, las tasas de ansiedad y preocupación tienden a ser más altas entre los jóvenes de países en desarrollo, como Brasil, Nigeria y Filipinas, o los del hemisferio sur, como Australia.
Casi la mitad (48%) de los brasileños entrevistados dijeron que el cambio climático les hace dudar sobre tener hijos. Esta proporción estaba muy por encima del promedio mundial (39%) y fue el porcentaje más alto registrado en los diez países encuestados.
La ansiedad de los jóvenes «está indisolublemente ligada a la inacción de los gobiernos», según los investigadores.
En Reino Unido, por ejemplo, el porcentaje de jóvenes que dudan en tener hijos debido al cambio climático es del 38%. En Estados Unidos es del 36% y en Australia del 42%.
La mayoría de los jóvenes entrevistados en Brasil sienten que el gobierno les está fallando (79%), mientras que la tasa es del 65% entre los jóvenes británicos y del 67% entre los australianos.
El 92% de los jóvenes brasileños consultados también cree que la humanidad falló en cuidar el planeta y piensa que el futuro es aterrador.
Solo el 18% de los jóvenes brasileños entrevistados cree que el gobierno los está protegiendo a ellos, al planeta y a las generaciones futuras, una tasa incluso más baja que el promedio mundial para este criterio, que es del 31%.
Entre los 10 países estudiados, las tasas de ansiedad y preocupación tienden a ser más altas entre los jóvenes de países en desarrollo.
Impacto grave en América del Sur
Las preocupaciones de los jóvenes brasileños no están desconectadas de la realidad.
El último informe del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) mostró que el cambio climático se está intensificando y confirmó nuevamente que esto es resultado de acciones humanas.
Si deseas profundizar más; sobre los fenomenos climáticos en América Latina, cliquea en el siguiente párrafo. Muchas gracias-
El informe muestra que Brasil se verá fuertemente afectado: América del Sur tendrá un aumento de temperatura mayor que el promedio mundial.
En Brasil y en otras partes de América del Sur y Central, «es probable que las temperaturas promedio hayan aumentado y seguirán aumentando a un ritmo mayor que el promedio mundial», dice el informe del IPCC.
Deforestación para plantaciones de soya en Brasil.
El país podría dejar de ser una potencia agrícola mundial debido al cambio climático, según el científico Carlos Nobre.
El sureste del continente tendrá mayores precipitaciones, lo que incluye la región sur de Brasil y parte del sureste, donde se encuentran São Paulo y Río de Janeiro.
Las consecuencias para Brasil son graves, y podrían hacer que el país deje de ser una potencia agrícola mundial, en la evaluación del científico Carlos Nobre, investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Sao Paulo y experto en la Amazonía, quien trabajó durante 35 años en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE).
Nobre señala que en los próximos años el país experimentará sequías cada vez más prolongadas, temperaturas más cálidas y climas extremos que tendrán un impacto profundo en la producción de energía y alimentos.
Cuando inicia el programa Bracero en 1942 ya estaba extendido el uso de diferentes químicos como el kerosén en centros de inspección fronterizos.
Aunque el gobierno de EE.UU. alabó a los mexicanos que se enlistan como «soldados de la producción» y de la tierra en ese tiempo, con los años surgieron cientos de testimonios de trabajadores que señalaron sus experiencias como vergonzosas y humillantes.
La historiadora Mireya Loza recuerda en conversación con BBC Mundo que la imagen del trabajador rociado con DDT en la cara era la que más afectaba a los antiguos participantes del programa con los que habló.
«Muchos decían que sentían los efectos del DDT en los ojos, que tenían reacciones alérgicas en la piel y entendieron que no era un tratamiento humano», dice la profesora de la Universidad de Georgetown.
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Los trabajadores eran inspeccionados a ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Aquí, en un centro de procesamiento en Monterrey, México, en 1956.
La académica inició su investigación entrevistando a decenas de braceros para un proyecto llamado Bracero History Archive (Archivo Histórico de los Braceros), impulsado por el Museo Nacional de Historia estadounidense Smithsonian.
«Muchos de estos trabajadores dijeron haber sentido algo feo porque era la primera vez que eran desnudados públicamente y frente a varias personas. Para ellos era un shock tremendo estar ahí y que los doctores les hicieran abrir las pompis, la boca; todo revisaban», describe.
Los trabajadores eran generalmente inspeccionados en sedes administradas por Estados Unidos dentro de México y en ciudades fronterizas como Hidalgo, en Texas.
Además de las fumigaciones, los vacunaban contra la viruela, les hacían exámenes de sangre y de rayos X y les revisaban las manos en busca de callos que demostraran que tenían experiencia en el campo.
FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA, MUSEO NACIONAL DE HISTORIA DE EE.UU.
Los trabajadores también eran vacunados contra la viruela.
FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA, MUSEO NACIONAL DE HISTORIA DE EE.UU.
Era común que las manos de los trabajadores fueran revisadas en busca de callos como prueba de que ya trabajaban la tierra.
José Silva, un campesino oriundo de Michoacán que empezó a trabajar desde los 6 años, describió en 2005 con cierto enfado la experiencia que vivió mientras fue bracero durante una entrevista disponible en el Archivo Bracero:
«Por una parte sí fue un buen programa (…) No tuve problema, me ayudé económicamente.
Lo que no me gustaba era que nos fumigaron. Sentí vergüenza. ¿Sabe qué es la vergüenza? Todos formados así, sin ropa, y salíamos así caminando y allá en la puerta estaba el hombre con el fumigador. Muy mal. No éramos animales, éramos cristianos, ¿por qué nos fumigaban?».
Víctor Martínez Alemán, originario de Tlaquiltenango, en Morelos, se enlistó en el programa en 1956 y trabajó en California:
«Nos pasaron, encuerados, delante de todas las muchachas, ya no más nos tocábamos acá pero encuerados para pasar donde nos iban a fumigar, bien fumigados así y todo…
A nosotros nos daba vergüenza porque teníamos que pasar como con 20 mujeres (…) Eran todas secretarías. Y con manos atrás, nada de taparse, nada… Nos quería hasta pegar (…) Nunca había pasado esas penas pero como yo lo que quería era llegar a Estados Unidos para hacer algo…».
«Injusticias y abusos»
A través del Archivo Bracero, el gobierno de EE.UU., mediante el Museo Nacional de Historia y diferentes instituciones académicas, reconocen que los trabajadores fueron sometidos a una serie de «injusticias y abusos».
«Muchos se enfrentaron a alojamiento deficiente, discriminación e incumplimiento de contratos, incluso fueron estafados al recibir sus salarios», indica el sitio web.
FUENTE DE LA IMAGEN – CORTESÍA, MUSEO NACIONAL DE HISTORIA DE EE.UU.
Un grupo de braceros en un cultivo en Salinas, California, en 1956.
Pese a estas investigaciones, ningún presidente o autoridad de alto cargo a nivel nacional en EE.UU. ha ofrecido disculpas públicas ni reparaciones por los efectos negativos que desencadenó el programa, indica la historiadora Mireya Loza.
Tampoco existe una investigación exhaustiva sobre el impacto de pesticidas, incluido el DDT, en la salud de millones de braceros que fueron fumigados.
Aunque el programa culminó hace casi seis décadas, aún queda una generación que vive para contarlo.
Carlos Marentes, activista por los derechos de los campesinos en El Paso, recogió también cientos de testimonios y denuncias de abusos laborales, y las fumigaciones sobresalía entre los recuerdos más amargos de los trabajadores.
«Naturalmente existía un miedo de que trajeran enfermedades contagiosas, pero eso conlleva a una estigmatización», dice a BBC Mundo.
Para Marentes, el programa Bracero fue un ejemplo claro de «la contradicción en la política de inmigración» de Estados Unidos.
«Por una parte sabemos que los necesitamos (a los inmigrantes), para que hagan todo lo que no podemos o no queremos hacer, pero por otra parte nos han metido en la cabeza que hay que tenerles miedo», sentencia.
CORTESÍA, MUSEO NACIONAL DE HISTORIA DE EE.UU.
Foto de portada
La escena que capturó esta foto de 1956 ha sido descrita como «un momento atroz».
En Estados Unidos, hablar de raza ya no es hablar de blancos y negros. De hecho, ¿qué es una raza? ¿Existen en realidad diversas razas? Estos retratos de Martin Schoeller muestran la fabulosa diversidad del país americano.
Me seduce la intimidad del primer plano porque capta la esencia de una persona: no se detiene en describir su atuendo o el entorno, que podrían hablarnos de su posición social.
Todo se sintetiza en el rostro. De las 40, 50, 100 fotografías que suelo tomar de una persona, mi favorita es aquella en que la cara todavía no ha terminado de dibujar la expresión que el cerebro pretende adoptar.
Me gusta compilar catálogos de semblantes que invitan a la comparación.
Todos tenemos una idea de cómo debe ser el ojo –o la nariz, o un labio– humano, pero cuando comparas 10, 20, 100 pares de ojos, constatas sus enormes diferencias.
Fotografío personas que proceden de circunstancias, culturas y etnias muy variadas, pero a fin de cuentas somos todos seres humanos. Hoy puedo retratar al Presidente y la semana que viene, a un indigente.
Mi objetivo es suscitar una reflexión sobre el uso que hacemos de nuestra apariencia para modelar nuestra identidad.
¿Qué tienen estos rostros que resultan tan intrigantes? ¿Es simplemente que sus facciones rompen nuestros esquemas, que no estamos acostumbrados a ver esos ojos debajo de esos cabellos, esa nariz sobre esos labios?
En un país como Estados Unidos, con una población de tan variados orígenes, la reacción puede ir desde un inofensivo afán de antropólogo aficionado a identificar ascendencias y encontrar coincidencias hasta un rechazo en toda regla de la violación de las fronteras entre grupos (según el viejo discurso racista, el watering down o «dilución racial»).
Si nos topamos con estos rostros por la calle, a los más curiosos (o menos educados) quizá se nos ocurriría acercarnos a preguntar: «¿De dónde eres?» o «¿Tú qué eres?».
Observamos con curiosidad porque lo que vemos dice mucho sobre el pasado de este país, su presente y su prometedor (o preocupante) futuro.
La Oficina del Censo de Estados Unidos no empezó a computar datos detallados sobre los ciudadanos multirraciales hasta el año 2000, cuando por primera vez les permitió marcar más de una raza al cumplimentar el formulario, y 6,8 millones de personas optaron por la marcación múltiple.
Diez años después esa cifra aumentó un 32 %, lo cual la convierte en una de las categorías de crecimiento más acelerado.
La opción de marcar múltiples razas es aplaudida como un progreso por los ciudadanos frustrados con las limitaciones de las categorías raciales establecidas a finales del siglo XVIII por el científico alemán Johann Friedrich Blumenbach, quien clasificó a los humanos en cinco «variedades naturales»: cobrizos, amarillos, malayos, negros y blancos.
Aunque la opción de marcar varias razas no deja de estar incardinada en esa taxonomía, al menos introduce la posibilidad de la autoidentificación.
Constituye un paso hacia la reparación de un sistema de categorías que, paradójicamente, es tan erróneo (pues los genetistas han demostrado que la raza no es una realidad biológica) como ineludible (ya que vivimos en un mundo de razas y racismo).
La determinación de la raza de los individuos se utiliza para hacer cumplir las leyes antidiscriminación y también para identificar cuestiones sanitarias específicas de poblaciones concretas.
Categorías raciales
La Oficina del Censo, consciente de que sus categorías raciales son un instrumento imperfecto, niega cualquier intención de definir la raza con criterios biológicos, antropológicos o genéticos».
Y, de hecho, para la mayoría de los estadounidenses multirraciales, como los que aparecen retratados en estas páginas, en el concepto de identidad intervienen innumerables matices, influidos por la política, la religión, la historia y la geografía, así como por el uso que el interesado cree que se dará a su respuesta.
«Yo digo que soy morena –dice McKenzi McPherson, de 9 años–. Y pienso: “¿A ti qué más te da?”.» Maximillian Sugiura, de 29 años, explica que se arroga la identidad étnica que le resulte más ventajosa en cada circunstancia.
Las lealtades también cuentan, sobre todo cuando la ascendencia de uno no se traduce visiblemente en una piel, un cabello o unas facciones fenotípicas.
Yudah Holman, de 29 años, se describe como mitad tailandés y mitad negro, pero en los formularios marca la opción «asiático» y siempre alude en primer lugar a la parte tailandesa, «porque me crió mi madre, así que estoy orgulloso de ser tailandés».
Blancos y Negros
Sandra Williams, de 46 años, creció en una época en la que el país todavía funcionaba sobre la dicotomía negros/blancos.
El censo de 1960 dibujaba una nación donde el 99 % seguía siendo o una cosa o la otra, y cuando seis años después nació Sandra –de unos padres que combinaban una y otra ascendencia– los matrimonios interraciales seguían prohibidos en 17 estados.
En la ciudad del oeste de Virginia donde se crió, solo había un niño asiático en el colegio. Si hubiese atribuido la claridad de su piel y su cabello a su ascendencia blanca, dice ella, los negros lo habrían interpretado como un rechazo.
Por eso, a pesar de que considera la raza un constructo social, ella marca la casilla «negra» en el formulario. «Como hacían mis padres», dice.
En el mundo actual, en teoría más tolerante, las personas con orígenes raciales y culturales complejos hilan un discurso mucho más fluido y lúdico para describirse a sí mismos.
En los patios de recreo y en los campus universitarios se manejan términos de cuño propio tales como negronés, filatino, chicanés y corgentino. Cuando Joshua Ahsoak, de 34 años, iba a la universidad, su mezcla de inupiat (esquimal) y judío del Medio Oeste le granjearon el apodo de «jusquimal», término que aún usa para describirse.
Tracey Williams Bautista dice que su hijo de siete años, Yoel Chac Bautista, se autodenomina negro cuando está con ella, afroamericana, pero se presenta como mexicano cuando está con su padre. «Nosotros decimos que es negxicano», bromea. Los familiares negros advierten a Tracey de la vigencia de la «regla de la gota de sangre», la antigua práctica de considerar negro a quien posea el más mínimo rastro de ascendencia negra. «Dicen: “Aunque solo tenga la mitad, sigue siendo un negro de m…”»
En Estados Unidos la raza sigue importando, por más que la elección de Barack Obama haya anunciado un mundo post racial.
Quizá llegue a ser una nación plural en 2060, cuando según la predicción de la Oficina del Censo los blancos no hispanos dejen de ser mayoría. Pero las estadísticas no borran el legado de los campos de concentración donde se internó a estadounidenses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial ni las leyes de segregación racial vigentes hasta los años sesenta.
Los blancos tienen de media el doble de ingresos y seis veces más patrimonio que los negros e hispanos, y los jóvenes negros tienen el doble de probabilidades de estar desempleados que los blancos.
El sesgo racial sigue presente en las tasas de encarcelación, las estadísticas sanitarias y los informativos: hace poco tiempo la emisión de un anuncio de cereales Cheerios que presentaba una familia multirracial causó un alud de reacciones negativas, entre ellas reivindicaciones de genocidio blanco y llamamientos al «muerticulturalismo».
Tanto los defensores como los detractores del anuncio basaban sus opiniones en lo que se conoce como el test del ojo: un estudio de la actividad cerebral
realizado por la Universidad de Colorado en Boulder mostró que las personas toman nota de la raza en una décima de segundo, antes incluso que del sexo.
Otra investigación divulgó en mayo que los conservadores presentan una tendencia más marcada que los progresistas a categorizar rostros ambiguos como negros.
Cuando la gente pregunta a Celeste Seda, de 26 años, de qué raza es, a ella le gusta dejar que lo adivinen antes de explicar que es de ascendencia dominicana y coreana. Matiza que incluso al decir eso solo revela una mínima parte de su identidad, que incluye una infancia en Long Island, una familia adoptiva puertorriqueña, una hermana afroamericana y una incipiente carrera como actriz. Llamar la atención por tener una imagen insólita halaga tanto como agota. «Es un don y una maldición», sentencia.
Y es también, para el resto de nosotros, una oportunidad. Si resulta que no podemos encasillar al prójimo en ninguna de las categorías de toda la vida, quizá nos veremos obligados a revisar las definiciones de raza e identidad, las presunciones sobre quiénes son ellos y quiénes nosotros. Tal vez aprenderemos a ser menos cautelosos a la hora de identificarnos con los demás si cada vez nos topamos con más personas como Seda, personas cuyos rostros parecen proclamar ese verso del vibrante poema de Walt Whitman Canto a mí mismo: «Soy inmenso, contengo multitudes»
FUENTE: NATIONAL GEOGRAPHIC – Por Martín Schoeller
A él ya nada le sorprendía, de que su maravilloso y amado país , estuviera siempre desde que tuviera memoria, dirigido por políticos corruptos, asociados a sus iguales de la amplia mafia empresaria.
Sólo con una amarillenta luz que de a ratos se desvanecía, porque la batería de emergencia omitió cargarla, procedió a escribir usando su móvil -aparato diabólico- si los hay, algo parecido a un mal cuento de la realidad.
Pero su teléfono al que maldecía según la ocasión como ocurría a veces con todo aquello que usaba en la cotidianeidad de su vida, le permitió nada más y nada menos que desahogarse.
Las mujeres ya no se enamoran: El vacío de sentimiento en la sociedad-supermercado. Un artículo de opinión de Galo Abrain sobre la figura del filósofo francés Gilles Lipovetsky (nacido en 1944) y su Era del vacío.
Iñaki Piñuel en su reciente libro Mi jefe es un psicópata, sitúa entre un 10% y un 13% el número de psicopáticas y narcisos que pueblan este pecaminoso planeta, y advierte de su peligro.
En general, estos dos títulos no suelen, ni han sido, objeto de alabanzas. Más bien al contrario, ser un narcisista descerebrado, ansioso por ver resueltos exclusivamente tus intereses sin prestar atención a los demás, es una cláusula privilegiada para que a uno lo tilden de gilipollas, y lo vuelquen como el estiércol en un silo de compost hasta que madure.
Empero, es difícil estar de acuerdo con Iñaki en dos cosas, la primera, en el porcentaje, que seguramente debería de engordarse como un zampabollos que sufre de tiroides aguda, y la segunda, que estos narcisistas sean desechados de la palestra social frente a su «miraombligista» actitud de masturbadores emocionales compulsivos.
Nada de eso… Los narcisistas están más de moda que Andy Warhol paseándose por La Fábrica con su snob amaneramiento, soñando con plátanos metidos hasta el fondo de botes de sopa. Las redes sin duda son claves en este hecho, la constante exhibición de uno mismo empuja a pensar únicamente en cómo nos vemos, para que los demás nos vean de igual forma, pero esto ya viene de antes…
Aquí es donde el distinguido lector resolverá sus dudas respecto al título de este artículo, al que seguro todavía no le encuentra demasiado sentido. El imperante narcisismo de la sociedad liberal, entronizada en occidente desde el triunfo de los progresismos en los años setenta, ha hecho que todo se viva con el interés exclusivo de reafirmar los objetivos propios (cómo si pudieran serlo realmente) y la satisfacción de los impulsos (tiempo ha dominados antes por los ideales del mercado, que por la sanguinaria desinhibición freudiana de las normas sociales).
Esto, huelga decir, es algo muy narcisista, aunque habrá muchos que se reafirmen simiescos en la libertad de oportunidades, el placer de la elección y el triunfo de la autodeterminación… Ah, Ah, Ah… Niet, ¡nein!, cómo decía el camarada Lipovetsky eso sólo corresponde a una Era, la del vacío, donde la acumulación de experiencias, el consumo constante de cuerpos, ocio y goce han alejado a la humanidad de lo perdurable, lo duradero, lo real, de aquello que nos acompaña en la vida como algo más que una anécdota fardona.
¡Eh aquí donde nace una idea! Los hombres, atávicos dominadores de la raza y el juicio, fueron el objeto predilecto de esta Era vacía en lo referente a las relaciones sexuales.
La desarticulación de los valores tradicionales, principalmente familiares, favoreció el nacimiento de toda una casta de machos destinados a acumular féminas como cochecitos de juguete en la estantería.
Véase en la cultura pop un Barney Stinson, o en la realidad un Charlie Sheen. Este paradigma de la acumulación, y el disfrute efímero y casto de profundidad, ha sido el referente de la masculinidad desde hace lustros, y aún hoy lo sigue siendo aunque… uhm, con mayor timidez.
Ahora, desvirgando el prometedor siglo veintiuno, y en plena cuarta ola feminista, el papel de la mujer en este juego debía cambiar. Históricamente degradada a sus funciones maritales, las féminas de la especie occidental decidieron en cierto momento que ellas también debían tener derecho a componer la carta del menú, dotada de rayos exóticos donde la diversificación de la oferta venía sazonada por la sustitución de la sujeción uniforme ante la libre elección y la realización de los deseos.
En otras palabras, las mujeres no quisieron quedarse atrás, y apostaron por su derecho a convertirse ellas también en unas consumidoras activas de parejas y sexo, legitimando así su olvido del amor, el enamoramiento y la raíz de la existencia más allá de lo fugaz.
Este giro de los acontecimientos resulta del todo lógico, lejos de este infiel pensador criticar ese empoderamiento como algo ilegítimo, pero sí que resulta frustrante en un aspecto.
La Era del vacío; esa configuración lipovetskyana, es un fangoso territorio en donde la vida se ha metamorfoseado en un infinito supermercado; se compra todo aquello que se desee con el objetivo de autosatisfacerse, mientras se tengan las herramientas para ello.
En el terreno de lo sexual, qué duda cabe que estar en lo alto de la jerarquía física, auspiciado además por la juventud y el dinero, son claves para una efectiva acumulación. Esto principalmente, cómo podemos ver en el referente Stinson, es sine qua non a lo masculino, mientras que en lo femenino se reduce a una alta carga erótica y sexual, herencia por su puesto de un modelo en donde las mujeres han sido objetos de deseo, antes que cerebros bípedos.
Véase Tinder, o cualquier aplicación, que si bien son eficaces en su disposición a conocer gente nueva, están diseñadas cómo si eligiéramos el menú del almuerzo por más que estemos hablando de seres humanos.
¡Y aquí arriba la magia! El feminismo ha logrado convencernos, con total acierto debo decir, que el prototipo de macho man follatore, ¡miembro de oro!, es un espécimen caduco, superficial, vacío de contenido y al que hay que procurar alejar, pero, paradójicamente, ha encontrado en la reafirmación de la libertad sexual femenina un pilar de emancipación y desafío por parte de la mujer a la sociedad.
Es decir, ha luchado por convertir la figura de la «Era vacía» masculina en un monigote ridículo (aunque por supuesto todavía muy eficaz, sobre todo para mentes débiles), pero ha hecho de la figura femenina una piedra angular de la liberación. Una feminidad tan vacía como la masculina, que se ve además arropada por la imparable ola de la corrección política, lugar en el que algunos resaltos del feminismo se han instalado cómodamente.
Las mujeres ya no se enamoran, y si lo hacen, se arrepienten de ello con rapidez ante el desfile de experiencias y cuerpos que las arropa hasta el séptimo cielo de su realización, antes erróneamente cercada al cuidado del hogar, y ahora precariamente limitada a la creencia de su individualidad como herramienta de su felicidad.
El género masculino, usualmente de razonamiento más vulgar y cortito, también practica este libertinaje transparente sin durabilidad, serenidad, ni profundidad en los sentimientos, pero, por suerte, esa forma frívola y vacía de vivir se le está presentando cada vez más como una patética excusa de reafirmación testosterónica.
Buceando de lleno en el mercado, en la mentalidad consumista que tantos bolsillos llena de poder, el narcisismo es el As en la manga mejor ejecutado de la deidad que nos gobierna.
Creer en la libertad de oportunidades como el núcleo de la comodidad, es un afilado sendero vestido de Versace y perfumado con Chanel, que nos lleva a la soledad, y a una picante incomodidad asentada en la nuca que nos recuerda que aunque nuestra cama esté poblada por diversidad de olores y sabores, nuestra estantería preñada de cachivaches que nos recuerden lo maravillosos que somos y las redes, nuestra segunda vida, sean la representación de lo que desearíamos ser en cada momento para envidia y goce de los demás, nos faltará algo… seguiremos, patéticamente orgullosos de nuestro individualismo y vacunados frente a la elevada paz de la austeridad, irremediablemente vacíos.
César Borgia y su incansable búsqueda de la gloria
Este señor es realmente espléndido y magnífico, y en la guerra no hay empresa grande que a él no le parezca pequeña
Hijo del papa Alejandro VI, fue nombrado arzobispo y luego cardenal con apenas
veinte años. Pero su verdadera vocación era la guerra, y con la ayuda de su padre
intentó crear un Estado propio en el centro de Italia, sirviéndose de la fuerza y del
engaño en la noche del 24 de junio de 1502, dos hombres son conducidos por los
pasillos del palacio ducal de Urbino. No han tenido tiempo de recuperar aún el aliento
después de un largo viaje desde Florencia, cuando su anfitrión ya ordena que sean
llevados a su presencia. El edificio está casi desierto. El ruido de las puertas que se
abren y cierran a su paso, es el único compañero en la oscuridad que los rodea.
Finalmente, el prudente obispo Soderini y el astuto embajador Maquiavelo llegan
al salón donde les espera el nuevo señor de la ciudad. La luz tenue de una vela
ilumina ligeramente la prominente figura de su anfitrión, aquel que tiene en vilo a toda
Italia y «temblando en cuerpo y alma» a Florencia.
Por fin tienen delante al temible César Borgia.
PALACIO DE URBINO. EL DUQUE DE URBINO, PERDIÓ SUS DOMINIOS EN 1502 A MANOS DE CÉSAR BORGIA, QUIEN SAQUEÓ LA CIUDAD Y CONFISCÓ MUCHAS DE SUS RIQUEZAS ARTÍSTICAS. EL DUQUE RECUPERÓ SU CIUDAD AL AÑO SIGUIENTE.
Foto: JOHANNA HUBER / FOTOTECA 9X12.
Después del encuentro, en una carta a la Signoria de Florencia, Maquiavelo confesó la fuerte impresión que le había causado Borgia: «Este señor es realmente espléndido y magnífico, y en la guerra no hay empresa grande que a él no le parezca pequeña; en la búsqueda de gloria y territorio es incansable y no conoce el miedo ni la fatiga. Todo esto hace que sea victorioso y temible, sobre todo en vista de su constante buena fortuna». Años después, César será el modelo escogido por Maquiavelo para su célebre libro, El Príncipe, en el que Borgia aparece como alguien «capaz de conseguir todo lo que se proponga» y hacerlo a cualquier precio; siempre, eso sí, que la buena fortuna lo acompañe.
AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR
Tras la muerte de su hermano Juan, César Borgia fue el destinado a llevar a término la gran ambición de su padre, Alejandro VI, el papa Borgia: conquistar en Italia un reino temporal para su familia. Tras intentarlo primero en Nápoles, finalmente ambos pusieron sus miras en el corazón mismo de los Estados Pontificios, concretamente en la región de la Romaña, que debería convertirse en un ducado independiente gobernado por César en persona. Para ello era necesario someter a los numerosos señores establecidos en la zona, que se comportaban como pequeños tiranos y hacían poco caso de la autoridad pontificia.
LOS ENEMIGOS DE LOS BORGIA PROPAGARON RUMORES SOBRE UNA RELACIÓN INCESTUOSA DE CÉSAR BORGIA CON SU HERMANA LUCRECIA, QUE HABRÍA LLEVADO INCLUSO AL ASESINATO DEL MARIDO DE ÉSTA. ABAJO, SUPUESTO RETRATO DE LUCRECIA POR B. VENETO. SIGLO XVI.
Foto: AKG / Album
La oportunidad llegó en 1499, cuando un ejército francés, comandado por el propio rey Luis XII, cruzó los Alpes y conquistó el ducado de Milán, reivindicado por el monarca galo como herencia familiar. César Borgia, que había acudido a la corte de Francia al frente de una fastuosa embajada papal, participó con sus tropas en esa campaña. Sin embargo, tenía en mente sus propias ambiciones.
Tras la caída de Milán, el Valentino (llamado así por el título de duque de Valentinois que le concedió Luis XII) enfiló hacia Roma con 6.000 soldados, 1.800 jinetes y un equipo de artillería de asedio en el que destacaban los temibles cañones franceses, de gran calibre. En su camino por la vía Emilia, que atraviesa la Romaña, César atacó de improviso y conquistó Imola y Forlì, gobernadas por la astuta Caterina Sforza, muy debilitada por la reciente expulsión de Milán de su tío Ludovico. Era el principio de su conquista de Romaña.
En mayo de 1501, el papa Alejandro VI concedió a César el título de duque de la Romaña «en su propio nombre»
Unos meses después, en otoño de 1500, César Borgia ya tenía preparadas sus huestes para una segunda campaña que consolidara su dominio en la región. Acompañado por algunos condotieros o señores de la guerra –como los hermanos Orsini, Liverotto da Fermo o Vitellozzo Vitelli–, Borgia salió de Roma en octubre al mando de un poderoso ejército. Pesaro y Faenza cayeron sin ofrecer apenas resistencia, mientras Bolonia y Florencia fueron igualmente asediadas, pero no tomadas pues estaban bajo la protección de Francia. El Valentino tenía ahora a casi toda la Romaña bajo su control. En mayo de 1501, el papa Alejandro VI concedió a César el título de duque de la Romaña «en su propio nombre», convirtiendo de un plumazo ese territorio en patrimonio hereditario de la familia Borgia.
LA BUENA ESTRELLA DEL VALENTINO
Faltaba, sin embargo, consolidar del todo el dominio sobre la Romaña, y para ello en junio de 1502 César emprendió una nueva expedición desde Roma. Al pasar cerca de Urbino mandó una carta al duque de esta ciudad, Guidobaldo de Montefeltro, a fin de que le permitiera atravesar sus dominios y le enviará también tropas para capturar una pequeña población en la zona.
El mensaje disipó los temores de Guidobaldo, que le devolvió la cortesía y se marchó por la noche a una reunión con sus amigos en el campo próximo a Urbino. El duque de Urbino, un hombre de 30 años, enfermizo y sin experiencia militar, había mordido el anzuelo.
César Borgia cambió su ruta de improviso y dirigió sus fuerzas a la desprotegida Urbino, ciudad que tomó sin apenas resistencia, para entregarla luego al saqueo de sus soldados.
La República florentina también se había sentido amenazada por el avance de César Borgia, y fue por ello por lo que envió a su encuentro a los embajadores Soderini y Maquiavelo. Nada más llegar a Urbino, pocos días después de la caída de la ciudad, recibieron del victorioso príncipe una nítida advertencia: «Si no me quieres como amigo, me tendréis como enemigo».
TRAS LA MUERTE DE SU PADRE, CÉSAR BORGIA SE ATRINCHERÓ CON SUS TROPAS EN EL CASTILLO DE SANT’ANGELO, EL BALUARTE DE CÉSAR. EL NUEVO PAPA, JULIO II, LLEGÓ A UN ACUERDO CON ÉL PERO LO ARRESTÓ POCO DESPUÉS EN OSTIA.
Foto: Bertrand Gardel / GTres
Lo ocurrido a Guidobaldo, un príncipe de ilustre linaje, causó alarma y escándalo en las cortes italianas. Las ambiciones de César parecían no tener límite y nadie podía fiarse de su palabra. Incluso los comandantes del Valentino empezaron a preocuparse por ellos mismos. Temían que sus dominios fueran el siguiente plato en el ambicioso proyecto de César, y por ello decidieron adelantarse.
En septiembre de ese mismo año se celebró una reunión a escondidas en el castillo de la Magione, cerca de Perugia, en la que participaron los condotieros Liberotto, Vitelli y Orsini junto con representantes de los señores de Bolonia, Perugia y Siena: respectivamente, Gianpaolo Baglioni, Giovanni Bentivoglio y Pandolfo Petrucci.
Los ánimos estaban caldeados y algunos juraron que estaban dispuestos a matar a César en cuanto tuvieran ocasión. Unos días después acordaron invadir la Romaña y acabar de una vez con el Valentino.
Gracias a su red de espías sabía de la conspiración desde hacía meses y se dispuso a desbaratarla
La posición de éste parecía desesperada. Su lugarteniente don Michele (el más temible de sus esbirros, con innumerables homicidios a sus espaldas) fue derrotado en Calmazzo y él mismo estaba acorralado en Imola, a punto de caer en manos de sus enemigos.
Pero Borgia en ningún momento perdió la calma. Gracias a su red de espías sabía de la conspiración desde hacía meses y se dispuso a desbaratarla mediante sus características argucias.
Estableció correspondencia con algunos conspiradores, al objeto de dividirlos, al tiempo que se procuraba el apoyo de Luis XII. Sus maniobras dieron resultado, y sus enemigos, presa de la desconfianza mutua, buscaron uno tras otro reconciliarse con el duque.
César coronó su obra con la acción quizá más famosa de su carrera.
Mostrando aparente magnanimidad, convocó a Vitelli, Liverotto y los hermanos Orsini ante la pequeña población de Senigallia, al objeto de tomar posesión de su castillo.
Cuando se encontraron, Borgia se adelantó y abrazó como si fueran hermanos a aquellos que tres meses antes habían tramado su muerte. El único que faltaba era Liverotto, pero César mandó a un mensajero para que corriera a su encuentro. Borgia quería que entraran todos juntos en la villa, con todos los honores, para celebrar su reconciliación. Así lo hicieron, precedidos por la caballería pesada y los soldados suizos y gascones.
A pesar de que los condotieros deseaban retirarse a descansar, César les pidió cordialmente que le acompañaran al palacio señorial, pues deseaba discutir con ellos la futura estrategia.
Al poco de empezar la reunión, César se ausentó un momento pretextando una «necesidad de la naturaleza». Apenas salió, una nube de hombres armados se abalanzó sobre los invitados y los arrestó a todos. A continuación, las tropas de Borgia desarmaron a los seguidores de Liverotto y sometieron al pueblo a un horrible saqueo.
Maquiavelo, testigo de los hechos, escribió esa noche: «En mi opinión, mañana por la mañana estos prisioneros no estarán vivos». En efecto, pese a sus lloros y gritos, Liverotto y Vitelli fueron ejecutados mediante el garrote, al modo español. César había culminado su venganza.
Città di Castello, Fermo y Perugia, las ciudades de los señores apresados, se rindieron enseguida a Borgia, quien pocos días después emprendió el camino hacia Roma barruntando planes de futuro cada vez más grandiosos.
«Lo que ha pasado hasta ahora no es nada comparado con lo que se planea para el futuro», confesó Alejandro VI al embajador veneciano Giustinian. Empezaba a vislumbrarse el verdadero objetivo de César, la incorporación del trono de San Pedro al patrimonio de los Borgia.
Para ello, el duque necesitaba garantizarse aliados en Roma, pues el papa Borgia estaba enfermo y podía morir de un momento a otro.
EN ROMA, EL INMENSO PODER QUE ACUMULARON ALEJANDRO VI Y SU HIJO CÉSAR LES VALIÓ LA INQUINA DE PODEROSAS FAMILIAS ROMANAS, COMO LOS ORSINI O LOS COLONNA, QUE FRAGUARON AL FINAL LA CAÍDA DEL DUQUE DE VALENTINOIS.
Foto: ARNAUD CHICUREL / GTRES
LA FORTUNA LE DA LA ESPALDA
«Borgia se deja llevar por la confianza imprudente que tiene en sí mismo, hasta el punto de creer que las promesas de otros son más fiables que las suyas propias»
César lo tenía todo preparado, o eso creía. Lo que no pudo prever es que a la muerte de Alejandro VI, el 18 agosto de 1503, él también estaría postrado en cama, aquejado de los mismos dolores que habían llevado a su padre a la tumba.
Sus enemigos aprovecharon la situación para atacar y en unos días, de su ducado romañés, tan sólo conservaba Cesena, Faenza e Imola.
Agotado y desorientado, César respaldó el nombramiento de Giuliano della Rovere como papa Julio II a cambio de la promesa de mantener el mando de las fuerzas papales y sus posesiones en la Romaña.
Fue un error fatal, y Maquiavelo se dio cuenta enseguida: «Borgia se deja llevar por la confianza imprudente que tiene en sí mismo, hasta el punto de creer que las promesas de otros son más fiables que las suyas propias».
En efecto, Julio II no tardó en despojar de la Romaña y ordenar su detención. César consiguió huir a Nápoles y luego a Navarra, pero el ansiado proyecto de un reino para los Borgia había fracasado. La buena fortuna había abandonado a César Borgia definitivamente.